No distinguir a Ingrid Bergman de Harpo Marx
Se echa de menos a alguien que recuerde que hay muchos asuntos que terminan en el Congreso y nunca debieron salir de un gag de ¡®Noche de fiesta¡¯. Con sus responsables haciendo la misma escaleta que el director del programa
Me llama una amiga que, hace muchos a?os, abort¨® por circunstancias tan penosas que dan ganas de tirar el teclado contra la pared y salir a la ventana a dictar el art¨ªculo para decirme que, si tuviese que hacerlo ahora (detr¨¢s del verbo abortar suele ir ¡°tuvo que¡± o ¡°se vio obligada a¡±, nunca ¡°le apetec¨ªa¡± o ¡°tuvo el capricho de¡±) le dar¨ªa p¨¢nico ponerse el estetoscopio y escuchar, desde lo m¨¢s profundo, pero muy n¨ªtidamente: ¡°Una loba como yo no est¨¢ pa tipas como t¨²uuuuuu¡±.
La llamada es para que me anime a escribir del asunto. Pero ya han escrito en este diario mejor y con m¨¢s autoridad (Latido, Lara Moreno, entre otras): nada que a?adir. Aunque la llamada, que me hizo soltar una carcajada, me lleva a una cuesti¨®n m¨¢s liviana. El humor ¨Cel absurdo, el negro, el blanco, el irreproducible¨C como v¨ªa de escape de las muchas tonter¨ªas, injusticias y sandeces que hay que aguantar ya no en la pol¨ªtica, que tambi¨¦n, sino en la vida diaria. La capacidad, muy presente en redes sociales y muy poco en medios y tribunas, para reciclar las gilipolleces en chistes. Que se necesita desarmar con argumentos, en el caso que nos ocupa, la mamarrachada de Vox es obvio; que se necesita al lado a gente que se limite a re¨ªrse y se?alar, un poco al modo Nelson, tambi¨¦n. Hay que tomarse en serio estas cosas, pero sin olvidar que su lugar natural deber¨ªa de ser la comedia. Que es otra tragedia espa?ola, no menor: la de haber tomado en serio a este partido cuando ten¨ªa un esca?o y ahora, con el PP abri¨¦ndole las puertas de los gobiernos, no poder tom¨¢rnoslo de otra manera.
En su correspondencia, publicada por Anagrama (Las cartas de Groucho Marx), el humorista recibe una carta destemplada de Warner Bros para disuadirlo de que ruede Una noche en Casablanca, pues los estudios hab¨ªan rodado cinco a?os antes Casablanca (¡°estoy seguro de que el aficionado medio al cine aprender¨¢ oportunamente a distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo¡±, responde, en una larga respuesta, Groucho). El texto es una peque?a obra maestra de c¨®mo desarmar a un adversario con ideas y, mejor, tom¨¢ndoselo a chufla. ¡°Al parecer hay m¨¢s de una forma de conquistar una ciudad y mantenerla bajo el dominio propio¡±, dice. ¡°?Y qu¨¦ me dicen de Warner Brothers? ?Es de su propiedad, tambi¨¦n? Probablemente tengan ustedes el derecho de utilizar el nombre de Warner, ?pero el de Brothers? Profesionalmente, nosotros ¨¦ramos brothers mucho antes que ustedes¡±. Termina Groucho excusando a la compa?¨ªa: ha sido enga?ada por ¡°un picapleitos con hocico de hur¨®n¡±. Pues bien, ¡°ning¨²n aventurero legal con la cara tiznada va a causar animosidad entre los Warner y los Marx. Todos somos hermanos debajo de nuestro pellejo y seguiremos siendo amigos hasta que el ¨²ltimo rollo de Una noche en Casablanca est¨¦ metido en su bobina¡±. Ni que decir tiene que los abogados de Warner no entendieron nada de la carta de Groucho, y respondieron pidiendo, por favor, un adelanto del argumento. El delirio de pel¨ªcula que les plantea Groucho los tumba por KO.
No hablamos de lo mismo, pero en cierta forma s¨ª. En todas esas tertulias donde gente muy enfadada, pol¨ªticos y periodistas, saltan al anzuelo grotesco de propuestas dirigidas exclusivamente a cabrearlos y marcar agenda, se echa de menos a alguien que recuerde, al espectador menos avisado, que hay muchos asuntos que terminan en el Congreso y nunca debieron salir de un gag de Noche de fiesta. Con sus responsables haciendo la misma escaleta que el director del programa.
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