C¨®mo convertirse en ¡°un viejo asqueroso¡±
Igual que el feminismo deben liderarlo las mujeres, pero necesita de los hombres, la lucha contra el edadismo deben liderarla los mayores, pero necesita de los j¨®venes
¡°Al ser un hombre de m¨¢s de 60 a?os, la imagen que tengo de m¨ª mismo se ve severamente comprometida. Una cosa es verme desplazado hacia los m¨¢rgenes del mercado sexual, pero sentir que me he quedado permanentemente excluido es una perspectiva terrible. Lo ¨²nico peor es haberte autoexpulsado de ese mercado con el argumento de que, dado que nadie en su sano juicio podr¨ªa sentirse atra¨ªda por ti, lo mejor para todos los implicados es que dejes de tener cualquier contacto sexual con el mundo, cualquier identidad sexual¡±. Quien esto escribe es Geoff Dyer, uno de los escritores m¨¢s modernos y rompedores del panorama internacional. ¡°Un tesoro nacional¡±, seg¨²n lo ha definido Zadie Smith.
Geoff Dyer tiene 67 a?os. Es alto y delgado y luce una de esas cabelleras silver que tanto se cotizan ahora en la publicidad. Juega al tenis semanalmente y la ¨²ltima vez que fue al Burning Man ¡ªese evento sin otra ley que la libertad que se celebra durante siete d¨ªas al a?o en el desierto de Nevada¡ª ten¨ªa 64 tacos. Dyer es adem¨¢s uno de mis escritores favoritos y, por alguna raz¨®n que no entiendo, a sus 67 espl¨¦ndidos a?os se siente ¡°un viejo asqueroso¡±.
¡°Ah¨ª est¨¢s por la ma?ana siendo encantador y divertido, ni siquiera flirteando, con la atractiva mujer de poco m¨¢s de 30 a?os que despacha en la panader¨ªa, y por la tarde eres un asqueroso¡±, explica en su ¨²ltimo libro, Los ¨²ltimos d¨ªas de Roger Federer (Random House), que aborda precisamente el tema del paso del tiempo y el ocaso de la vida. Y sigue: ¡°?Por qu¨¦? Debido a esa ligera vacilaci¨®n, a ese interrogante ¡ª'No me he portado como un asqueroso, ?verdad?¡¯¡ªque sentiste de vuelta a casa, mientras agarrabas la baguette a¨²n caliente. La preocupaci¨®n por evitar una posible asquerosidad puede volverte asqueroso. ?C¨®mo sucedi¨® esto? Como todo lo dem¨¢s, es algo que se acerca sigilosamente¡±.
Y no puedo dejar de sorprenderme con esta declaraci¨®n un poco v¨ªctima y un poco t¨®xica que hace mi admirado Dyer respecto de s¨ª mismo en cuanto ¡°sujeto asqueroso¡± y de los hombres de m¨¢s de sesenta por alusiones. Es verdad que existe una forma asquerosa de mirar a las mujeres. Pero esa mirada asquerosa no tiene 14 ni 20 ni 80 a?os, aunque desde luego existe y cualquier mujer es capaz de reconocerla. Sin embargo es, a todas luces, una asquerosidad transgeneracional. La pregunta es por qu¨¦ Geoff Dyer no se ha sentido due?o de esta asquerosidad hasta cumplidos los 60. ?Qu¨¦ es lo que ha cambiado en ¨¦l o para ¨¦l con la edad?
