Los artilleros libran en Navidad
Una breve tregua unilateral, sin mediadores internacionales, no llega ni siquiera a trampa. Nadie la cree
Vlad¨ªmir Putin ha ordenado una tregua de 36 horas con motivo de la Navidad que los cristianos orientales celebran el d¨ªa de la Epifan¨ªa. Pocos le han obedecido. Los combates terrestres han proseguido, especialmente alrededor de Bajmut, donde se libra una despiadada batalla casa por casa, con destacada participaci¨®n de los mercenarios de la compa?¨ªa privada Wagner, contratista especializada en reclutar presos con largas condenas a cambio de un buen sueldo y del indulto en el caso improbable de que sobrevivan.
El patriarca Kiril, metropolitano de Mosc¨² con pretensiones de control sobre la ortodoxia ucrania y feroz inspirador religioso de la guerra, ha sido tambi¨¦n ahora el manso inspirador de la tregua. En pocas ocasiones puede Putin enfundarse la piel de cordero con alguna posibilidad de ¨¦xito, al menos entre los m¨¢s excitados de sus partidarios, c¨®modamente arrellanados en las truculentas tertulias de las televisiones gubernamentales, y siempre dispuestos a denunciar a sus generales por ineptos e insuficientemente belicosos y a demandar con sus bravatas incluso la utilizaci¨®n del arma nuclear.
Una breve tregua unilateral, sin mediadores internacionales, no llega ni siquiera a trampa. Nadie la cree. Es una simple operaci¨®n propagand¨ªstica dirigida a la poblaci¨®n rusa y destinada a mantener vivo el teatrillo de figurantes del Kremlin, donde Putin puede escenificar un debate sobre estrategia b¨¦lica, reunirse con las viudas de los ca¨ªdos en combate o felicitar la Pascua para levantar la moral con la compa?¨ªa de unos aseados agentes secretos disfrazados ahora de soldados, luego de marineros y m¨¢s tarde de familiares de los soldados o de devotos cristianos.
Su ej¨¦rcito solo muestra alguna eficacia en dos tipos de operaciones: las de repliegue para evitar derrotas mayores y las propagand¨ªsticas, como la tregua ahora anunciada. El resto son batallas perdidas y, salvo un caso, el de Jers¨®n, retiradas desordenadas y catastr¨®ficas, acompa?adas de vandalismo, pillaje y cr¨ªmenes de guerra. Con una tregua propagand¨ªstica al menos desv¨ªa la atenci¨®n ante tanta mala noticia, como la muerte bajo las bombas ucranias de centenares de reclutas en Makiivka, el suministro de veh¨ªculos blindados franceses, estadounidenses y alemanes al Ej¨¦rcito ucranio o el brillante y persuasivo discurso de fin de a?o de Volod¨ªmir Zelenski.
La ¨²nica tregua cre¨ªble hubiera sido el cese indefinido de los bombardeos rusos sobre las ciudades, una ocasi¨®n bien plausible para abrir contactos en direcci¨®n a la paz. A Putin no pod¨ªa ni ocurr¨ªrsele, porque ser¨ªa renunciar a la ¨²nica estrategia que le funciona, puesto que solo exige ca?ones, munici¨®n y crueldad suficiente para convertir a los civiles en objetivo militar y debilitar as¨ª la moral del adversario para negociar con ventaja.
No ha sido una tregua, sino una breve libranza para que los artilleros pudieran acompa?ar a los popes putinistas en sus celebraciones de la Pascua ortodoxa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.