Espa?a emerge como principal Estado pivote de Europa
El Tratado de Barcelona firmado por Macron y S¨¢nchez es uno de los varios momentos de este a?o en los que el nuevo estatus espa?ol en la configuraci¨®n pol¨ªtica del continente resultar¨¢ crucial
La firma del tratado entre Francia y Espa?a ha suscitado comparaciones con el Tratado del El¨ªseo, el documento fundacional del eje franco-alem¨¢n en Europa que estos d¨ªas celebra su 60? aniversario. El vasto alcance del nuevo tratado hace f¨¢cil ver el paralelismo. No s¨®lo abarca el futuro gasoducto submarino de hidr¨®geno entre la costa catalana y Marsella, sino tambi¨¦n un abanico mucho m¨¢s amplio de temas. La amistad entre los dos pa¨ªses es hoy m¨¢s estrecha de lo que ha sido en mucho tiempo. Ha surgido un nuevo eje franco-espa?ol.
Pero el Tratado del El¨ªseo fue el producto de una Europa muy diferente. En 1963, la Comunidad era un bloque de s¨®lo seis miembros. Si Par¨ªs y Bonn se pon¨ªan de acuerdo sobre algo, eso bastaba casi invariablemente para ponerlo en marcha. Nada de eso es ya as¨ª, y la actual inflexibilidad de la relaci¨®n franco-alemana (otra de las motivaciones del Tratado de Barcelona, al menos por parte francesa) muestra c¨®mo le cuesta adaptarse a la Europa actual, m¨¢s grande, m¨¢s polic¨¦ntrica y m¨¢s fluida.
Esta nueva Europa est¨¢ formada por 27 miembros de la UE, ocho Estados candidatos reconocidos (y otros dos candidatos potenciales, Kosovo y Georgia), 20 miembros de la eurozona, pronto 29 miembros de Schengen, cuatro miembros del mercado ¨²nico no pertenecientes a la UE y un antiguo miembro de la UE an¨®malo pero importante (el Reino Unido). Es una Europa que se enfrenta a nuevos retos en cada punto de la br¨²jula: una relaci¨®n transatl¨¢ntica en r¨¢pido cambio al Oeste, un ?rtico en disputa al Norte, guerra y autocracia al Este y sudeste y migraci¨®n y transformaciones demogr¨¢ficas al Sur. Las condiciones relativamente est¨¢ticas y r¨ªgidas de la Guerra Fr¨ªa han dado paso a Europa como un caleidoscopio en constante giro, una Europa de un n¨²mero casi infinito de coaliciones potenciales y prioridades en torno a las cuales construirlas.
Tiene m¨¢s sentido considerar el Tratado de Barcelona no como una respuesta ib¨¦rica tard¨ªa al Tratado del El¨ªseo, sino como un producto de esta Europa fundamentalmente diferente de 2023 y, m¨¢s que eso, una Europa en la que Espa?a est¨¢ especialmente bien situada para actuar como Estado pivote. Los Estados pivote se definen como aquellos que poseen ¡°activos estrat¨¦gicos militares, econ¨®micos o ideol¨®gicos codiciados por las grandes potencias¡±. Pero el t¨¦rmino tambi¨¦n implica cierta capacidad de pivotar entre socios alternativos que a veces no pueden trabajar entre s¨ª (o incluso son rivales). A escala mundial, cabe citar a Turqu¨ªa, Corea del Sur y Brasil. En Europa, Espa?a es el principal ejemplo.
El Gobierno espa?ol ha hecho mucho por reforzarlo con su concepto de ¡°Espa?a nodal¡±. Ha profundizado en sus relaciones con Francia y ha construido una ¡°relaci¨®n especial¡± con Alemania. Espa?a sigue siendo una importante potencia mediterr¨¢nea con v¨ªnculos evidentes con Italia, Grecia y, m¨¢s all¨¢, Turqu¨ªa, pero tambi¨¦n ha estrechado sus relaciones con Estados del norte de Europa como Dinamarca y Suecia. Su tama?o se adapta bien, ya que es lo bastante grande como para entenderse con las principales potencias europeas, pero no tanto como para que los Estados m¨¢s peque?os la consideren prepotente. Su geograf¨ªa suroccidental y peninsular la convierte en un l¨ªder natural en los grandes asuntos multilaterales; est¨¢ especialmente expuesta al cambio clim¨¢tico y la migraci¨®n, es particularmente valiosa para la seguridad energ¨¦tica de Europa y una puerta de entrada a gran parte del sur global gracias a sus v¨ªnculos con Am¨¦rica Latina y ?frica.
