Pek¨ªn, capital mundial
En Riad o en Mosc¨², Xi Jinping y su diplomacia han exhibido los ¨¦xitos incipientes de una intensa ambici¨®n de liderazgo mundial
Washington lo fue en el siglo XX y lo sigue siendo todav¨ªa. Durante la Guerra Fr¨ªa, en competencia con Mosc¨², cabeza del campo socialista y del Tercer Mundo. Fueron capitales de la bipolaridad, como Par¨ªs y Londres en el siglo XIX del equilibrio europeo y del colonialismo. ?Ser¨¢ sustituida ahora por Pek¨ªn como capital del siglo XXI?
Cuentan la potencia y el prestigio del Gobierno, las instituciones internacionales que alberga, la materia gris de sus universidades y centros de investigaci¨®n y sus decisiones econ¨®micas y monetarias con incidencia global, cap¨ªtulos en los que Pek¨ªn est¨¢ muy lejos todav¨ªa. Tambi¨¦n las ideas y los valores, la historia y el prestigio del pa¨ªs, su capacidad de convicci¨®n y de organizaci¨®n del orden internacional, cuestiones en las que China no tiene posici¨®n de ventaja alguna.
El modelo autoritario, el infame trato dispensado a los uigures, la restricci¨®n de libertades y derechos en Hong Kong y sus ambiciones respecto a Taiw¨¢n y a los mares circundantes no son una buena carta de presentaci¨®n. Tampoco la diplomacia agresiva de los lobos guerreros, que coacciona a quienes tienen todav¨ªa relaciones con Taiw¨¢n o se atreven a denunciar los atentados a los derechos humanos y premiar a los disidentes encarcelados.
El atractivo de su milenaria civilizaci¨®n apenas cuenta para su escaso poder blando. Nada tiene equivalente a la influencia que tuvo el socialismo sovi¨¦tico en las izquierdas mundiales. O a lo que fueron el jazz o Hollywood para Estados Unidos. Entre la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Popular por Mao Zedong y el presente hay un agujero negro de dogmatismo. Nada lo expresa tan a las claras como las oscuras f¨®rmulas de los congresos comunistas. El marxismo-leninismo-pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con caracter¨ªsticas chinas para una nueva era es el anuncio de una fastidiosa era de propaganda y dominio totalitarios.
Disconforme con un orden del mundo que considera construido por y para los occidentales, Pek¨ªn trabaja en una nueva arquitectura acorde con sus intereses, en la que a nadie se le ocurra entrometerse en sus asuntos ni ordenar la detenci¨®n por deportar ni?os de un jefe de Estado amigo como Vlad¨ªmir Putin. Ahora tambi¨¦n despliega una eficaz diplomacia en las regiones conflictivas donde Washington ha dejado de ejercer de ¨¢rbitro y mediador. En Riad o en Mosc¨², Xi Jinping ha exhibido los ¨¦xitos incipientes de una intensa ambici¨®n de liderazgo mundial que ha visto c¨®mo llegaba su oportunidad. Si atendemos a las piezas que componen la verdadera m¨¢quina del poder, que son la econom¨ªa productiva y las fuerzas armadas, con la innovadora componente que es la tecnolog¨ªa, esta nueva bipolaridad se parece cada vez menos a una carrera y m¨¢s a una guerra, tambi¨¦n nueva y fr¨ªa. En la fabricaci¨®n de microchips y el control de redes sociales como TikTok se libran ya las primeras y a¨²n incruentas batallas.
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