En primer lugar, creo que ha cambiado ¨¦l mismo. O, peor a¨²n, que se ha negado a cambiar. Hay un narcisismo en el escritor de prestigio que le hace sentirse centro de todas las miradas, tambi¨¦n de las miradas er¨®ticas. Sin embargo, hay un momento en que hasta el escritor de ¨¦xito deja de ser joven. Hasta los tesoros nacionales envejecen. Y es posible que llegado el momento no sean capaces de soportar (o aceptar) la propia decadencia f¨ªsica o motora. Y en ese momento el viejo se retrae, se ¡°autoexpulsa¡± del ¡°mercado sexual¡± ¡ªcomo el propio Dyer confiesa¡ª y renuncia al juego de la seducci¨®n. Un juego que por supuesto no tiene edad y donde la aproximaci¨®n al otro ha de ser siempre muy cuidadosa, porque est¨¢s vulnerando el territorio f¨ªsico e ¨ªntimo de otra persona. Pero, por alguna raz¨®n, quiz¨¢s por sus propios prejuicios, Dyer ya no quiere correr ese riesgo. Y esta renuncia personal al erotismo es, tristemente, la g¨¦nesis del ¡°viejo asqueroso¡±. Porque, cuando el viejo se retrae, empieza a comer con la mirada. Ya no se acerca, ya no se arriesga, ya ¡°ni siquiera flirtea¡±. Decide que no puede tocar, pero que va a mirar. Entonces no est¨¢ tan claro que te sientas asqueroso porque seas viejo sino tal vez por haber aceptado que la satisfacci¨®n de tu libido proviene ¨²nicamente de mirar. Y esta renuncia implica tambi¨¦n la renuncia de la delicadeza que el erotismo exige. No hay riesgo, no hay nada que perder y, por tanto, la mirada ya no es ¨ªntima (y cuidadosa) sino invasiva. Y entonces, s¨ª, puedes terminar mirando como un ¡°asqueroso¡±. Porque, puestos a mirar, ?por qu¨¦ Dyer se preocupa de la mirada de las mujeres que tienen 30 y no se fija en la mirada de las que tienen 60?
Para m¨ª es evidente que Dyer, adem¨¢s de tener 67 a?os, tiene una mirada edadista sobre la realidad que quiz¨¢s ha cultivado desde su juventud y que ahora se vuelve contra ¨¦l. Pero ?de d¨®nde nace esta mirada? ?Por qu¨¦ hay gente dispuesta a creer que el mero hecho de cumplir a?os nos convierte en seres asquerosos? Nuestra sociedad es cada d¨ªa m¨¢s vieja ¡ªEspa?a ser¨¢ en 2050 el pa¨ªs m¨¢s viejo de Europa, seg¨²n la ONU¡ª y, al mismo tiempo, nuestra cultura es cada d¨ªa m¨¢s edadista. Hoy la juventud es un valor en s¨ª mismo, igual que la energ¨ªa, el consumo, el despliegue de presencia o la acci¨®n. Todo tiene que ser joven, activo, nuevo y muy r¨¢pido, igual que el consumo. De modo que la autoexclusi¨®n funciona en Dyer como castigo tanto como potenciador de una ¡°mirada asquerosa¡± sobre los cuerpos de las mujeres m¨¢s j¨®venes. Pero esta autoexclusi¨®n tiene origen en un estigma muy profundo y del que a menudo es dif¨ªcil escapar. Porque, en cierto modo, el estigma de la edad se parece a la educaci¨®n patriarcal en el sentido de que est¨¢ por todas partes. Incluso las matem¨¢ticas son edadistas y el medio ambiente y la misma idea de futuro, del que se habla de forma compulsiva y que parece pertenecer ¨²nicamente a quienes tienen a?os por delante, por mucho que sea imposible saber qui¨¦nes son esos.
Entonces ?qu¨¦ hacemos? No queda otra que atacar el estigma. Y evidentemente solo podemos hacerlo entre todos. Igual que el feminismo deben liderarlo las mujeres, pero necesita de los hombres, la lucha contra el edadismo deben liderarla los mayores, pero necesita de los j¨®venes. La asquerosidad no tiene edad y los viejos deber¨ªan ser los primeros en saberlo. Por lo dem¨¢s, a m¨ª la vida sexual de Dyer me importa bien poco. En cambio, su salud literaria s¨ª es de mi incumbencia, porque es un escritor a quien amo y deseo seguir disfrutando. Por eso le recuerdo desde aqu¨ª que cuando un escritor mata la mirada er¨®tica que lo ata a la vida, tambi¨¦n aniquila su escritura. Esto lo dijo otro de los grandes, Theodor Kalifatides. Y es de primero de lucha edadista aprender de los grandes. El erotismo, el cuerpo y el deseo son, a cualquier edad, irrenunciables. Y cualquier otra idea es una verdadera asquerosidad.
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