Miseria y gloria de la cr¨ªtica y del amor
Mario Vargas Llosa ha acabado un libro y est¨¢ en puertas de publicarlo, y en ese espacio sagrado entre el punto final y la librer¨ªa, su vida ha convulsionado
Despu¨¦s de irse de casa de Isabel Preysler, Mario Vargas Llosa le envi¨® por mensajero, con ¨¢nimo conciliador, el manuscrito de su ¨²ltimo libro. S¨®lo Dios sabe el terror que invade a un escritor cuando acaba su novela y se la env¨ªa a la gente que quiere para recabar las primeras opiniones. S¨®lo Dios sabe las horas que pasa un escritor sin hacer nada esperando a que alguien acabe de leer lo que lleva tantos meses escribiendo en soledad. Pues bien: la periodista Beatriz Cort¨¢zar ha contado que, tras recibir el manuscrito, Isabel Preysler contest¨® a Vargas Llosa con una carta en la que le dec¨ªa que no volviese a casa, que la ruptura era total. Estamos probablemente ante la cr¨ªtica literaria m¨¢s demoledora que vieron los siglos, una cr¨ªtica que funde al autor y su obra conden¨¢ndolos al mismo destino. Uno se imagina a un premio Nobel que, por deferencia, por amor, env¨ªa en exclusiva su siguiente libro, y a Preysler respondiendo: ¡°Hasta aqu¨ª hemos llegado, esta narraci¨®n no hay por d¨®nde cogerla, pierdo el hilo, la sintaxis es de locos. No vuelvas por aqu¨ª, Tamara est¨¢ espantada¡±.
En realidad, los motivos de la ruptura no se conocen porque hay dos versiones, que siempre es la primera consecuencia de una separaci¨®n: airear atestados diferentes. Tampoco hace falta y tampoco nos deber¨ªa interesar: si no se detallan en p¨²blico los motivos del amor, para qu¨¦ los de la ruptura. Pero nos interesan, claro, somos humanos, queremos saber si nuestras relaciones tienen los mismos problemas que los de Preysler y Vargas Llosa. En cualquier caso, que Vargas Llosa se fuese de casa e Isabel Preysler le escribiese para dejarlo es como cuando aquel personaje de Woody Allen llam¨® a su novia, ella le dijo que se hab¨ªa ido a vivir con otro y ¨¦l explot¨®: ¡°Mira, esto es el colmo, rompo contigo¡±.
Leo estos d¨ªas Miseria y gloria de la cr¨ªtica literaria (Punto de Vista, 2022), con edici¨®n y pr¨®logo de Constantino B¨¦rtolo, en donde se recogen cr¨ªticas que despedazan a autoras y autores consagrados o a punto de consagrarse. Mary McCarthy, por ejemplo, sobre Lillian Hellman: ¡°Todas las palabras que escribe son mentiras. Incluyendo ¡®y¡¯, ¡®¨¦l¡¯, ¡®la¡¯ y ¡®lo¡±. Mi preferida es la del laconismo gallego de Valle Incl¨¢n para referirse a Jos¨¦ de Echegaray: ¡°Un viejo idiota¡±, porque a veces tratamos de racionalizar con argumentos densos y elaborados lo que es, simplemente, un insulto. Pues insulta, hombre, no nos des la tabarra con 800 palabras para demostrarnos que puedes llamar ¡°viejo idiota¡± a alguien citando a S¨¦neca. No est¨¢, por desgracia, aquella cr¨ªtica maravillosa que le lanz¨® Joyce a Proust: ¡°Los lectores llegan al final de las frases de Proust antes de que ¨¦l termine de escribirlas¡±. Ni tampoco, por una cuesti¨®n temporal, la de Isabel Preysler: ¡°No te quiero ver m¨¢s¡±.
Esa cuesti¨®n es la que se ha olvidado de todo este turbio asunto. Mario Vargas Llosa ha acabado un libro y est¨¢ a punto de publicarlo, y en ese espacio sagrado entre el punto final y la librer¨ªa, su vida ha convulsionado. Quien ha escrito un libro, por muchos nobeles que haya ganado (la idea de que el columnista futbolero crea que el Nobel es como la Champions; se puede ganar varias veces), sabe que ese tiempo es el tiempo virtuoso que antecede a la cosecha, pleno de miedos e inseguridades. Ese libro, que va sobre m¨²sica criolla, es todo lo que Vargas tiene ahora, y de alguna manera tuvo siempre. Y nunca lo va a dejar por carta.
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