El control de internet
El aumento acelerado de la conectividad aflora de nuevo el choque de intereses entre los dos agentes centrales de la Red
El Mobile World Congress celebrado en Barcelona ha escenificado estos d¨ªas un episodio m¨¢s del conflicto entre los gigantes digitales y las operadoras de telecomunicaciones que se dirime desde hace mucho tiempo en torno a la privacidad, la seguridad, la libertad y la responsabilidad. Con los modelos de negocio y la regulaci¨®n como argamasa de todo. El m¨¢s reciente choque enfrenta a las cuatro principales operadoras europeas (Telef¨®nica, Deutsche Telekom, Vodafone y Orange) con las grandes tecnol¨®gicas (Google, Meta, Amazon, Netflix, Microsoft y emergiendo fuertemente ahora TikTok). Este es un pulso entre los dos imperios a trav¨¦s de los que se desarrolla la era de la informaci¨®n, el de las infraestructuras de telecomunicaciones y el de los monopolios u oligopolios de la publicidad online, las redes sociales, los contenidos audiovisuales y los servicios en la nube, que son los que copan mayoritariamente el uso de las redes. Son dos negocios simbi¨®ticos, en los que unos no podr¨ªan existir sin los otros, pero donde se producen importantes asimetr¨ªas tanto regulatorias, como de competencia, de generaci¨®n de empleo y de inversi¨®n.
Las compa?¨ªas de telecomunicaciones argumentan que el tr¨¢fico de las grandes tecnol¨®gicas les supone un coste espec¨ªfico de 15.000 millones de euros anuales. Las cuatro han lanzado una campa?a conjunta en Bruselas para regular la financiaci¨®n de las infraestructuras, y de ello se hizo portavoz en Barcelona el presidente de Telef¨®nica y de la misma GSMA, organizadora del Mobile, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez-Pallete. La denuncia se centra en que ¡°las plataformas digitales se est¨¢n beneficiando de los modelos comerciales de hiperescalado a bajo coste¡± mientras ellos asumen el coste de la infraestructura y el mantenimiento, en un contexto continuo de precios decrecientes por unidad de ancho de banda, que comprometen su rentabilidad y el esfuerzo asociado a la mejora continua de sus redes. Reclaman un marco comercial y regulatorio m¨¢s ¡°justo¡± antes de asumir la agenda de la D¨¦cada Digital de Europa, cuyo objetivo es conectar 45 millones de europeos a redes de gigabit y 5G en 2030.
Los gigantes digitales consideran, por su parte, que su posici¨®n es m¨¢s simbi¨®tica que parasitaria, y que ya aportan suficiente al desarrollo y mantenimiento de la infraestructura europea, como son cables submarinos (muchas veces en colaboraci¨®n con los operadores de telecomunicaciones), puntos de acceso directo a la nube o redes propias de distribuci¨®n de contenidos. En cualquier caso, estas inversiones est¨¢n muy por debajo de las que hacen las operadoras en t¨¦rminos relativos al negocio que generan, adem¨¢s de que son infraestructuras m¨¢s orientadas a mejorar la calidad de los servicios que prestan a sus clientes (que acaban convirti¨¦ndose en una barrera de entrada a otros jugadores) que a contribuir a la soberan¨ªa tecnol¨®gica y seguridad nacional europea. Argumentan tambi¨¦n que sus contenidos y servicios incentivan la demanda de servicios de banda ancha, que las operadoras cobran sin distribuirlos con ellos.
Ambas premisas son correctas, pero es dif¨ªcil compartir los argumentos de los gigantes digitales cuando los servicios que ofrecen en muchos casos no tienen pr¨¢cticamente competencia, disfrutan de asimetr¨ªa regulatoria respecto de los operadores de telecomunicaciones y obligan a sus usuarios a renunciar a la mayor parte de derechos que la red europea les garantiza, empezando por la neutralidad en la Red.
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