?Estoicos y modernos?
Hu¨¦rfanos de creencias fuertes, sin apenas instituciones que ofrezcan seguridad ante la incertidumbre sist¨¦mica del poscapitalismo, los contempor¨¢neos vuelven sus ojos a una Antig¨¹edad tambi¨¦n individualista y descre¨ªda
El estoicismo est¨¢ de moda. Se encuentra en las estantes de las librer¨ªas, junto a la autoayuda. En su mayor¨ªa son textos de divulgaci¨®n que tratan de aggiornar a los cl¨¢sicos: a Marco Aurelio, sobre todo, muy breve; menos a Epicteto, dur¨ªsimo, y a S¨¦neca, muy extenso y exigente intelectualmente. El estoicismo dur¨® seis siglos (hasta el II d. C.) y su potente influencia pasa por Montaigne y Rousseau, entre otros, hasta llegar a hoy. Vuelve porque es una filosof¨ªa pr¨¢ctica, un conjunto de reglas para el cambio interno. Un m¨¦todo de tranquilizaci¨®n para lograr la serenidad. Sirve de inspiraci¨®n para la autoayuda actual porque ambos tratan del ¡°cuidado de s¨ª¡±, de un proyecto de gobierno del yo a fin de contener el sufrimiento.
El estoicismo es una filosof¨ªa rigorista basada en un intelectualismo extremo; la raz¨®n debe guiar conducta y acci¨®n. Clave es el control de las pasiones y deseos. El cuidado de s¨ª se alcanza con un riguroso autocontrol emocional. Nada que ver con el predominio del hombre hipermoderno que ensalza el sentimiento y la espontaneidad. Es un individualismo heroico centrado en fortalecer el car¨¢cter que ni permite el lamento, incluso ante el dolor, la enfermedad y la muerte, ni el miedo, que debilita. Nosotros vivimos un individualismo d¨¦bil, inmersos ahora en la cultura de la queja donde todos se consideran v¨ªctimas: del acoso escolar, laboral, sexual, de discriminaci¨®n y dem¨¢s abusos. Hay, empero, una conexi¨®n entre, por una parte, la educaci¨®n estoica de la mente y el control del discurso interior y, por otra, la psicolog¨ªa cognitivista y la autoayuda inspirada por ella. Estas tratan de mudar el estilo de pensamiento, acabar con lo ¡°negativo¡± (rumiaci¨®n, ¡°terribilizaci¨®n¡±, etc¨¦tera) que genera ansiedad y estr¨¦s, males ubicuos en la modernidad tard¨ªa. Pero el estoicismo es mucho m¨¢s extremo. Para alcanzar la serenidad hay que sacrificar la esperanza, fuente de decepci¨®n, acostumbrarse a la soledad y anticipar lo peor, el dolor y la propia muerte, siempre presente en el juicio. Todo lo que oculta la sociedad civilizada actual, consumidora del soma orwelliano.
El estoicismo impele a centrarse en el presente porque el futuro, concepto ajeno a la Antig¨¹edad, se ignora y el pasado puede ser fuente de pesadumbre. Tambi¨¦n desecha la esperanza, fuente de potencial decepci¨®n. Predica el desapego de los bienes sociales ¡ªriqueza y fama¡ª, de la amistad. La insistencia del estoicismo en el presente no tiene, pues, nada que ver con su valoraci¨®n actual en el g¨¦nero de la autoayuda, que mezcla influencias budistas con la New Age, y vincula el valor del presente con el de la ¡°experiencia¡±.
La concepci¨®n de la felicidad de la filosof¨ªa helen¨ªstica, y del estoicismo en particular, es opuesta a la de la modernidad tard¨ªa. La de la Antig¨¹edad forma parte de un ideal normativo; por ello, la felicidad se emparenta con la virtud y esta, con la raz¨®n. Su objetivo es lograr la quietud, la ausencia de turbaci¨®n a trav¨¦s de la eliminaci¨®n de las pasiones y el control emocional continuo. Es una felicidad negativa, como falta de desasosiego, de intranquilidad. Por el contrario, el ideal de la felicidad contempor¨¢neo no es ¨¦tico, sino psicol¨®gico. Y ello porque la psicolog¨ªa es la ¨¦tica de la modernidad tard¨ªa. Y el de nuestra felicidad es, al menos desde hace dos d¨¦cadas, positivo. Es un ideal que no pide renuncias y cuya posesi¨®n se valora culturalmente. La felicidad ¡°positiva¡± posee una afinidad electiva con el triunfo, con la ¡°inteligencia emocional¡±, con las ¡°habilidades¡± ¡ªlo que quiera que esto sea¡ª, con la capacidad de sentir ¡°el poder de la mente¡± y dem¨¢s creencias populares propias del pensamiento m¨¢gico.
La modernidad hunde sus ra¨ªces en dos anclas, el sentimiento y la raz¨®n. El estoicismo s¨®lo en esta. Un requisito para la tranquilidad y el cuidado de s¨ª es el abrazo de la autarqu¨ªa estoica. La serenidad se alcanza a costa de la soledad, o al menos de su abrazo si ello es preciso. La cultura moderna valora la autosuficiencia ¡ªuna de las claves del ¨¦xito de la autoayuda en una sociedad de solitarios¡ª como ancla de seguridad y porque impera la desconfianza interpersonal. La valoraci¨®n de la autosuficiencia, clave en la ¡°era del vac¨ªo¡±. Pero, a pesar del valor cultural de aquella, porque as¨ª lo ordenan los manuales de consejos psicol¨®gicos, hombres y mujeres hipermodernos son seres dependientes ¡ªde los otros, reales o virtuales, de los artefactos tecnol¨®gicos¡ª. Porque la dependencia es la materia de la sociedad. Tambi¨¦n de la contempor¨¢nea, aunque el valor de la independencia ¡ªen el sentido estadounidense¡ª quiera olvidarlo.
Hu¨¦rfanos de creencias fuertes, sin apenas instituciones que ofrezcan seguridad ante la incertidumbre sist¨¦mica del poscapitalismo, los contempor¨¢neos vuelven sus ojos a una Antig¨¹edad tambi¨¦n individualista y descre¨ªda. Al estoicismo pasado por un anacronismo interesado, el de la industria de la felicidad. A una filosof¨ªa pr¨¢ctica y asequible para el lector, pero estremecedora en su rigor racional y en su pesimismo. El hombre busca fuentes de sentido. En las religiones, en las ideolog¨ªas, tambi¨¦n en la filosof¨ªa.
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