Venezuela: ?la hora de Perla Huerta?
En la masiva migraci¨®n venezolana hacia Am¨¦rica Latina, el grueso de los 6,8 millones se encuentra en pa¨ªses del ¡°sur global¡±. El tratamiento que los medios y la atenci¨®n internacional ha sido muy distinto, por cierto, al de refugiados marchando hacia pa¨ªses del norte global
La escena ten¨ªa algo de surrealista. Tal como la narr¨® The New York Times la semana pasada, una estadounidense, llamada Perla Huerta, ocupaba el centro de la escena como reclutadora de inmigrantes venezolanos para usarlos en un juego pol¨ªtico dantesco. Ella no es una simple entusiasta en Texas del Partido Republicano. Hab¨ªa sido agente de contrainteligencia en el Ej¨¦rcito estadounidense durante 20 a?os y como tal hab¨ªa operado en tierras calientes como Irak y Afganist¨¢n.
Con toda esa experiencia, se desempe?a ahora como activa e ic¨®nica reclutadora de inmigrantes venezolanos desde Texas para usarlos en un juego pol¨ªtico dantesco. En esos d¨ªas, al menos, era la persona que organizaba y dirig¨ªa a venezolanos buscadores de asilo para montarlo en vuelos privados, fletados por republicanos adinerados, para trasladarlos a otros puntos del pa¨ªs para fastidiar a los dem¨®cratas. Como si se tratase de ganado, poni¨¦ndolos, sin consultarles, en vuelos hacia Massachusetts (¡°Marthas Vineyard¡±) o a otros destinos de hegemon¨ªa dem¨®crata como Nueva York o Washington.
Sin embargo, esta no es sino la punta del iceberg de lo que viene ocurriendo con la emigraci¨®n venezolana y su complejo tel¨®n de fondo. Condiciones dif¨ªciles en su pa¨ªs de origen han llevado a m¨¢s de 6,8 millones a salir de su pa¨ªs frente a lo cual la comunidad internacional se ha mantenido b¨¢sicamente pasiva frente a este proceso migratorio que es, de lejos, el mayor en la historia latinoamericana.
En la masiva, pero asordinada, emigraci¨®n venezolana de los ¨²ltimos cinco-seis a?os hacia Am¨¦rica Latina, el grueso de los 6,8 millones se encuentra en pa¨ªses del ¡°sur global¡±. Solo en Colombia m¨¢s de dos millones o en Per¨², m¨¢s de 1,5 millones. El tratamiento que los medios y la atenci¨®n internacional ha sido muy distinto, por cierto, al de refugiados marchando hacia pa¨ªses del norte global.
El caso, por ejemplo, el caso de la poderosa Alemania, que ha recibido m¨¢s refugiados/asilados, de distintos or¨ªgenes. De acuerdo a la informaci¨®n de ACNUR, hay 1,24 millones de refugiados en tierras teutonas, dentro de los cuales cerca de la mitad ser¨ªan de Siria (mucho menos de la cantidad de venezolanos en Colombia o Per¨²). El ruido que este flujo hacia Alemania desde hace a?os y el drama de quienes huyen hacia ese pa¨ªs y otros europeos desde la conflagrada Siria, no pasa desapercibido para los medios ni para Europa en su conjunto; son ¡°todo un tema¡±.
En la emigraci¨®n venezolana algo est¨¢ cambiando y se dan condiciones que deber¨ªan ameritar dejar de lado la relativa indiferencia con la que el mundo la ha venido mirando, desde lejos. Hay tres asuntos capitales a destacar, dentro de lo cual la guerra en Ucrania no ha hecho sino hacer m¨¢s dif¨ªciles las posibilidades de obtener recursos internacionales para tratar esta emergencia humanitaria.
