Los hombres v¨ªctimas del machismo
Esta cultura a¨²n presiona a los varones para ser algo, ya no ¨²nicamente frente al mundo, sino como pr¨ªncipes azules de las mujeres
Poco se habla de c¨®mo se siente un hombre que fracasa cuidando de su familia, en el trabajo o en los roles de pareja. No pasa con las mujeres, sobre las que ciertas ideolog¨ªas se prodigan. As¨ª que la pel¨ªcula En los m¨¢rgenes, de Juan Diego Botto, desliza m¨¢s que una cr¨ªtica social sobre los desahucios, infrecuente en el cine espa?ol. Supone un revolc¨®n a la estulticia de quienes a¨²n entienden el feminismo desde el manique¨ªsmo, el hombre malo siempre, y niegan que ellos sean tambi¨¦n v¨ªctimas de la estructura machista.
En la escena principal, Azucena (Pen¨¦lope Cruz), al borde del desahucio, le reprocha a su marido que la dejara sola pidiendo ayuda o negociando con el banco la hipoteca. El espectador cree que Manuel (Botto) es ego¨ªsta, incapaz de dar apoyo emocional a su esposa. Pero hay un detalle revelador previo: casi todas las asistentes a la reuni¨®n de las plataformas antidesahucios son mujeres. Botto confirm¨® en un coloquio posterior sobre el filme que esa evocaci¨®n fue constante en su proceso de documentaci¨®n, junto a la periodista Olga Rodr¨ªguez, su coguionista.
Los hombres son la primera v¨ªctima de ese rol proveedor que el modelo patriarcal o la sociedad tradicional les impone, del que muchos no logran zafarse ni en pleno siglo XXI. Manuel no se esconde de Azucena; no la evita por maldad, pasotismo o indiferencia. Manuel huye de la verg¨¹enza de aceptar en p¨²blico la p¨¦rdida del techo de su mujer y de su hijo. Manuel no concibe su drama desde la mera tristeza, sino desde una dolorosa humillaci¨®n, y lo siente precisamente porque ¨¦l es hombre, padre, marido, y deb¨ªa protegerles.
As¨ª que sal¨ª del preestreno con mi amigo V¨ªctor pensando en los otros hombres culpables que conozco, v¨ªctimas de su educaci¨®n, de sus referentes, de lo que de ellos se espera. La precariedad asesta un golpe al cl¨¢sico rol masculino de autoridad en la familia. Pero todav¨ªa hay hombres j¨®venes que ven pivotar su val¨ªa, su autoestima, sobre la funci¨®n que cumplen en relaci¨®n con las mujeres, ya sea por inseguridad o por ego masculino.
Sirva la conversaci¨®n que mantuve con un amigo, quien me coment¨® sobre sus citas: ¡°Se espera que elija el restaurante, que haga regalos o lleve flores, y a veces me veo en una presi¨®n tremenda¡¡±. Ironic¨¦ dici¨¦ndole que esto no es la Espa?a de los a?os cincuenta y que conf¨ªe en la iniciativa de las f¨¦minas. Aunque ser¨ªa hip¨®crita negar que hay amigas m¨ªas que ans¨ªan a¨²n eso: que un chico las corteje al estilo de las pel¨ªculas rom¨¢nticas hollywoodienses.
Me acord¨¦ luego de otro amigo con el que habl¨¦ sobre por qu¨¦ algunos chicos ven con enorme recelo a sus compa?eras de trabajo al competir por un puesto: ¡°Los t¨ªos saben que una mujer lo suele tener m¨¢s dif¨ªcil para ganarse la autoridad o el respeto dentro de ciertas jerarqu¨ªas. Entonces, si ella logra el ascenso y yo no, ?en qu¨¦ lugar me deja eso?¡±. Son los mismos que reconocen la legitimidad del competidor cuando es hombre, mientras que a ellas las tildan de ¡°ambiciosas¡±, de forma despectiva, cuando desaf¨ªan su ¨¦xito o val¨ªa.
Y tal vez la clave resida ah¨ª: esta cultura a¨²n presiona a los hombres para ser algo, ya no solo frente al mundo, sino con una virilidad como proveedores, seres superiores o pr¨ªncipes azules de las mujeres. Puede acabar siendo el cl¨¢sico flipado que cree coleccionar se?oras seducidas entre las s¨¢banas. Fue el pol¨¦mico momento en el que Will Smith arre¨® un tortazo a Chris Rock en los Oscar, tras un chiste sobre la esposa de aquel, alop¨¦cica por un trastorno de salud. Si en el pasado el dominio de la mujer era el pilar del orden tradicionalista, hoy pervive la vanidad de ser ¨²til para ella.
El problema llega cuando la chica emancipada no quiere ni tampoco necesita de alguien que la lleve o la paternalice, sino a un compa?ero de vida. Si en la pel¨ªcula de Botto hasta Manuel llega a la escena del desahucio donde est¨¢ Azucena, tambi¨¦n vamos juntos en esto. Stop a los desahucios, cerca de 22.000 en lo que va de a?o. Stop a culpabilizar solo al hombre como tal de un modelo patriarcal que hasta a ellos les asfixia, como a todos los que creemos en la igualdad real entre sexos. Ah¨ª est¨¢n los chavales que acompa?an a las mujeres iran¨ªes en sus protestas como ejemplo.
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