Navidades oscuras en casa Trump
El panorama judicial del expresidente de Estados Unidos es muy sombr¨ªo y son muchas las posibilidades de que finalmente tenga que acudir a juicio, tanto en el caso de los papeles de Mar-a-Lago como en el de la insurrecci¨®n del 6 de enero
La publicaci¨®n del informe final de la comisi¨®n de la C¨¢mara de Representantes que ha investigado durante el ¨²ltimo a?o y medio los hechos que condujeron al asalto al Capitolio el pasado 6 de enero de 2021, y, en particular, la recomendaci¨®n efectuada por sus nueve miembros (siete dem¨®cratas y dos republicanos) de que el Departamento de Justicia procese al expresidente Donald Trump por cuatro delitos (incitaci¨®n a una insurrecci¨®n, conspiraci¨®n para emitir un falso testimonio y para defraudar a Estados Unidos y obstrucci¨®n de un procedimiento oficial del Congreso) ensombrece todav¨ªa m¨¢s su panorama judicial.
La segunda mitad de 2022 ha sido nefasta para el exmandatario republicano en ese frente: empez¨® en agosto con la entrada y registro por parte del FBI en su residencia oficial de Mar-a-Lago, en Florida, en la que se buscaban (y se encontraron) cientos de documentos clasificados y secretos que Trump no ten¨ªa autorizaci¨®n para sacar de la Casa Blanca tras el final de su presidencia.
Los esfuerzos de Trump por entorpecer la investigaci¨®n del Departamento de Justicia mediante el nombramiento de un maestro especial que bloqueara la misma mientras examinaba uno a uno cada documento intervenido, inicialmente amparados por una juez de distrito en una decisi¨®n embarazosamente mal fundamentada, fueron liquidados sin ambages por el Und¨¦cimo Circuito Federal de Apelaciones (la orden, para mayor escarnio, fue dictada por dos magistrados nombrados por el propio Trump ¡ªy otro por George Bush hijo¡ª).
Anticip¨¢ndose a la decisi¨®n del Und¨¦cimo Circuito y al dictamen de la C¨¢mara de Representantes, el fiscal general Merrick Garland nombr¨® en noviembre a Jack Smith, fiscal especializado en cr¨ªmenes de guerra en La Haya, con la misi¨®n de concentrarse en la investigaci¨®n de los papeles de Mar-a-Lago y de la insurrecci¨®n del 6 de enero.
Por lo tanto, en cualquier momento con posterioridad a las Navidades podemos esperar del fiscal especial Smith una decisi¨®n sobre la incoaci¨®n de un procedimiento penal en una o en ambas investigaciones (en principio, la relativa a los papeles de Mar-a-Lago deber¨ªa ser la primera, dado que como investigaci¨®n es probablemente menos compleja y est¨¢ m¨¢s avanzada).
Lo m¨¢s llamativo, sin embargo, es que estas son solo las dos investigaciones m¨¢s importantes, pero ni mucho menos las ¨²nicas, que pueden concluir en una acusaci¨®n formal contra el expresidente Trump. Este mismo mes de diciembre se ha condenado a dos de las empresas de su grupo societario por fraude fiscal (un caso en el que Trump no estaba acusado, pero que puede acabar volvi¨¦ndose contra ¨¦l, especialmente una vez que, tras a?os de peleas, la C¨¢mara de Representantes obtuvo este mes y ha decidido publicar sus declaraciones tributarias, que Trump, al contrario que todos los expresidentes antes de ¨¦l, se hab¨ªa negado en redondo a hacer p¨²blicas). Dicha publicaci¨®n puede abrir nuevos frentes judiciales contra ¨¦l. Por otra parte, siguen en pie numerosas demandas de mujeres que acusan a Trump de agresi¨®n y/o acoso sexual.
Todo ello conforma, como digo, un panorama judicial muy sombr¨ªo, en el que las posibilidades de que Trump finalmente tenga que acudir a juicio son cada vez m¨¢s elevadas. Tanto en el caso de los papeles de Mar-a-Lago como en el caso de la insurrecci¨®n del 6 de enero los indicios contra Trump son bastante claros, al menos por los datos que se han hecho p¨²blicos hasta el momento.
A eso hay que a?adir el hecho de que Trump no ser¨ªa ni mucho menos el ¨²nico acusado en ninguno de los dos procedimientos (de hecho, el Comit¨¦ de la C¨¢mara de Representantes ha recomendado el procesamiento de varios de sus colaboradores). Y el incentivo para ¨¦stos de obtener penas inferiores a cambio de delatar a sus superiores resulta evidente y sin duda ser¨¢ explotado por Smith y su equipo.
Y en mitad de esta jungla de potenciales querellas, apelaciones, mociones, y vistas orales, el expresidente anunci¨® el mes pasado su intenci¨®n de volver a presentarse a las elecciones de 2024, con dos intenciones ligeramente contradictorias entre s¨ª.
En primer lugar, todo parece indicar que uno de los factores primordiales en la decisi¨®n de Trump de volver a presentarse es la creencia de que dicha decisi¨®n hace m¨¢s dif¨ªcil que el procesamiento se llegue a producir -aunque la trayectoria de Smith parece indicar que, si considera que tiene material suficiente para procesar al expresidente, el hecho de que ¨¦ste se vaya a presentar nuevamente a las elecciones no va a inhibirle en modo alguno-.
Al mismo tiempo, si Smith acaba querell¨¢ndose formalmente contra Trump en uno o ambos de los casos que hemos estado comentando, Trump conf¨ªa al menos que un eventual procesamiento provoque que los votantes republicanos, como en las caravanas del Oeste de anta?o, ¡°le rodeen con sus vagones¡± y hagan causa com¨²n con ¨¦l, creando un relato de ¡°persecuci¨®n pol¨ªtica¡± con el que pretende influir en los Tribunales.
?Puede alguno de los actuales casos impedir que Trump llegue a presentarse? S¨ª ¡ªporque, al menos en los dos supuestos que Jack Smith est¨¢ investigando, una condena penal conllevar¨ªa al mismo tiempo su inhabilitaci¨®n para el ejercicio de cualquier cargo p¨²blico¡ª, pero con un caveat importante: es pr¨¢cticamente imposible que, por r¨¢pido que act¨²e el equipo de Smith, se puedan tramitar dos procedimientos tan complejos ¡ªespecialmente el relativo a la insurrecci¨®n del 6 de enero¡ª de manera tal que haya sentencias firmes antes de noviembre de 2024.
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