Primero, el dato de los ¨²ltimos meses de un flujo de emigrantes/refugiados de origen venezolano que ha empezado a dirigirse por tierra a la frontera de EE UU en Texas. Fen¨®meno nuevo y reciente. En el ¨²ltimo lustro menos de 100 inmigrantes venezolanos anuales eran detectados por intentar ingresar ilegalmente por la frontera sur. Esto cambi¨®: en el ¨²ltimo a?o lo han hecho -o pretendido hacer- m¨¢s de 150.000. M¨¢s noticias y art¨ªculos sobre la inmigraci¨®n venezolana han aparecido en los ¨²ltimos meses, en The New York Times y otros medios estadounidenses, que en los ¨²ltimos dos a?os.
El empeoramiento de las condiciones econ¨®micas en pa¨ªses usuales de destino, Colombia, Per¨² o Ecuador, por el impacto de la covid-19 y la crisis internacional ha volcado las miradas hacia tierras estadounidenses, pese a los extraordinariamente peligrosos trayectos por tierra a trav¨¦s de zonas como el Tap¨®n del Dari¨¦n.
Cuando Blinken visit¨® tres pa¨ªses sudamericanos la semana pasada y particip¨® en la Asamblea General de la OEA en Lima, el tema de la migraci¨®n venezolana -ya convertido en asunto de pol¨ªtica interna- mereci¨®, por primera vez, atenci¨®n prioritaria de la Casa Blanca. Se ha conocido en estos d¨ªas que el Gobierno de Biden afina planes para dar un permiso condicional humanitario en suelo estadounidense a 24.000 venezolanos que tengan patrocinadores financieros, siguiendo pol¨ªtica semejante a la ya otorgada a ucranianos. El n¨²mero que se recibir¨ªa es peque?o (se podr¨ªa aumentar nos dicen). Esta medida no tendr¨ªa ninguna relevancia si en paralelo EE UU no destinar¨¢ recursos importantes a los pa¨ªses latinoamericanos en donde ya est¨¢n cerca de siete millones de personas. Hay se?ales positivas que se espera se traduzcan en definiciones concretas y sostenidas.
Segundo, los tres millones de barriles de petr¨®leo diarios; otro crucial y gravitante asunto para los EE UU que lleva a ponerle atenci¨®n a Venezuela. Las conversaciones que, vox populi, siguen produci¨¦ndose entre Washington y Caracas para ese efecto son muy importantes. De hecho, de llegar a buen puerto podr¨ªan repercutir en cambios en el acelerado deterioro de las condiciones de vida de la poblaci¨®n. Ello en la medida en que en la gesti¨®n interna del pa¨ªs se superen las prevalecientes condiciones de ineficiencia y corrupci¨®n. Yendo a ¡°la fuente¡±, pues, se podr¨ªa reducir la necesidad para muchos de emigrar.
Tercero, los pasos que viene dando en Venezuela el Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) para hacer indagaciones ante los alegados cr¨ªmenes de lesa humanidad en ese pa¨ªs. Es una din¨¢mica relativamente reciente y que puede tener efectos ambivalentes sobre las condiciones del pa¨ªs. Porque si bien, a primera vista, las indagaciones podr¨ªan anunciar un panorama de m¨¢s tensi¨®n y confrontaci¨®n, podr¨ªa ser una oportunidad que es de desear no se desaproveche. Oportunidad, pues, para una salida constructiva conversada que ponga en marcha la institucionalidad esencial y que le pueda mostrar a la comunidad internacional que hay una institucionalidad judicial que funciona y que es capaz de lidiar y procesar alegadas violaciones graves de derechos humanos.
Situaci¨®n, pues, compleja y llena de claroscuros en la que todo parecer¨ªa pasar por una combinaci¨®n de respuestas: entre la canalizaci¨®n de m¨¢s recursos internacionales para los pa¨ªses sudamericanos que ya han absorbido a millones de venezolanos, negociaciones bilaterales fruct¨ªferas entre EE UU y Venezuela y un marco interno -aunque sea parcial y gradual- de institucionalizaci¨®n en tierras bolivarianas. Todo esto, combinado, podr¨ªa hacer de alguien como Perla Huerta, alguien prescindible y sin funci¨®n.
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