La cultura de la queja
Internet proporciona herramientas de valoraci¨®n por parte de los usuarios, pero, ?podemos fiarnos de las opiniones de la multitud?
Hace veinte a?os, si uno quer¨ªa conocer una opini¨®n juiciosa sobre una pel¨ªcula reci¨¦n estrenada, le¨ªa en el peri¨®dico o en una revista cinematogr¨¢fica la cr¨ªtica de alg¨²n gacetillero de su confianza. M¨¢s tarde, Internet tom¨® el control de nuestras vidas y los medios de comunicaci¨®n tradicionales comenzaron a perder toda su autoridad en favor de blogueros, frikis y diletantes. La cr¨ªtica de todo tipo se convirti¨® en una Torre de Babel.
Nacieron webs que emulaban la democracia directa y que permit¨ªan medir, a trav¨¦s de los votos de los espectadores, la valoraci¨®n popular de una pel¨ªcula. IMDb (Internet Movie Database), la pionera, es una gigantesca base de datos en la que se puede encontrar informaci¨®n de casi todos los productos audiovisuales creados en cualquier parte del mundo, desde El acorazado Potemkin hasta ?guila Roja. En cada ficha aparece una sinopsis argumental, los elencos t¨¦cnico y art¨ªstico, fotograf¨ªas, datos de recaudaci¨®n, tr¨¢ileres, cr¨ªticas, etc¨¦tera. Pero, adem¨¢s, hay siempre una puntuaci¨®n ¡ªde 0 a 10¡ª calculada con los votos de los internautas que se registran libremente y opinan.
?Pueden servir esas valoraciones democr¨¢ticas como gu¨ªa? ?Puede uno confiar en el criterio estad¨ªsticamente equilibrado de la multitud? La cineasta ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde usa habitualmente IMDb para consultar datos profesionales, pero jam¨¢s se fija en las valoraciones. ¡°No me interesan y no me fiar¨ªa. Los gustos son individuales; algo que a unos les encanta a otros les puede espantar, y viceversa¡±. Un amigo matem¨¢tico, sin embargo, me da una interpretaci¨®n m¨¢s cientificista: ¡°La estad¨ªstica social es ¨²til para medir todo tipo de par¨¢metros porque establece un valor medio otorgado por la comunidad que permite comparar entre un elemento y otro. En este caso, una pel¨ªcula que obtenga un 9 de valoraci¨®n media puede disgustar a alguien, sin duda, pero tendremos que admitir que esa estimaci¨®n general debe de tener una causa. Una que obtenga un 2, en cambio, tal vez llegue a entusiasmar a un espectador, pero parece probable que sea una basura. Entre uno y otro extremo est¨¢n todos los valores posibles. El secreto es saber determinar cu¨¢l es el valor medio que se corresponde con nuestro gusto o con nuestro nivel cultural¡±.
Pero lo m¨¢s llamativo es la diferencia de juicio que tienen los estadounidenses (o los anglosajones), usuarios preferentes de IMDb, y los latinos espa?oles, usuarios de FilmAffinity. Los primeros son siempre m¨¢s generosos en sus puntuaciones. Las ocho pel¨ªculas candidatas este a?o al Oscar a mejor pel¨ªcula, por ejemplo, ten¨ªan un 12% m¨¢s de valoraci¨®n en IMDb que en FilmAffinity, y entre ellas, El francotirador, por su embrutecida exaltaci¨®n nacionalista, llegaba al 25% de ventaja.
Pero no es s¨®lo una cuesti¨®n de nacionalismo: haciendo la misma comparativa con las pel¨ªculas espa?olas candidatas al Goya del mismo a?o, los anglosajones las apreciaban un 3% m¨¢s que los hispanohablantes de FilmAffinity. Gonz¨¢lez-Sinde, que estudi¨® cine en Los ?ngeles y conoce bien los usos y costumbres de los dos pa¨ªses, no se atreve a hacer un diagn¨®stico concluyente: ¡°Yo percibo que muchas veces en Espa?a usamos la Red para volcar nuestras quejas, cr¨ªticas y percepciones negativas, y menos para lo positivo. Si algo nos ha gustado mucho es raro que nos tomemos la molestia de decirlo p¨²blicamente y dar las gracias. No somos de la cultura del agradecimiento, somos de la tradici¨®n de la queja¡±.
En Europa siempre hemos presumido de aristocratismo art¨ªstico, y tal vez ¨¦sa es la otra explicaci¨®n posible: le exigimos a las pel¨ªculas que rocen lo sublime para darnos por complacidos. Y como lo sublime no puede ser medido demosc¨®picamente ¨Cs¨®lo faltar¨ªa¨C, puntuamos siempre con una insatisfacci¨®n amarga; con un desd¨¦n humano.
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