?Y ahora qu¨¦ har¨¢ el papa Francisco?
Se ha especulado en todo el mundo y de forma m¨¢s marcada en los sectores m¨¢s conservadores de la Iglesia sobre la renuncia del m¨¢ximo pont¨ªfice
Enterrado el papa em¨¦rito, Benedicto XVI, se le plantea al Papa en funciones, Francisco, el dilema de Sof¨ªa: ?Seguir o renunciar tambi¨¦n ¨¦l? ?Y renunciar por qu¨¦? Si es por salud, ir¨ªa en contra de miles de a?os de historia de la Iglesia. Todos los papas, menos uno hace casi siete siglos, se mantuvieron al frente de la Iglesia, a¨²n muy enfermos, hasta la muerte.
?Y entonces el ahora fallecido, el papa alem¨¢n Joseph Ratzinger, que renunci¨® a sus funciones no por enfermedad, sino porque la Curia Romana le hab¨ªa hecho la vida imposible y, como ¨¦l confes¨®, se vio de repente ¡°rodeado de lobos¡± que quer¨ªan devorarlo?
La pregunta que se hace la Iglesia es si el caso del Papa reci¨¦n fallecido podr¨¢ repetirse o si se habr¨¢ tratado de algo ¨²nico. De ah¨ª la pregunta que se escucha machaconamente estos d¨ªas sobre si tambi¨¦n el papa Francisco piensa en renunciar. Quienes lo desean son aquellos dentro de la Iglesia que nunca aceptaron la peque?a o gran revoluci¨®n producida por la llegada al papado del cardenal argentino, el primer pont¨ªfice de la Iglesia en 20 siglos que renunci¨® a llamarse papa para ser simplemente, como en los albores del cristianismo, ¡°obispo de Roma¡±.
Estos d¨ªas sobre la posible renuncia del papa Francisco por motivos de salud se ha especulado en todo el mundo y de forma m¨¢s marcada en los sectores m¨¢s conservadores de la Iglesia que nunca vieron con buenos ojos la llegada de la revoluci¨®n franciscana del nuevo Papa.
El papa Francisco puede ser todo menos desprevenido. Los conservadores han lanzado enseguida la noticia de que ¨¦l ya habr¨ªa dejado escrita su renuncia en caso de imposibilidad f¨ªsica para continuar al frente de la Iglesia. En verdad eso no ser¨ªa necesario, ya que tendr¨ªa lugar no en caso de simple enfermedad, ya que todos los papas siguieron al frente de la Iglesia a¨²n muy enfermos, mientras mantuvieron sus facultades mentales. Y si se tratara de renunciar en caso de imposibilidad ps¨ªquica para dirigir la Iglesia, la decisi¨®n la tomar¨ªan los cardenales no ¨¦l.
El problema reside en que el caso de Benedicto XVI fue ¨²nico en la Iglesia. Renunci¨® no por problemas de salud, sino porque el poder que siempre tuvo la Curia en el Vaticano le estaba haciendo la vida imposible. No creo que eso pueda repetirse con el papa Francisco que hasta ahora ha sabido muy bien lidiar con esos poderes ocultos del Vaticano y ensanchar las aperturas de la Iglesia al mundo de hoy.
Si acaso, lo que el papa Francisco ha dejado entender a su c¨ªrculo m¨¢s pr¨®ximo y fiel es que la decisi¨®n que hab¨ªa tomado Benedicto XVI de renunciar al papado no por motivos de salud sino por las dificultades que encontraba en gobernar, es que no deber¨ªa repetirse el hecho de que el papa renunciante continuara siendo papa, vestido de blanco, viviendo en el Vaticano e influenciando, abiertamente o a escondidas, en el debate en curso en la Iglesia entre conservadores y progresistas. As¨ª como no seguir¨ªa llam¨¢ndose ¡°Papa¡± aunque con el adjetivo de ¡°em¨¦rito¡±.
Todo ello lo sabe muy bien Francisco, quien ya ha dado a entender que, si por alg¨²n motivo ¨¦l se sintiera en conciencia el llamado a renunciar, a¨²n l¨²cido, al papado, lo har¨ªa de verdad, dejando de vestir de blanco, de llamarse Papa aunque em¨¦rito y vivir¨ªa fuera del Vaticano, sin ning¨²n influjo en el Gobierno de la Iglesia. Todo ello porque el papa Francisco sabe muy bien que su antecesor y, tras su renuncia, en realidad aunque a veces de forma muy sutil, continu¨® hasta el final dando una mano a los descontentos con los nuevos rumbos de la Iglesia implantados por Francisco.
Es verdad que la dif¨ªcil, sutil y delicada convivencia de los dos papas vivos fue ejemplar gracias sobre todo a la prudencia y diplomacia de Francisco que nunca dej¨® transparentar ning¨²n tipo de roce entre ambos, ni siquiera en los momentos m¨¢s dif¨ªciles en los que sab¨ªa que el ¡°Papa em¨¦rito¡± manten¨ªa contactos con el ala m¨¢s dura y conservadora. El problema es que, si dicha coyuntura continuara repiti¨¦ndose en la Iglesia, podr¨ªa, al rev¨¦s, convertirse en una situaci¨®n de conflicto. Y eso porque se considera que los papas est¨¢n revestidos de un poder que se considera divino, no manchado por las debilidades humanas. Pero la Historia de la Iglesia ense?a que, detr¨¢s de los misteriosos muros del Vaticano, siempre hubo, y probablemente seguir¨¢n existiendo, debilidades humanas, juegos de poder e intereses poco divinos.
De ah¨ª la dif¨ªcil situaci¨®n que le espera al papa Francisco, un verdadero dilema de Sof¨ªa de cuya soluci¨®n podr¨¢ depender el futuro de esa instituci¨®n secular del papado romano, sin duda la instituci¨®n que hasta la llegada de Francisco se ha resistido a seguir el ritmo de la revoluci¨®n obrada en el mundo secular.
Una vez le¨ª en la entrada de un monasterio de clausura de Espa?a una inscripci¨®n en lat¨ªn que dec¨ªa: ¡°Nunca reformada porque nunca deformada¡±. ?Se podr¨ªa escribir eso hoy de la Iglesia del Vaticano? El papa Francisco con su actitud revolucionaria del papado ya la est¨¢ reformando y es de esperar, conoci¨¦ndolo, que seguir¨¢ haci¨¦ndolo ahora con m¨¢s motivo despu¨¦s de la muerte de su antecesor.
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