El retorno de la barbarie
Una de las cosas terribles de esta guerra es su contribuci¨®n a destabuizar el choque entre grandes potencias. Se nos han cambiado las tornas sobre las que hab¨ªamos pensado los desastres futuros: pierde fuerza el apocalipsis clim¨¢tico y gana el militar
Primer aniversario de la guerra de Putin. Se acumulan reflexiones sobre el desarrollo de la guerra sobre el terreno; se ponderan diferentes escenarios futuros; se da cuenta de las distintas posiciones pol¨ªticas sobre el conflicto; se informa de c¨®mo ha cambiado la vida de los ucranios ¨Dde c¨®mo ha influido en la de los rusos carecemos de datos fiables¨D; etc¨¦tera. En definitiva, lo que en su d¨ªa fue percibido como un shock, como algo excepcional y terrible, ha pasado a convertirse en parte de nuestra cotidianeidad. Hemos acabado por digerir lo indigerible, la vuelta al recurso b¨¦lico como medio de resoluci¨®n de conflictos pol¨ªticos y la crueldad, p¨¦rdidas, calamidades y sufrimientos que esto comporta. La aceptaci¨®n de lo tr¨¢gico. A partir de ahora no habr¨¢ decisiones buenas, nuestra capacidad de elecci¨®n se limita a optar por las menos malas. De Kant a Hobbes, ah¨ª nos ha colocado esa sacralizaci¨®n putinesca de sus (supuestos) agravios pol¨ªticos.
Un buen s¨ªntoma de este estado de cosas han sido las reacciones al alegato de Habermas, un neokantiano, a favor de las negociaciones. Enseguida se le hizo ver que eso por lo que siempre hab¨ªa apostado, la racionalidad dial¨®gica, que presupone un discurso libre de dominaci¨®n entre libres e iguales, no encaja con la l¨®gica de la guerra. Aqu¨ª decide la fuerza, no la raz¨®n. Y que por muy intenso que sea el sentimiento de agravio de Putin no constituye en s¨ª mismo una causa para ceder ante ¨¦l. La parte del texto del fil¨®sofo que ha merecido menor atenci¨®n, sin embargo, es aquella en la que clama en contra del sufrimiento de las v¨ªctimas y c¨®mo este debe ser el principio que regule nuestra acci¨®n. Negociar no es temporizar, es aminorar el tormento de los que sufren. Pero ?por qu¨¦ hacerlo cuando quien lo ha provocado se muestra inmune ante cualquier aflicci¨®n humana y su violencia solo responde al lenguaje de la violencia? Ya ven, un verdadero dilema.
En todo caso, la impresi¨®n que deja la resaca de este a?o del retorno de la barbarie es la de la regresi¨®n. Hasta el propio Tuc¨ªdides: ¡°Los m¨¢s fuertes imponen su poder, a los m¨¢s d¨¦biles les toca padecer¡±. Seguimos en eso. Aunque hay tambi¨¦n otro giro interesante en la percepci¨®n que ten¨ªamos de los asuntos humanos. Lo que hasta ahora d¨¢bamos casi por sentado, que nuestra capacidad de destrucci¨®n iba dirigida hacia la naturaleza, se ha quedado corta. Continuamos enfoc¨¢ndola tambi¨¦n hacia el hombre. Es casi inevitable que cunda el pesimismo, m¨¢s a¨²n cuando sobre el horizonte pende el conflicto en torno a la hegemon¨ªa mundial entre China y Estados Unidos. Una de las cosas terribles de esta guerra es su contribuci¨®n a destabuizar el choque entre grandes potencias. Se nos han cambiado las tornas sobre las que hab¨ªamos pensado los desastres futuros: pierde fuerza el apocalipsis clim¨¢tico y gana el militar. Lo malo es que perseverar en este ¨²ltimo nos impedir¨¢ afrontar con ¨¦xito el otro reto. Y ah¨ª es cuando perderemos todos.
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