Incluso en un ¨¢mbito en el que Espa?a ha tenido menos influencia ¡ªEuropa central y oriental¡ª, el pa¨ªs ha invertido en los ¨²ltimos a?os en una presencia m¨¢s sustancial. ¡°La comunicaci¨®n entre Estonia y Espa?a nunca hab¨ªa sido tan estrecha¡±, dijo la primera ministra estonia, Kaja Kallas, durante una visita de Pedro S¨¢nchez a Tallin en 2021. No pas¨® desapercibido que, tras la invasi¨®n de Ucrania por parte de Rusia, el presidente del Gobierno espa?ol visitara Kiev para mostrar su solidaridad antes que sus hom¨®logos franc¨¦s, alem¨¢n o italiano. Y aunque Espa?a podr¨ªa hacer m¨¢s para ayudar a armar a Ucrania, su apoyo global (bilateral y a trav¨¦s de la UE) es mayor en porcentaje del PIB que el de Alemania, Francia o Reino Unido.
Francia y Alemania siguen siendo, sin duda, m¨¢s poderosas en Europa que Espa?a. Dado el desplazamiento hacia el Este del centro de gravedad del continente, Polonia es probablemente tambi¨¦n m¨¢s poderosa. Pero donde ninguno de estos pa¨ªses puede rivalizar realmente con Espa?a es en el papel de Estado pivote. Francia y Alemania carecen de su agilidad y a menudo son recibidos con recelo en otros Estados miembros (especialmente en el Este). Polonia, como la Italia de Giorgia Meloni, adolece de tener un Gobierno autoritario e instintivamente euroesc¨¦ptico. Pa¨ªses Bajos, Austria y Rumania pueden ser Estados pivote, pero carecen del peso de Espa?a.
El tratado firmado entre Macron y S¨¢nchez es s¨®lo uno de los varios momentos de 2023 en los que el nuevo estatus de Espa?a como principal Estado pivote de Europa ser¨¢ crucial. En julio, asumir¨¢ la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. A finales de a?o, Espa?a acoger¨¢ la tercera cumbre de la Comunidad Pol¨ªtica Europea (CPE), el nuevo di¨¢logo estrat¨¦gico entre 44 nuevos Estados miembros y no miembros de la UE.
Espa?a debe aprovechar este a?o para aumentar a¨²n m¨¢s su ambici¨®n en Europa con tres medidas transformadoras. En primer lugar, puede convertirse en una fuerza l¨ªder en Europa del Este enviando algunos de sus 327 carros de combate Leopard 2 a Ucrania y avanzando hacia el reconocimiento de Kosovo en apoyo del objetivo m¨¢s amplio de expansi¨®n de la UE (la desescalada entre Madrid y el Gobierno catal¨¢n proporciona un mayor margen para ello). En segundo lugar, puede actuar como intermediario entre Francia y Alemania y, sobre todo si Polonia elige un nuevo Gobierno moderado en las elecciones de oto?o, avanzar hacia el establecimiento de un eje Madrid-Par¨ªs-Berl¨ªn-Varsovia capaz de proporcionar el liderazgo que la Europa actual, m¨¢s grande y diversa, necesita. En tercer lugar, deber¨ªa aprovechar la cumbre de la CPE para ampliar esta nueva y prometedora estructura hacia el Sur y abarcar a los socios europeos del norte de ?frica.
Estas medidas cambiar¨ªan dr¨¢sticamente la geometr¨ªa de Europa para mejor y est¨¢n al alcance de Espa?a, si encuentra la voluntad.
La cuesti¨®n de la voluntad nos recuerda que el acontecimiento m¨¢s importante de 2023 para el papel de Espa?a como principal Estado pivote de Europa ser¨¢n las pr¨®ximas elecciones generales. El hecho de que el pa¨ªs sea hoy m¨¢s constructivo y activo en Europa que en cualquier otro momento desde, al menos, la crisis econ¨®mica de 2008, no es una coincidencia. M¨¢s bien es el producto de un Gobierno que ha dedicado capital pol¨ªtico a ese objetivo, cuyas principales figuras hablan ingl¨¦s (y a veces franc¨¦s) y conocen de cerca el continente m¨¢s all¨¢ de los Pirineos. Un Gobierno diferente ¡ªcon elementos de extrema derecha, o que no se centre en el papel exterior de Espa?a, o est¨¦ distra¨ªdo luchando en guerras culturales internas¡ª no ser¨ªa capaz de mantener y avanzar en este progreso, y significar¨ªa que el pa¨ªs retrocediera a un estatus de segunda fila. As¨ª pues, el futuro de la nueva influencia de Espa?a en Europa estar¨¢ en las urnas en las elecciones. Como dice el refr¨¢n: la pol¨ªtica exterior empieza por casa.
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