Tsunami
La mejor manera de escribir es dejar que eso m¨¢s grande que nosotros, eso implacable y verdadero, hable. El talento es una fuerza de la naturaleza que se escribe sola, cruda y en libertad desmesurada
Qu¨¦ posibilidades hay de que un escritor se encuentre en el lugar y momento exacto de una tragedia de dimensiones colosales, y que sobreviva, y que tenga la oportunidad de poder contarlo. Sin tener que hacer ning¨²n esfuerzo, se despliega ante ¨¦l algo dif¨ªcil de lograr: una historia, y no una historia cualquiera, sino una de esas historias que nos calan los huesos, con la muerte real y masiva. Este escritor s¨®lo tiene que utilizar su talento y narrar lo vivido. Ya no tiene que rascar los testimonios de otros, ni devanarse los sesos para lograr una ficci¨®n correcta, ni recurrir al subterfugio de quien no encuentra una historia: escribir sus irrelevantes dramas cotidianos para armar un libro que, aunque al final resulte una buena obra, en el proceso ha ido soportando bandazos de un lado a otro, en una borrachera de sinsentidos y aburrimiento.
En un minuto retomar¨¦ este tema del escritor que sobrevivi¨® a la cat¨¢strofe. Pero primero quiero remontarme al domingo 26 de diciembre del a?o 2004. 07.58, hora local en Sri Lanka. Un terremoto submarino de magnitud 9,1 en la escala de Richter, interrumpi¨® el desayuno y la vida de 35.322 personas. El 40% eran ni?os. Como en aquella cita de Boccaccio en El Decamer¨®n, aquella ma?ana miles de personas desayunaron pl¨¢cidamente con sus amigos y familiares, y luego, de noche, cenaron con sus ancestros en el otro mundo.
Aquel d¨ªa. Sonali Deraniyagala, residente en Londres pero nacida en la capital de la isla, a la que hab¨ªa vuelto para pasar las vacaciones de Navidad, trataba de huir en un jeep con su marido y sus dos hijos. En la hu¨ªda ni siquiera se plante¨® llamar a la puerta de la habitaci¨®n de hotel donde se alojaban sus padres, simplemente cogi¨® a sus dos hijos y corri¨® desde algo desconocido hasta ese otro algo tambi¨¦n desconocido. En el imaginario de todos aquellos que no hemos vivido un tsunami, vemos olas gigantescas rompiendo como monta?as de agua sobre la tierra, pero Sonali cuenta que durante esa huida, el jeep no fue revolcado de repente por un golpe de agua, sino que de manera paulatina comenz¨® a inundarse desde abajo, como si el agua, en lugar de provenir del mar, brotara a superficie desde el interior de la tierra. Tal como lo cuenta Sonali, yo lo imagino m¨¢s como un diluvio de dimensiones apocal¨ªpticas que como un tsunami, pero el agua corr¨ªa en sentido inverso: desde la tierra hacia el cielo.
Desde la tierra hacia el cielo, el mismo recorrido que hicieron los m¨¢s de 35.000 muertos. Aquel domingo, Sonali perdi¨® a sus dos hijos de cinco y siete a?os, a su marido, a su madre, a su padre y a su mejor amiga. El hombre que la rescat¨® de las aguas dijo que nunca ¡ªni siquiera en el desconcierto que vio durante ese d¨ªa y los d¨ªas posteriores¡ª hab¨ªa visto una imagen tan extra?a como la de Sonali: medio desnuda y toda cubierta de barro, no buscaba a sus hijos, no ped¨ªa auxilio, s¨®lo daba vueltas sobre s¨ª misma, como ese juego en que los ni?os giran y giran hasta marearse para caer al suelo. As¨ª la encontr¨®. Ni el hombre ni Sonali entendieron nunca qu¨¦ estaba haciendo.
