La UE vista desde el G-20 de Bali
Lo urgente (el desaf¨ªo ruso) no debe desplazar de la agenda lo importante (encarrilar lo mejor posible la posici¨®n de Europa en este mundo con creciente protagonismo del sudeste asi¨¢tico)
Una cumbre del G-20 celebrada en Indonesia es un excelente prisma para divisar el futuro de la UE y ponderar su lugar en el mundo. De entrada, conviene recordar algunos datos que son notorios, pero que es oportuno recalcar para asumir la gran realidad de nuestro siglo: el centro de gravedad del mundo se desplaza a gran ritmo hacia el sudeste asi¨¢tico. Tres de los cuatro pa¨ªses m¨¢s poblados del mundo se hallan aqu¨ª (India, China y el pa¨ªs anfitri¨®n de la cumbre, Indonesia, con casi 280 millones de habitantes); tres de las cinco mayores econom¨ªas del mundo son de la regi¨®n (China, Jap¨®n e India); dos de los principales desaf¨ªos de seguridad (Taiw¨¢n y Corea del Norte) se cuecen en estos lares; la zona es adem¨¢s la gran f¨¢brica del mundo (no solo la potencia manufacturera de China; tambi¨¦n la de Vietnam, los chips de Taiw¨¢n, la alta gama de Jap¨®n o Corea del Sur, los recursos mineros de Indonesia y un largo etc¨¦tera).
Vista en el mapa, parece una media luna asombrosa. El flanco inferior de Bombay a Yakarta y Tokio; el superior, tirando hacia Bangkok, Han¨®i, Hong Kong, Shangh¨¢i, Pek¨ªn o Se¨²l. Un conjunto de desarrollo humano realmente impresionante.
La cumbre del G-20 ha puesto en evidencia varias cosas: el desfile de l¨ªderes que quisieron tener bilaterales con Xi Jinping; el activismo diplom¨¢tico de la India; la proyecci¨®n de Indonesia, gigante poco conocido.
Esta realidad plantea oportunidades, dilemas y desaf¨ªos para la UE. En t¨¦rminos geopol¨ªticos, hay que asumir que EE UU querr¨¢ dirigir de forma cada vez m¨¢s decidida su atenci¨®n a esta ¨¢rea a medida que avance el siglo. Aunque EE UU seguir¨¢ manteniendo medios y ambici¨®n para una proyecci¨®n global, los recursos no son infinitos. Adem¨¢s, la presidencia de Biden es muy eur¨®fila, pero nada garantiza que esto siga siendo as¨ª. Este es uno de los elementos que deben considerarse en el debate sobre la autonom¨ªa estrat¨¦gica de la UE.
En t¨¦rminos manufactureros, la competencia que esta regi¨®n supone va a ser despiadada. China es la f¨¢brica del mundo; Jap¨®n, Corea del Sur y Taiw¨¢n, grandes productores de alta gama. Pa¨ªses como Vietnam o la propia Indonesia tienen margen para seguir ganando considerable terreno. Esta ¨²ltima tiene un importante potencial minero, que se suma a la primac¨ªa de China en este sector espec¨ªfico. Las empresas de la UE deber¨¢n auscultar con m¨¢xima atenci¨®n esta din¨¢mica, ver qu¨¦ opciones tienen para diversificar producci¨®n deslocalizada de China a otros pa¨ªses ¡ªpara depender menos de un gigante posible adversario¡ª y perfilar c¨®mo mantener manufactura europea competitiva.
En t¨¦rminos tecnol¨®gicos, mientras EE UU retiene una primac¨ªa global clara, China avanza a gran ritmo en ¨¢reas clave como la inteligencia artificial; Corea y Jap¨®n, de nuevo, son actores punteros; la India podr¨ªa serlo en un futuro no lejano. Europa debe reflexionar sobre sus muchas debilidades ante la carrera de los punteros.
Los pa¨ªses europeos siguen siendo m¨¢s pr¨®speros que la mayor parte de la regi¨®n del sudeste asi¨¢tico. Su calidad democr¨¢tica es un activo que seguir¨¢ dando los frutos propios de la libertad. Su historia y patrimonio cultural acompa?an luminosamente su camino. Pero conviene no dormirse en un eurocentrismo inconsciente. Lo urgente ¡ªel desaf¨ªo ruso¡ª no debe desplazar de la agenda lo importante ¡ªencarrilar de la mejor manera posible la posici¨®n de Europa en este mundo con creciente protagonismo asi¨¢tico¡ª.
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