Estrasburgo ha dicho lo que era evidente desde hace a?os: Hungr¨ªa no es una democracia plena
Hoy ser¨ªa impensable que Budapest entrase en la Uni¨®n. Pero como est¨¢ dentro, se le permite socavar la separaci¨®n de poderes y la libertad de prensa, y un discurso racista y hom¨®fobo
Cualquiera que haya mirado a Hungr¨ªa en los ¨²ltimos a?os sabe que all¨ª la corrupci¨®n ha alcanzado niveles exagerados, tambi¨¦n con el dinero que llega de Europa. Por eso es un alivio que, aunque tarde, la Comisi¨®n le haya sacado a Viktor Orb¨¢n la carta m¨¢s potente que tiene para reconducir a un Estado miembro: la condicionalidad. O Budapest demuestra que va a combatir el fraude, o perder¨¢ gran parte de los fondos que se le hab¨ªan concedido. Y eso es algo que ahora mismo la econom¨ªa h¨²ngara, con la inflaci¨®n disparada y su moneda por los suelos, no se puede permitir.
Orb¨¢n ha aceptado un acuerdo que conoc¨ªa previamente: sus funcionarios lo pactaron con Bruselas porque ninguna de las partes quer¨ªa una confrontaci¨®n con la guerra de Ucrania de fondo. Asegura que cambiar¨¢ sus normas sobre los concursos p¨²blicos y que crear¨¢ una agencia anticorrupci¨®n ¡°con expertos independientes¡±, aunque est¨¢ por ver qui¨¦n garantizar¨¢ su independencia. En todo caso, el Gobierno h¨²ngaro est¨¢ vendiendo el trato como una victoria frente a la ¡°burbuja de Bruselas¡±, como la llama c¨ªnicamente. Cabe preguntarse si, aunque Hungr¨ªa vaya a someterse a condiciones, sale ganando.
La realidad es que Budapest va a seguir siendo un problema para la Uni¨®n Europea. Se niega a unirse a la Fiscal¨ªa europea, el organismo independiente que se cre¨® el a?o pasado para investigar los delitos contra los intereses financieros de la UE. De manera sistem¨¢tica utiliza el derecho de veto para presionar o dinamitar las iniciativas europeas, como cuando en 2020 amenaz¨® con oponerse al acuerdo del fondo de recuperaci¨®n de la pandemia. Tambi¨¦n se desmarca en lo internacional, como prueban sus relaciones con Rusia y China.
En casa, Orb¨¢n tampoco parece que vaya a cambiar. En los 12 a?os que lleva en el poder, 16 si contamos su primer mandato de 1998 a 2002, ha socavado la separaci¨®n de poderes, la libertad de prensa y la del banco central. Habla de la mezcla de razas y de la homosexualidad como ¡°peligros¡±. Esto, entre otras cosas, ha llevado al Parlamento Europeo a sostener que Hungr¨ªa no puede considerarse una democracia plena, sino una ¡°autocracia electoral¡±. Ya era hora de que una instituci¨®n comunitaria dijera lo que llevan repitiendo analistas y ONG desde hace a?os. La paradoja es que hoy ser¨ªa impensable que Budapest entrase en la Uni¨®n Europea, con lo exigente que es el proceso de adhesi¨®n. Pero como est¨¢ dentro, se le permite.
Para llevar a cabo las mejoras antifraude, Hungr¨ªa tiene de plazo hasta noviembre, y entonces los Estados miembros decidir¨¢n por mayor¨ªa cualificada si se le manda el dinero. En tan poco tiempo, es probable que los cambios sean superficiales. Sin m¨¢s presi¨®n en el Consejo y con Polonia como aliada, Orb¨¢n podr¨¢ seguir sali¨¦ndose con la suya.
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