Hicieron falta nueve a?os para que Sonali compartiera su testimonio en el libro Wave. Hasta hace pocos d¨ªas no me interes¨¦ por ¨¦l. Comet¨ª un error ya fosilizado: cre¨ª haber entendido el tsunami en el libro De vidas ajenas, de Emmanuel Carr¨¨re, escritor internacionalmente galardonado cuya obra sigo y aplaudo. Mi error fue confiar una vez m¨¢s en que el talento literario pueda llegar a lograr una mejor historia, m¨¢xime cuando su autor la ha protagonizado, y es que aquel d¨ªa tambi¨¦n Carr¨¨re se encontraba de vacaciones en Sri Lanka, cuando el tsunami le permiti¨® vivir ¡ªcomo suele decirse¡ª para contarlo. Pero ocurre que Carr¨¨re no lo cont¨®, o no lo cont¨® en toda su profundidad. Es cierto que su tragedia no fue tan profunda, no perdi¨® a nadie, pero s¨ª vio y oli¨® a los muertos, oy¨® los llantos, huy¨® de la locura instalada en la cara de las personas que, como Sonali, hab¨ªan visto interrumpida su cadena de ADN para siempre, ¨²ltimos eslabones, sueltos y perdidos en el fango, abandonados desde el pasado ¡ªla muerte de sus padres¡ª hasta el futuro ¡ªla muerte de sus hijos¡ª. Sin ayer. Sin ma?ana. S¨®lo una peonza que da vueltas sobre s¨ª misma.
Sonali Deraniyagala nunca hab¨ªa escrito nada antes de este libro, y, hasta donde s¨¦, no ha vuelto a escribir otro libro. Ignoro si era buena lectora, pero estoy convencida de que no le hizo falta ning¨²n tipo de conocimiento literario para escribir un libro m¨¢s literario que el de Carr¨¨re.
Esto no es una cr¨ªtica literaria, de hecho no tiene nada que ver con ninguna de las dos obras de las que hablo, sino con una pregunta: ?qu¨¦ hace extraordinario a un gran escritor? La respuesta es imposible, pero tengo la certeza de que existen ciertos accidentes que se interponen entre el talento de un escritor y su obra: el despliegue de erudici¨®n, el lastre de la cr¨ªtica, la obsesi¨®n por permear el texto con eso que se considera el estilo propio, una egolatr¨ªa que a su vez viene marcada por las enormes librer¨ªas cargadas de libros, como si tuvieran que aguantar, para que no se caigan, las paredes de esa ficci¨®n que somos y que hemos creado para que los dem¨¢s nos vean como nos gustar¨ªa ser. Todo esto juega en contra de la obra cuando se trata de exhibirlo, de lo contrario, ?cu¨¢l ser¨ªa la explicaci¨®n para esos miles de obras de autores que s¨®lo han escrito un ¨²nico y excelente libro sin saber poco o nada de literatura? Sin embargo, esos libros no est¨¢n en nuestras librer¨ªas, todos terminamos leyendo lo mismo, pero el caso es que ni el autor m¨¢s galardonado debe dejar que su biblioteca personal, sus lecturas acad¨¦micas o la ¨²ltima moda en teor¨ªa literaria se interpongan en la vida del texto.
Del libro de Carr¨¨re apenas recuerdo su narraci¨®n como v¨ªctima del tsunami. Sin embargo, s¨ª recuerdo esa otra historia paralela y para m¨ª tediosa que tiene que ver con el sistema judicial franc¨¦s.
?C¨®mo puede ser que una historia sobre la parte m¨¢s burocr¨¢tica de la carrera de un juez se imponga a un relato con un potencial de creaci¨®n tan grande como las vidas que se cobr¨®? La respuesta que yo me doy es que los ojos de Carr¨¨re estaban velados por las cataratas de la intelectualidad, de su educaci¨®n literaria, de la cr¨ªtica. Carr¨¨re no pudo contar la verdad del tsunami porque, aunque lo sufri¨®, no fue capaz de verlo sin interferencias literarias. Ahora que he le¨ªdo el libro de Sonali me confirmo en que la mejor manera de escribir es dejar que eso m¨¢s grande que nosotros, eso implacable y verdadero, hable. El talento es una fuerza de la naturaleza que se escribe sola, cruda y en libertad desmesurada. Sonali perdi¨® a su familia, pero logr¨® una obra donde el nivel del agua va subiendo en forma de creaci¨®n y verdad. Un buen libro siempre es una cat¨¢strofe, un antes y un despu¨¦s. Si se entiende esto, hasta el detalle m¨¢s irrelevante se puede narrar con el agarre del tsunami m¨¢s poderoso de la historia. Y es que todos, en alg¨²n momento de nuestra vida, tenemos que sobrevivir en las aguas que nos inundan entre las cuatro paredes de nuestro cuerpo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.