Paradojas de una Catalu?a en fase tentativa
El independentismo cuenta con una baza impropia: la derecha espa?ola le necesita para su prop¨®sito de conquistar La Moncloa en un a?o
La justicia y el Gobierno espa?ol se sienten respaldados por la sentencia del Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea (TJUE), los afectados y el independentismo en general tambi¨¦n. No hay raz¨®n para sorprenderse de estos entusiasmos contradictorios: es un fen¨®meno recurrente en pol¨ªtica, donde reina la l¨®gica del amigo y del enemigo. Cada cual lo ve seg¨²n le conviene. Hasta que llega el momento, quiz¨¢s todav¨ªa lejano, en que la realidad da y quita razones.
?Es posible una versi¨®n objetiva, no contaminada por deseos de parte, de la decisi¨®n de los jueces? El documento no est¨¢ exento de ambig¨¹edades, quiz¨¢s porque se trata de una resoluci¨®n que intenta satisfacer a las distintas sensibilidades del tribunal. De la mano de un abogado amigo, creo que el sentido del ejercicio puede entenderse as¨ª: al tribunal europeo lo que le preocupa en verdad es el precedente que se pueda sentar. En todas las instituciones europeas, la deriva dictatorial de Hungr¨ªa y Polonia, especialmente de la primera, est¨¢ siempre detr¨¢s de las resoluciones que pretenden establecer criterios generales. Eso explica por qu¨¦ la sentencia acepta en principio los postulados de Llarena, pero admite excepciones referidas a la vulneraci¨®n de derechos humanos y garant¨ªas. En resumen: la justicia belga tendr¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil oponerse a la euroorden, pero no imposible. Si algo se puede concluir es que lo que llegue tardar¨¢ en llegar. Y los que abandonaron el pa¨ªs para eludir la actuaci¨®n judicial y llevar el conflicto soberanista a la escena europea pueden aspirar a seguir alargando la situaci¨®n.
El TJUE ha puesto en escena el concepto de ¡°grupo objetivamente identificable¡±, del que el independentismo ha hecho inmediatamente bandera. Ser¨ªa interesante que se dieran ciertas instrucciones para la definici¨®n del concepto. ?Qu¨¦ requisitos debe cumplir un grupo humano para reconocerle, como tal, el estatuto de sujeto de derechos e imagino que de deberes, que aporta valor a?adido a los derechos individuales de los ciudadanos que lo componen? De momento, una parte del independentismo reclama esta condici¨®n. ?Cu¨¢les son sus l¨ªmites y hechuras? ?La naci¨®n catalana? ?El votante independentista?
La sentencia y sus usos pol¨ªticos, a la que pronto se sumar¨¢ la decisi¨®n sobre la inmunidad de los diputados independentistas europeos, llega precisamente en el momento en que se ha consumado el cambio ¡ªaunque sea provisional¡ª en las parejas de baile de la pol¨ªtica catalana. Fue la salida de Junts per Catalunya del Gobierno la que rompi¨® la cada vez m¨¢s forzada unidad independentista con el prop¨®sito inconfesado de volver a ocupar el espacio de la derecha nacionalista y que ha dado de momento como resultado el pacto entre Esquerra Republicana y el PSC que permite al presidente Aragon¨¨s aspirar a completar su mandato y que deja al PSC en una situaci¨®n de comod¨ªn que le puede llevar a echar una mano a Esquerra ahora o a Xavier Trias despu¨¦s, si llegara en cabeza en las municipales, seg¨²n crea conveniente para su juego de equilibrios. Un PSC cada vez m¨¢s sensible a las voluntades del empresariado catal¨¢n inc¨®modo con el independentismo.
La sentencia del TJUE llega as¨ª en fase tentativa, cuando los nuevos pactos levantan acta del final de un per¨ªodo, el proc¨¦s que culmin¨® en 2017 (que no hay que confundir con el final del independentismo, que sigue vivo aunque tan fragmentado como casi siempre) y Catalu?a entra en fase de alianzas de per¨ªmetro variable, a la espera de lo que digan las elecciones municipales. Los portavoces de Junts se rasgan las vestiduras por presunta traici¨®n de ERC al independentismo, que rompe el mito de la llamado mayor¨ªa del 52% con un regreso al tripartito, es decir, al eje derecha/izquierda, abandonando la din¨¢mica de la confrontaci¨®n patri¨®tica. Y al socaire de la sentencia europea, en pleno desconcierto de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont recupera protagonismo pasando de simb¨®lico a efectivo su liderazgo sobre Junts per Catalunya. ?l fue quien forz¨® la salida del Gobierno y ¨¦l ser¨¢ quien marque los pr¨®ximos pasos en un grupo que carec¨ªa de liderazgo preciso.
Paradojas de la pol¨ªtica, el independentismo cuenta con una baza impropia: la derecha espa?ola le necesita para su prop¨®sito de conquistar La Moncloa en un a?o. La amenaza separatista que quiere destruir Espa?a es la principal bandera que exhibe Feij¨®o para poder denunciar a Pedro S¨¢nchez como liquidador del r¨¦gimen del 78 y movilizar las pasiones patri¨®ticas de la ciudadan¨ªa. Cuando las ideas y los proyectos van escasos hay que buscar fantasmas con que alentar el miedo. Qui¨¦n m¨¢s duro es contra el independentismo es qui¨¦n m¨¢s nos recuerda su presencia porque vive de la confrontaci¨®n. No se deber¨ªa olvidar que entre 2012 y 2017 pasaron cinco a?os de despliegue del proc¨¦s sin que el presidente Rajoy hiciera nada para resolver un problema que nunca deb¨ªa haber salido de la pol¨ªtica y que acab¨® subrogando a la justicia. Y ni siquiera le sirvi¨® para conservar el poder.
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