Y Brasil consagra la villanocracia
El fen¨®meno pol¨ªtico de votar a los peores sabiendo que son peores est¨¢ representado en Brasil por los millones de personas que votaron contra ellas mismas
En v¨ªsperas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil flotaba en el ambiente la esperanza de que Jair Bolsonaro y todo lo que el actual presidente representa fuera solo un accidente hist¨®rico. La ilusi¨®n se deshizo el propio domingo por la noche, cuando las urnas electr¨®nicas dieron la noticia de que algunos de los brasile?os que hab¨ªan prestado el peor servicio p¨²blico ten¨ªan un esca?o garantizado en la C¨¢mara de los Diputados y en el Senado. Tambi¨¦n se frustr¨® la expectativa de que Luiz In¨¢cio Lula da Silva pudiera salir elegido en la primera vuelta, como indicaban las ¨²ltimas encuestas. Con el 48,43% de los votos, contra el 43,20% de Bolsonaro ¡ªuna diferencia de m¨¢s de seis millones de electores¡ª, la disputa pasa a la segunda vuelta con un escenario muy dif¨ªcil para el expresidente: Lula gan¨® en 14 estados, mientras que Bolsonaro lo hizo en 12 y en el Distrito Federal, pero perdi¨® contra el actual presidente en dos de los colegios electorales m¨¢s importantes del pa¨ªs, S?o Paulo y R¨ªo de Janeiro. Hay quien afirma que, en Brasil, la ola conservadora ha venido para quedarse, anidada en la extrema derecha, como sucede en otros pa¨ªses del mundo. Yo no lo veo as¨ª. Lo que est¨¢ ah¨ª no es conservadurismo, sino algo que todav¨ªa no somos capaces de denominar y que quiz¨¢s podr¨ªamos llamar villanocracia. Llamar conservadores a quienes votan a los peores sabiendo que son peores es como llamar antig¨¹edad a una silla de tres patas.
Vean: el general Eduardo Pazuello, el ministro de Sanidad tan incompetente que mand¨® ox¨ªgeno al Estado equivocado y dej¨® a enfermos de covid-19 muri¨¦ndose de asfixia en Manaos, a pesar de que hab¨ªa sido avisado de que suceder¨ªa, fue el segundo diputado m¨¢s votado de R¨ªo de Janeiro. Luiz Henrique Mandetta, su antecesor, destituido por defender que la covid-19 deber¨ªa enfrentarse con ciencia, fue derrotado. Ricardo Salles, el ministro de Medio Ambiente que propici¨® el r¨¦cord de deforestaci¨®n en la Amazonia de los ¨²ltimos 15 a?os y que defendi¨® en una reuni¨®n ministerial que el Gobierno y sus aliados deber¨ªan aprovechar que la prensa estaba ocupada cubriendo la pandemia para ¡°hacer pasar todo el ganado¡±, que significaba debilitar la legislaci¨®n ambiental y aprobar leyes que permitieran la depredaci¨®n de la selva y otros biomas, obtuvo casi el triple de votos que la ambientalista mundialmente reconocida Marina Silva. Conocida como la ¡°musa del veneno¡±, Tereza Cristina dirigi¨® el Ministerio de Agricultura hasta presentarse a las elecciones del Senado, periodo durante el cual se aprobaron m¨¢s de 1.600 pesticidas. Ha salido elegida. Damares Alves, ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos que defiende que los ni?os vistan de azul y las ni?as de rosa, minti¨® sobre su curr¨ªculum y adopt¨® irregularmente a una ni?a ind¨ªgena, tambi¨¦n ha conseguido su plaza en el Senado. El astronauta Marcos Pontes, que comprob¨® con sus propios ojos que la Tierra es redonda, pero fue ministro de Ciencia de un Gobierno de terraplanistas, ha garantizado su esca?o en el Senado. Y el general Hamilton Mour?o, el vicepresidente de Bolsonaro, notable por defender la dictadura, es otro que atormentar¨¢ la C¨¢mara alta.
La lista de notorios villanos elegidos es larga. Llamar conservadores a los electores que hacen este tipo de elecci¨®n no tiene sentido. Los leg¨ªtimos conservadores deber¨ªan repudiar este error conceptual. Elegir a un ministro de Medio Ambiente que destruye el medio ambiente, a un ministro de Sanidad que destruye la salud, a una ministra de la Mujer que llama a los derechos de las mujeres ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±, a una ministra de Agricultura que envenena la tierra, el aire y el suelo, a un ministro de Ciencia que reniega de la ciencia no es conservadurismo. Cuando se llama conservadores a este tipo de electores, se les legitima. No hay nada de inmoral o anti¨¦tico en ser conservador. El propio verbo ¡°conservar¡± est¨¢ cargado de positividad.
El fen¨®meno pol¨ªtico de votar a los peores sabiendo que son peores est¨¢ representado en Brasil por las 51.072.234 personas que votaron contra ellas mismas, que quieren reelegir a un presidente que imit¨® a personas que mor¨ªan de asfixia por la covid-19 al menos dos veces, que casi quintuplic¨® el n¨²mero de armas en el pa¨ªs, que elev¨® el n¨²mero de hambrientos a 33 millones y que est¨¢ llevando la Amazonia al punto sin retorno. Este es el drama del d¨ªa siguiente que viven los 57.259.405 brasile?os y brasile?as que votaron a Lula y los casi 10 millones que votaron a otros candidatos. No se trata de aprender a vivir en un pa¨ªs con un gran contingente de conservadores, sino de descubrir c¨®mo convivir con un gran contingente de personas que eligen a villanos para que dirijan el pa¨ªs. Este es el desaf¨ªo de Brasil, y no terminar¨¢ aunque Lula gane en la segunda vuelta.
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