El fin de semana empieza el jueves
?Por qu¨¦ alguien renunciar¨ªa a trabajar menos a cambio del mismo sueldo?
En la lista de tendencias de Twitter a menudo se cuelan conceptos en apariencia cr¨ªpticos. Hace unos d¨ªas me llam¨® la atenci¨®n el siguiente: ¡°el 38%¡±. Con la cifra se hac¨ªa referencia a este titular de La Raz¨®n: ¡°El 62% de los espa?oles se acoger¨ªa a la semana laboral de cuatro d¨ªas sin p¨¦rdida de sueldo¡±, un dato que proced¨ªa de una encuesta de Infojobs. Los comentarios manifestaban una clara sorpresa: @Malamente suger¨ªa que el 38% restante no hab¨ªa entendido la pregunta, @SiberetSiberet apuntaba que estas personas necesitaban un abrazo y @Aquel_Coche contestaba con capturas de pantalla de un v¨ªdeo de Pantomima Full que satiriza a los adictos al trabajo.
El 38% restante no entendi¨® la pregunta. pic.twitter.com/Yw2GrLa02A
— ?Malamente?? (@MalaMalamente) December 16, 2022
El 38% pic.twitter.com/S0MUMdLQ9t
— Aquel Coche (@Aquel_Coche) December 14, 2022
La sorpresa es comprensible: ?por qu¨¦ alguien rechazar¨ªa la oferta? Una de las bases de la econom¨ªa capitalista es conseguir la m¨¢xima diferencia entre lo que se vende (en este caso, horas de trabajo) y lo que se consigue a cambio (el sueldo).
La reducci¨®n de la jornada laboral no es una idea reciente. Richard Nixon, una de las personas menos sospechosas de filocomunismo de la historia, aseguraba en 1956 que trabajar¨ªamos cuatro d¨ªas a la semana ¡°en un futuro no muy distante¡±. Lo de ¡°no muy distante¡± es un concepto amplio y difuso, pero despu¨¦s de casi 70 a?os seguimos m¨¢s o menos igual, exceptuando algunas experiencias aisladas. Por ejemplo, en Jap¨®n, con Toyota y Microsoft, o en el Reino Unido, donde un centenar de compa?¨ªas se sum¨® en noviembre a esta iniciativa. Tambi¨¦n en Espa?a, en algunas empresas de marketing y software. Es verdad que hace poco los empleados de Telef¨®nica rechazaron trabajar un d¨ªa menos, pero este cambio conllevaba una reducci¨®n del sueldo.
La resistencia llama a¨²n m¨¢s la atenci¨®n si recordamos que la reducci¨®n de la jornada laboral ha sido positiva a lo largo de la historia para empresas y empleados: en un art¨ªculo publicado en la revista Harvard Business Review, la periodista Sarah Green Carmichael escrib¨ªa que cuando se pas¨® primero a diez y despu¨¦s a ocho horas de trabajo diario, los directivos se sorprendieron al descubrir que la producci¨®n aumentaba y los errores y accidentes disminu¨ªan.
Y hay margen para seguir recortando. En su libro El valor de la atenci¨®n, el periodista Johann Hari habla de la experiencia de la empresa neozelandesa Perpetual Guardian, pionera en implantar la semana laboral de cuatro d¨ªas. El director de la entidad, Andrew Barnes, se decidi¨® a probar tras leer un estudio que dec¨ªa que el trabajador brit¨¢nico promedio solo pasaba tres horas al d¨ªa trabajando de verdad. No solo eso: el 46% pasaba horas de m¨¢s en la oficina solo porque sus compa?eros tambi¨¦n lo hac¨ªan, un claro ejemplo de lo contagioso que es el presencialismo.
Eso s¨ª, igual que ocurre con el teletrabajo, hay empleos en los que estos cambios no son tan f¨¢ciles. M¨¢s del 90% de las compa?¨ªas espa?olas son pymes, muchas del sector servicios. Es posible organizarse para pasar menos horas en una oficina (o en una redacci¨®n). Pero es m¨¢s dif¨ªcil que un peque?o comercio o un bar puedan asumir los costes de contratar a personal para compensar la reducci¨®n de horas, por no hablar de la mal llamada ¡°econom¨ªa compartida¡± de repartidores y conductores al servicio de plataformas. El Gobierno ha aprobado ayudas de hasta 150.000 euros a las pymes que pongan en marcha la reducci¨®n de jornada, pero est¨¢ por ver si es suficiente.
Quiz¨¢s tambi¨¦n hemos de aprender a respetar el descanso ajeno y no solo a defender el propio. Hace unos d¨ªas se criticaban en Twitter unas declaraciones de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, alcalde de Madrid, que en una entrevista publicada en El Correo dijo que le sorprend¨ªa que en Bilbao todo estuviera cerrado los domingos, algo que no es tan raro fuera de la capital. Del mismo modo que podemos hacer el trabajo de cinco d¨ªas en cuatro, seguro que somos capaces de hacer las compras de siete d¨ªas en seis. O menos. Sobre todo si contamos con un d¨ªa extra de descanso.
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