Convergencias belicosas
De seguir el camino que indican las belicosas palabras de Qin, perder¨¢n sentido los esfuerzos europeos por mantener la relaci¨®n con China a resguardo de la tensi¨®n con Estados Unidos
Qin Gang, el nuevo ministro de Exteriores, exembajador en Washington y uno de los m¨¢s destacados lobos guerreros de la pol¨ªtica exterior de Xi Jinping, se ha estrenado con unas declaraciones a la altura de su prestigio, coincidiendo con la Asamblea del Pueblo, la reuni¨®n anual del falso parlamento que aplaude las decisiones de la c¨²pula comunista. Qin no ha eludido los paralelismos entre la guerra de Ucrania y la que pudiera suscitar la independencia de Taiw¨¢n, parte indisoluble de China seg¨²n la doctrina oficial. Ni entre la ayuda militar de Estados Unidos a Taiw¨¢n y el derecho de China a mandar suministros letales a Rusia.
Para el nuevo ministro, son interferencias inadmisibles las admoniciones a Pek¨ªn para que se mantenga a distancia de Putin, respete el r¨¦gimen de sanciones y se abstenga de echarle una mano con armamento y munici¨®n. Prima la solidaridad entre dictaduras, su hostilidad hacia el enemigo designado por el Kremlin, el occidente colectivo liberal y democr¨¢tico. Y, por encima de todo, el prop¨®sito de construir un orden internacional basado en la correlaci¨®n de fuerzas, es decir, el poder militar de cada superpotencia en su zona de influencia. A la vista de los pobres resultados del Ej¨¦rcito ruso en Ucrania, quiz¨¢s tal principio no favorecer¨¢ a Putin, pero no hay duda de que rema a favor del creciente poder militar de China en Asia, en su frontera con India, los islotes del mar Meridional de China y sobre todo de cara a una hipot¨¦tica invasi¨®n de Taiw¨¢n.
Pek¨ªn ha evitado toda cr¨ªtica al Kremlin y sigue su estela argumental sobre la guerra, pero a la vez escenifica una enga?osa equidistancia en sus relaciones con Putin, ofreci¨¦ndose con un plan de paz propio, como si estuviera m¨¢s cerca del sur global, al lado de India, Brasil o Sud¨¢frica, que del eje autoritario junto a las peores dictaduras, como Bielorrusia, Corea del Norte o Ir¨¢n, que apoyan incondicionalmente a Putin. Pronto sabremos si tan retadora exhibici¨®n es solo para consumo interno o, por el contrario, augurio de un acercamiento m¨¢s efectivo a Mosc¨².
Si tal fuera el caso, tendr¨ªa sentido un cierto alarmismo asi¨¢tico respecto a la inminencia de una invasi¨®n de Taiw¨¢n, que un grupo de expertos australianos datan para los pr¨®ximos tres a?os. Por si acaso, Tokio se est¨¢ rearmando, como Berl¨ªn, en su peculiar zeitenwende, y est¨¢ resta?ando sus heridas hist¨®ricas con Se¨²l. Tambi¨¦n Australia busca c¨®mo protegerse, estrechando lazos con Estados Unidos, Jap¨®n e India. Incluso Filipinas recupera las relaciones con su antiguo colonizador y luego aliado militar norteamericano.
De seguir el camino que indican las belicosas palabras de Qin, perder¨¢n sentido los esfuerzos europeos por mantener la relaci¨®n con China a resguardo de la tensi¨®n con Estados Unidos. As¨ª es como la peligrosa escalada de la guerra de Ucrania amenaza con adquirir una dimensi¨®n global.
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