Los peligros de la ¡®ley trans¡¯
La alerta sobre los riesgos e incoherencias de la nueva norma, que debe pasar por el Senado, han llegado desde puntos de vista muy diferentes
La ley del solo s¨ª es s¨ª ha servido para rebajar las penas que hab¨ªan recibido delincuentes sexuales cuando reg¨ªa una ley que se modific¨® porque, se dec¨ªa, era demasiado laxa. La intenci¨®n, matizan, era buena: solo faltar¨ªa. Pero la experiencia sugiere que se legisle con m¨¢s humildad y rigor. Desde puntos de vista muy diferentes se ha alertado de riesgos e incoherencias de la ley trans, que debe pasar por el Senado. El debate ha sido particularmente intenso dentro del feminismo. Hay objeciones a algunos de sus planteamientos. Soledad Gallego-D¨ªaz escrib¨ªa: ¡°Si ser mujer es un deseo ¨ªntimo, en lugar de una construcci¨®n social, habr¨¢ que cambiar el significado que ven¨ªa dando el feminismo a esa palabra y desvincularla de la lucha social por la igualdad¡±. Otros han se?alado una paradoja: se rechaza la clasificaci¨®n, pero se crean nuevas clasificaciones, el movimiento supuestamente emancipador termina defendiendo visiones estereot¨ªpicas sobre lo que es un hombre o una mujer, y los herederos de Foucault acaban disciplinando los cuerpos. Otras consecuencias, como ha se?alado Segismundo ?lvarez, son pr¨¢cticas. As¨ª, pueden solicitar el cambio de sexo los menores de 16 a?os sin ning¨²n requisito y los de 14 y 15 con consentimiento de los progenitores o de un representante legal. No est¨¢ claro que todo el que tenga esa edad pueda valorar bien lo que implica esa decisi¨®n, y m¨¢s si va acompa?ada de tratamientos con efectos como anorgasmia, esterilizaci¨®n y graves consecuencias m¨¦dicas. Los adolescentes son demasiado j¨®venes para elegir sus estudios, pero lo bastante maduros para tomar una decisi¨®n as¨ª. Ha habido un aumento de los casos; cada vez m¨¢s chicas reclaman el cambio. En otros pa¨ªses se han rectificado normativas y recomiendan una ¡°espera vigilante¡±. Hay otros ejemplos de legislaci¨®n basura, como las sanciones por v¨ªa administrativa ¡ªmenos garantistas¡ª a expresiones ofensivas o la prohibici¨®n de las terapias de ¡°contracondicionamiento¡±, que no se sabe bien lo que son, aunque haya consentimiento, porque al parecer algunas autodeterminaciones son m¨¢s iguales que otras. La regulaci¨®n y la amenaza de sanciones dejar¨¢ en una posici¨®n dif¨ªcil a los m¨¦dicos. La protecci¨®n de un colectivo vulnerable no necesita ir acompa?ada del batiburrillo seudocient¨ªfico que niega la biolog¨ªa, ni deber¨ªamos permitir que el activismo adanista deje desprotegido a otro colectivo vulnerable.
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