La derecha en Suecia
El nuevo Gobierno conservador delata la presi¨®n de la ultraderecha en el proyecto de Presupuestos generales
El Gobierno de coalici¨®n de partidos conservadores recientemente conformado en Suecia, con el decisivo apoyo parlamentario de la ultraderecha, ha puesto en marcha esta semana un viraje pol¨ªtico in¨¦dito en el pa¨ªs n¨®rdico. El proyecto de Presupuestos Generales presentado por la ministra de Finanzas, Elisabeth Svantesson, incluye una fuerte reducci¨®n de los impuestos a los carburantes y un dr¨¢stico recorte de la inversi¨®n en la lucha contra el cambio clim¨¢tico y en la ayuda al desarrollo. Junto con el abandono del concepto de pol¨ªtica exterior feminista, anteriormente anunciado por el titular de Exteriores, se va materializando un profundo cambio dictado por el peso de la derecha radical.
Los Presupuestos contemplan medidas como incrementos de gasto en ¨¢rea de Defensa ¡ªSuecia acaba de pedir su ingreso en la OTAN¡ª o el aumento del n¨²mero de efectivos policiales y, significativamente, no se plantean recortes de IRPF. Pero otros elementos, como las se?ales de retroceso en el ¨¢rea del cambio clim¨¢tico, contradicen las preocupaciones m¨¢s acuciantes que hoy mismo re¨²nen a m¨²ltiples pa¨ªses en Egipto en torno a la COP27. En esta materia, y en otras, Suecia ser¨¢ un importante terreno de prueba sobre los l¨ªmites que los partidos conservadores tradicionales est¨¢n dispuestos a transgredir a cambio del apoyo de la ultraderecha. En el caso de la pol¨ªtica exterior feminista, concepto pionero abrazado por el anterior Gobierno socialdem¨®crata que puso la igualdad de g¨¦nero en el centro de las relaciones internacionales mantenidas por Estocolmo, el nuevo titular de Exteriores ha anunciado que abandona esa pol¨ªtica, aunque a la vez y eso no signifique, seg¨²n ¨¦l, que el nuevo Ejecutivo rechace la igualdad como valor esencial. Cabe esperar que la ampl¨ªsima adhesi¨®n a ese principio en la sociedad sueca impida retrocesos en esa ¨¢rea al menos a escala interna. En la dimensi¨®n internacional, ya ha sucedido.
La relaci¨®n entre derecha tradicional y la rama ultra afecta de forma directa al devenir pol¨ªtico de la Europa continental. En algunos casos, como Italia, los conservadores cl¨¢sicos parecen haber perdido el pulso ante los radicales, que han impuesto su visi¨®n como la dominante en todo su flanco del espectro pol¨ªtico. En otros ¡ªcomo Suecia o Espa?a¡ª, formaciones de la familia popular o liberal colaboran con esos partidos en un proceso de creciente normalizaci¨®n en el que asumen, de una forma u otra, algunos de sus debates, su lenguaje y sus formas. En Alemania resiste un cord¨®n sanitario en el que los valores conservadores siguen siendo claramente prioritarios frente a los radicales. Pero es una actitud cada vez m¨¢s aislada y minoritaria y no parece cre¨ªble, ya que pueda funcionar como paradigma. Por ello es fundamental que en un pa¨ªs como Suecia, con una cultura pol¨ªtica avanzada y una fort¨ªsima historia de derechos y cohesi¨®n social, los conservadores no claudiquen de sus propios valores e impongan l¨ªmites innegociables a las pretensiones ultras. Los primeros pasos del nuevo Ejecutivo sueco van en la direcci¨®n contraria.
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