Hablar suave y llevar un gran garrote
Un mundo convulso y peligroso reclama que la UE reconsidere radicalmente sus planteamientos, con una integraci¨®n m¨¢s vigorosa a escala global
Para llegar lejos conviene hablar suave y llevar un gran garrote, dec¨ªa el presidente estadounidense Theodore Roosevelt. La convulsa, peligrosa, evoluci¨®n de las relaciones internacionales invita a los europeos a reflexionar seriamente sobre esa doctrina. Aquellos que durante tiempo ¡ªcon todo derecho y muchos argumentos¡ª pensaron que la UE podr¨ªa ser en el siglo XXI simplemente un lugar de prosperidad, derechos, de promoci¨®n del di¨¢logo internacional sustancialmente ajeno a las herramientas y al lenguaje de la geopol¨ªtica dura deben preguntarse si lo anterior es posible sin lo segundo.
El ineludible punto de partida es que el mundo avanza en una senda de competici¨®n salvaje de potencias y, como nos ha mostrado Vlad¨ªmir Putin, de confrontaci¨®n y agresi¨®n sin l¨ªmites. No parece sabio simplemente confiar en que vaya a cambiar. ?C¨®mo se protegen y cultivan nuestros valores ¡ªdemocracia, Estado de derecho, igualdad y cohesi¨®n social, etc¨¦tera¡ª y, ?por qu¨¦ no?, nuestros intereses ¡ªla pujanza econ¨®mica que nos puede proporcionar prosperidad¡ª en este entorno amenazante? La respuesta que suena m¨¢s razonable requiere profundos cambios y, s¨ª, un nuevo salto de integraci¨®n europea que supone renunciar a trozos de soberan¨ªa nacional.
Las crisis actuales arrecian con un inquilino de la Casa Blanca que es de lo mejor que podr¨ªa tocar desde el punto de vista de los valores europeos. Aun as¨ª, ello no impide notar la feroz competici¨®n que EE UU nos plantea en ¨¢reas clave como la tecnolog¨ªa verde, c¨®mo ejerce presi¨®n para conducirnos a posiciones que responden, probablemente, m¨¢s a sus intereses que a los nuestros. Y, por supuesto, tras haber vivido la asombrosa experiencia de Donald Trump, nadie deber¨ªa dar por descontado que en el futuro la UE pueda contar con el apoyo sabio y generoso de EE UU. Hay que tomar, de pleno, nuestro destino en nuestras manos.
Esto tiene, por supuesto, derivadas en materia de Defensa. El c¨®modo subarrendamiento de nuestra seguridad a un garante externo ya no puede ser. Se est¨¢n dando pasos hacia un mayor gasto y una mayor coordinaci¨®n. Mucho m¨¢s habr¨¢ que hacer si queremos estar seguros en el medio largo plazo ante escenarios imprevisibles, desde un potencial conflicto entre EE UU y China que altere por completo los equilibrios hasta el riesgo de una deriva totalitaria enloquecida en Rusia, pasando por desaf¨ªos menos existenciales, pero tambi¨¦n graves como la gesti¨®n de conflictos en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo donde, de acuerdo con nuestros valores, es importante hacer algo, y no salir despavoridos de Afganist¨¢n abandonando a sus ciudadanos porque se va el que ten¨ªa la capacidad de mantener de pie la estructura.
Para hacer ese m¨¢s ser¨¢ necesario no solo elevar el gasto, sino romper tab¨²es. Lograr mucha mayor interoperatividad de sistemas de armamento. Y, probablemente, una concentraci¨®n industrial en el sector, que supondr¨¢ que algunas capitales perder¨¢n el activo de tener campeones nacionales, pero que ser¨¢ la ¨²nica manera de competir a escala global, de no depender de que otros vendan cosas, estar sometidos a sus condiciones.
La conformaci¨®n de titanes es algo que merece reflexi¨®n tambi¨¦n en otros ¨¢mbitos. El mantra de la libre competencia ha dominado hasta ahora. Visto ex post: ?tuvo sentido impedir la fusi¨®n Alstom-Siemens? La ponderaci¨®n es delicada, pero, poca duda cabe de que, en este mundo, la UE necesita actores capaces de moverse en la escena planetaria. Nadie dice que los abusos de posici¨®n dominante no sean un riesgo; pero conviene poner mejor el acento en que la defensa a ultranza de la libre competencia en el mercado interior puede llevar a un horizonte empresarial liliputiense que quedar¨¢ barrido en la lucha global. Ya est¨¢ ocurriendo.
Es necesaria adem¨¢s una muy muscular pol¨ªtica de est¨ªmulo p¨²blica en m¨²ltiples sectores, para competir con otras potencias que hacen eso mismo. Mucho mejor si es gestionada de forma comunitaria, lo que requerir¨ªa aumentar recursos. Si no, y mientras tanto, hay que dar mucho mayor margen a las ayudas de Estado, como se est¨¢ empezando a hacer, pero ello requerir¨¢ fuerte compensaci¨®n para evitar desequilibrios en el mercado interior. De una manera, u otra, m¨¢s recursos comunitarios para pilotar emprendimientos estrat¨¦gicos comunes.
Son estos solo unos pocos de la larga lista de elementos que hay que repensar. Para disuadir malas intenciones que puedan tener los enemigos; para defenderse de la competici¨®n salvaje de rivales, y tambi¨¦n de socios; para desarrollar en este siglo el proyecto y los ideales compartidos, que tan bien nos han servido durante d¨¦cadas. Cada uno por su lado no se puede. Y un coro de voces blancas no bastar¨¢.
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