Millet en el pa¨ªs de las maravillas
Si sus a?os dorados no pueden explicarse al margen del modernista Palau de la M¨²sica, su ca¨ªda se refleja en aquel otro conjunto arquitect¨®nico donde siete edificios de forma prism¨¢tica albergan dependencias judiciales
La Ciudad de la Justicia fue el ¨²ltimo lugar donde se vio a F¨¨lix Millet. Si sus a?os dorados no pueden explicarse al margen del modernista Palau de la M¨²sica, vinculado a su tradici¨®n familiar y a la dimensi¨®n civil del catalanismo, su ca¨ªda se refleja en aquel otro conjunto arquitect¨®nico donde siete edificios de forma prism¨¢tica albergan dependencias judiciales. Su biograf¨ªa los conecta. No solo porque en 2017 ¨¦l confes¨® all¨ª que hab¨ªa formado parte de la trama de corrupci¨®n que, con el Palau como pantalla, conect¨® a Ferrovial con Converg¨¨ncia. Hay m¨¢s. Lo que cuadra el c¨ªrculo de esa conexi¨®n se compact¨®, precisamente, durante la construcci¨®n de la Ciudad de la Justicia. ?Nos atrevemos a cruzar el espejo? Porque podemos contemplar solo a aquel personaje grotesco encerrado en su c¨ªrculo de codicia. Pero si lo atravesamos, alrededor del hombre que falleci¨® el jueves, puede vislumbrarse un caso protot¨ªpico de los mecanismos de adaptaci¨®n a la pol¨ªtica de una gran empresa en un momento clave de nuestra historia reciente.
¡°P¨¢seme estos papeles a limpio¡±, dijo a su secretaria la mano derecha de Millet en la gesti¨®n del Palau. Le dio unas notas mecanografiadas y ese viernes 17 de febrero de 2006 ella empez¨® tecleando el t¨ªtulo: Adjudicaci¨®n ciudad judicial. Las cifras que all¨ª aparec¨ªan cuadraban con otro documento redactado en septiembre de 2003. El contexto es clave, eran d¨ªas de decadencia del imperio. Un par de meses antes del fin de la ¨²ltima legislatura de Pujol como president y cuando faltaban dos semanas para empezar las vacaciones de verano, el Govern de la Generalitat adjudic¨® la concesi¨®n para construir la Ciudad de la Justicia. Como se consigna en ese documento, un 22% del total previsto ¨D57.860 millones de euros de los 263 totales¨D le correspond¨ªa a Ferrovial. La legislatura acab¨® el 23 de septiembre. El contrato de adjudicaci¨®n est¨¢ fechado el 25. En 2006 el compinche de Millet hizo n¨²meros. El 4% de ese 22% que se pag¨® a la constructora eran casi dos millones de euros. La mayor¨ªa de ese dinero deb¨ªa llegar a Converg¨¨ncia. Ferrovial hac¨ªa una donaci¨®n al Palau que firmaban intermediaros de los directivos y los gestores de la entidad musical, a cambio, se quedaban un 1,5 de dicha comisi¨®n. En este caso, 726.000 euros. Nada que no hubiese ocurrido desde hac¨ªa m¨¢s de un lustro.
Son documentos que la Polic¨ªa incaut¨® en 2009 y constan en el Informe elaborado por la Oficina Antifraude, incluido como ap¨¦ndice en el Dictamen de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n del Parlament que se celebr¨® a mediados de 2010. Pero cuando dicho dictamen se hizo p¨²blico, en Catalu?a la pol¨ªtica estaba en shock. A la lobotom¨ªa que el Tribunal Constitucional le hizo al Estatut plebiscitado, y que se dio a conocer entonces, le hab¨ªa seguido una multitudinaria manifestaci¨®n independentista que cambiar¨ªa el paradigma del catalanismo. Medio a?o despu¨¦s, con Artur Mas en la presidencia, se tom¨® una decisi¨®n que pas¨® demasiado inadvertida, pero result¨® determinante: la abogac¨ªa de la Generalitat se retir¨® de la acusaci¨®n. Y as¨ª, como dijo el director del Palau encargado de la auditor¨ªa para esclarecer el caso, el consorcio del Palau, del que forma parte la Generalitat, pas¨® de v¨ªctima a encubridor. Cuando en 2017 el caso se juzg¨® en la Ciudad de la Justicia y Millet ya era el apestado n¨²mero uno de Catalu?a, los delitos de los intermediarios de Ferrovial hab¨ªan prescrito.
Una ¨¦poca hab¨ªa terminado. La del pa¨ªs de las maravillas donde las familias del poder local se reencontraron en el Palau para asistir a las bodas de las dos hijas de Millet. Entre 2000 y 2002. Se levantaron las butacas de la platea y parte del edificio se habilit¨® como discoteca. No falt¨® nadie del mundo conservador catal¨¢n, de las elites pol¨ªticas y econ¨®micas, entonces a¨²n bien conectadas con Madrid. Tampoco quiso perd¨¦rselo el presidente de Ferrovial, por supuesto. Las facturas del bodorrio Millet las pas¨® al Palau, pero no dud¨® en quedarse la parte de la fiesta que pagaron sus consuegros.
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