Consentir sin desear
Es urgente una educaci¨®n que transmita no solamente el funcionamiento biol¨®gico de estos mam¨ªferos llamados humanos sino una ¨¦tica del comportamiento sexual basada en nuestra condici¨®n de personas
Me dec¨ªa un amigo que, como hombre, la idea del consentimiento le resulta ofensiva. Al fin y al cabo consentir es dejarte hacer, permitir que alguien te use para satisfacerse. Al utilizar este concepto para referirnos a las relaciones sexuales desaparece lo principal: el deseo. Siendo como son este tipo de actividades encuentros ¨ªntimos en los que el objetivo principal es gozar mutuamente el uno del otro, puede que aplicarle el verbo consentir no sea la mejor de las ideas. Nadie tendr¨ªa que follar si no lo desea, si no le apetece, si no quiere hacerlo con el solicitante, as¨ª que lo m¨ªnimo para meternos en este tipo de harinas ser¨ªa el deseo, un deseo real y consciente. Y si en un momento dado, por la raz¨®n que sea, el mismo motor que nos llev¨® al otro se para sin m¨¢s o ya no nos empuja lo suficiente, deber¨ªamos frenar la actividad sin sentirnos mal por la frustraci¨®n que podemos provocar en el compa?ero. Sentirnos obligadas a cumplir en lo sexual no es nada aconsejable.
Pero una cosa es lo que deber¨ªa ser y otra muy distinta c¨®mo son las cosas en realidad. Los datos arrojan espeluznantes cifras de agresiones sexuales, en menores cometidas por menores. Las v¨ªctimas son cada vez m¨¢s j¨®venes, las primeras agresiones ocurren ya a los 13 a?os. A esta edad lo ¨²nico que se puede es ¡°no consentir¡± porque raramente se tiene madurez suficiente para entender el propio deseo, lo que apetece y lo que no y c¨®mo parar cuando deja de apetecer algo. Por eso es urgente una educaci¨®n que transmita no solamente el funcionamiento biol¨®gico de estos mam¨ªferos llamados humanos, sino una ¨¦tica del comportamiento sexual basada en nuestra condici¨®n de personas. Una condici¨®n compleja que en la intimidad de la desnudez ante el otro expone todo aquello que forma parte de nosotros: la animalidad del cuerpo deseante aparejado a los c¨®digos culturales junto con los rasgos individuales y de personalidad que nos hacen ¨²nicos. Si desde peque?os nos ense?an a comportarnos en la mesa, en clase, en un equipo, etc. ?Por qu¨¦ no damos ninguna informaci¨®n a nuestros hijos sobre lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal en el terreno de la sexualidad?
La norma principal y m¨¢s importante no ser¨ªa, en este caso, ¡°haz lo que te apetezca si el otro te lo consienta¡±, sino ¡°haz lo que quieras asegur¨¢ndote siempre de que el otro tambi¨¦n lo desea¡±.
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