Grecia: la crisis que nunca acaba
El dolor del hundimiento de 2010 contin¨²a con dram¨¢ticas consecuencias, entre ellas la incompetencia estatal que llev¨® a la muerte de 57 personas en un accidente de tren
Una antigua canci¨®n griega reza: ¡°Lo que empieza bien, acaba en dolor¡±.
No he podido encontrar otra frase que exprese m¨¢s acertadamente la crisis que nos afect¨® en 2010 y que contin¨²a en la actualidad.
Grecia ha sido un pa¨ªs pobre desde la creaci¨®n del Estado griego. Sus ciudadanos hab¨ªan aprendido a vivir con unos ingresos m¨ªnimos y unas econom¨ªas sangrantes. De repente, a partir de mediados de la d¨¦cada de los ochenta, esta realidad cambi¨® radicalmente. Se produjo un r¨¢pido aumento de los ingresos y la prosperidad, que nadie sab¨ªa de d¨®nde proced¨ªa.
El entonces Gobierno socialista del Pasok se jactaba del desarrollo y de las inversiones. ?De qu¨¦ desarrollo y de qu¨¦ inversiones? Se trataba de una riqueza virtual, en principio procedente de las subvenciones de la Uni¨®n Europea, que se repart¨ªan entre particulares o empresas que ten¨ªan estrechas relaciones con el partido de los gobiernos de turno. Junto con los subsidios, se desarroll¨® tambi¨¦n un cr¨¦dito descontrolado, con pr¨¦stamos concedidos por cualquier motivo y en cualquier ocasi¨®n. Los destinatarios de estos pr¨¦stamos no fueron solo los ciudadanos, sino tambi¨¦n el Estado.
As¨ª llegamos a la crisis de 2010 y a unos a?os dolorosos, que a¨²n contin¨²an con dram¨¢ticas consecuencias. De la riqueza y el crecimiento virtuales hemos pasado al per¨ªodo de los memorandos, los recortes, el control de los hombres de negro y las sanciones.
Todos los gobiernos que asumieron la gobernabilidad del pa¨ªs desde 2010 ten¨ªan como ¨²nico objetivo sacarlo de los memorandos y el control externo. Cada vez que consegu¨ªan una reducci¨®n de los duros t¨¦rminos que se hab¨ªan impuesto, lo celebraban como si fuese un ¨¦xito.
Sin embargo, hab¨ªa un aspecto oscuro que se hac¨ªa sentir de vez en cuando, y que se hizo evidente por completo en la reciente tragedia ferroviaria de Tempe.
Los gobiernos que gestionaron los memorandos y las sanciones ten¨ªan como prioridad exclusiva lo visible, o sea, las condiciones que hab¨ªan impuesto la Uni¨®n Europea y el Fondo Monetario Internacional, cuya observancia e implementaci¨®n pod¨ªan supervisarse externamente. Todas las dem¨¢s funciones del Estado, que estaban fuera del sistema de supervisi¨®n, quedaron a su suerte.
La tragedia ferroviaria del pasado 28 de febrero en Tempe, que ha conmocionado al pa¨ªs, es producto y resultado de esa t¨¢ctica miope.
En 2017, la empresa ferroviaria estatal Trainose fue vendida a una empresa ferroviaria italiana. El Gobierno, en ese momento, declar¨® con orgullo que estaba cumpliendo con los plazos de los pr¨¦stamos y avanzando en las privatizaciones. Sin embargo, solo se privatizaron los ferrocarriles, mientras que la red ferroviaria sigui¨® siendo propiedad del Estado griego.
Y aqu¨ª empiezan los problemas. El accidente que se cobr¨® la vida de 57 pasajeros lleva exclusivamente el sello de la incapacidad del sistema estatal. Me centrar¨¦ en algunos breves detalles.
En 2007, Grecia se adhiri¨® al Sistema Europeo de Control de Trenes (ETCS). Seg¨²n el acuerdo original firmado, el proyecto deb¨ªa ponerse en funcionamiento en un plazo de 54 meses, es decir, en 2012. Las autoridades dijeron en 2022 que el sistema estar¨ªa operativo a finales de 2023, es decir, con un retraso de 16 a?os. Pero ni siquiera esta afirmaci¨®n es cre¨ªble, cuando todo el mundo sabe que el sistema de control electr¨®nico de la red ferroviaria sigue pendiente, salvo una m¨ªnima parte, y se desconoce cu¨¢ndo se instalar¨¢.
El accidente ocurri¨® alrededor de las once de la noche. Este tren es el tren favorito de los estudiantes atenienses que estudian en Sal¨®nica. Lo prefieren por dos razones. La primera, el billete es m¨¢s barato. La segunda, que ganan un d¨ªa extra en Atenas, pero a la vez tienen la posibilidad de llegar a Sal¨®nica a tiempo para las clases del d¨ªa siguiente. Esta fue la raz¨®n por la que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas del accidente eran estudiantes.
Y como guinda al pastel, por decirlo as¨ª, las autoridades hab¨ªan destinado en la estaci¨®n de L¨¢risa, la cuarta en tr¨¢fico de toda Grecia, a un jefe de estaci¨®n inexperto, que ni siquiera se dio cuenta de que hab¨ªa ocurrido el accidente.
En una ¨¦poca en que todo el mundo habla del cambio clim¨¢tico, los griegos estamos pagando las consecuencias de la obstinaci¨®n del aparato estatal.
Ahora, como t¨¢ctica habitual, todos los gobiernos anteriores critican al Gobierno actual por no haber evitado el accidente, cuando ellos tampoco hab¨ªan hecho nada en absoluto para mejorar la red durante su mandato.
La cr¨ªtica no procede del capaz al incompetente, sino del afortunado al desafortunado.
El accidente ocurri¨® al final de las vacaciones de tres d¨ªas con motivo del carnaval.
Perm¨ªtanme volver a recordar el verso de la canci¨®n: lo que empieza bien, acaba en dolor.
Y perm¨ªtanme agregar el que le sigue: solo los corazones rotos lo saben.
Desde la crisis de 2010 hasta la reciente tragedia ferroviaria, los corazones rotos en Grecia son parte pero tambi¨¦n consecuencia del sistema.
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