Italia y nosotros
Lo que en realidad deber¨ªa preocuparnos es el porqu¨¦ de estas sacudidas que de forma creciente afectan a las democracias contempor¨¢neas: Meloni no es m¨¢s que un s¨ªntoma
La reciente pol¨ªtica italiana ha funcionado haciendo un extra?o p¨¦ndulo entre populismo y tecnocracia, como si no fuera posible encontrar una v¨ªa media, la pol¨ªtica democr¨¢tica normal. En el primer campo nos encontramos con personajes como Romano Prodi, Mario Monti o Mario Draghi, llamados en su d¨ªa a encauzar los destrozos provocados por los Berlusconi, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, o La Liga de Matteo Salvini. Correcciones racionales instadas por Bruselas frente a los excesos de la pol¨ªtica pasional. Pero el p¨¦ndulo va tambi¨¦n en la otra direcci¨®n. La tutela tecnocr¨¢tica no deja de ser una anomal¨ªa democr¨¢tica. Ahora parece que estamos ante un nuevo desplazamiento hacia el otro extremo, el populismo protagonizado por uno de los personajes pol¨ªticos m¨¢s controvertido de los ¨²ltimos a?os, Giorgia Meloni.
Lo fascinante del caso italiano es que exhibe de forma meridiana, casi en clave de farsa, algunas de las patolog¨ªas de la pol¨ªtica democr¨¢tica contempor¨¢nea, esa extra?a pinza que la comprime desde la pura gesti¨®n de la complejidad, por un lado, y el libre fluir de las emociones primarias, por otro. Pathos y logos, simplificaci¨®n y complejidad, intereses nacionales y cooperaci¨®n transnacional o comunitaria. Italia como amplificado bosquejo de lo que en el fondo est¨¢ presente por doquier. No nos equivoquemos, no es un caso aislado; es la proyecci¨®n hiperb¨®lica de nuestros temores hacia el devenir de la democracia. Quiz¨¢ por eso mismo se est¨¢ sometiendo a Meloni a tan atento escrutinio. La inquietud predominante es que un Gobierno dirigido por ella ¡ªy con indeseables como Berlusconi y Salvini¡ª desatienda los cada vez m¨¢s r¨ªgidos compromisos derivados de las habituales demandas comunitarias, a las que ahora se suma la excepcionalidad de la situaci¨®n b¨¦lica en Ucrania, la crisis energ¨¦tica o la inflaci¨®n galopante. Es decir, el temor a que la ideolog¨ªa ¡ªel coraz¨®n, m¨¢s bien¡ª predomine sobre el pragmatismo, que no d¨¦ su brazo a torcer.
Lo que en realidad deber¨ªa preocuparnos, y aqu¨ª todos nos vemos reflejados en el espejo italiano, es el porqu¨¦ de estas sacudidas que de forma creciente afectan a las democracias contempor¨¢neas. Meloni no es m¨¢s que un s¨ªntoma. ?Por qu¨¦ estamos perdiendo los puntos de equilibrio? ?Por qu¨¦ no hemos encontrado todav¨ªa una f¨®rmula id¨®nea para atender a los nuevos desaf¨ªos sin que se extienda el descontento? Por utilizar ese barbarismo que Olaf Scholz ha conseguido hacer universal, es obvio que nos encontramos ante una Zeitenwende, una cesura temporal entre un mundo que se resiste a morir y otro que est¨¢ por nacer. Pero para comprender lo que ocurre seguramente necesitemos ampliar nuestra mirada, reenfocarla, valernos de otras categor¨ªas, exprimir los an¨¢lisis e imbuirlos de mayores dosis de imaginaci¨®n. Urge un nuevo pensamiento pol¨ªtico.
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