Ecuador, el pa¨ªs de las balas perdidas
La flexibilizaci¨®n del porte de armas aumenta las brechas y la desigualdad, ahora en materia de seguridad
En la historia moderna de Ecuador nunca se hab¨ªa derramado tanta sangre como hasta ahora. La sangre de ni?as, ni?os, adolescentes, mujeres y hombres inocentes alimenta la estad¨ªstica de inseguridad de un territorio perforado. En el pa¨ªs de las balas perdidas, m¨¢s de diecisiete personas son asesinadas cada d¨ªa.
¡°El mayor miedo hoy es sentirse inseguro, en medio de una guerra entre ustedes y los delincuentes¡±, tuite¨® Guillermo Lasso el pasado 1 de abril. El presidente ecuatoriano anunci¨® hace semanas la flexibilizaci¨®n del uso de armas para defensa personal. La ley del Tali¨®n, la del ojo por ojo, hoy se traduce en vidas por vidas.
La medida es parte de la ¡°Cruzada por tu seguridad¡±, una estrategia para favorecer la paz y tranquilidad del pa¨ªs. La desesperaci¨®n cala en esta naci¨®n de casi 18 millones de habitantes, porque la violencia en los ¨²ltimos tres a?os rompe r¨¦cords. No se frena.
De acuerdo con los datos de la Polic¨ªa Nacional recogidos por la prensa local, entre 2021 y 2022, en Ecuador las muertes violentas crecieron en un 82%. Es decir, se pas¨® de 2.464 a 4.603: 25 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Ese r¨¦cord ubic¨® a ese pa¨ªs peque?o como el sexto m¨¢s violento de Latinoam¨¦rica, por encima de M¨¦xico. Ecuador es el lugar con el mayor incremento de violencia criminal a escala regional.
En esas condiciones, la estrategia impulsada por el Gobierno ecuatoriano no solo es desatinada, sino tambi¨¦n temeraria e, incluso, afrentosa. No puedo evitar imaginar al presidente en su sal¨®n de mando rodeado de pantallas mientras observa en tiempo real c¨®mo se dan de baja entre ciudadanos. Algo as¨ª como en los videojuegos, alejado de la realidad. Separado. Aislado. Tal como ha gobernado durante los ¨²ltimos dos a?os.
La violencia con armas de fuego puede afectar a cualquiera, pero, en ciertas situaciones, afecta y se ensa?a con los denominados grupos vulnerables. Si se recorre Ecuador con ¡®gafas violeta¡¯, las que nos sensibilizan para identificar las desigualdades y entender que existen poblaciones en mayor riesgo que otras, es sencillo predecir que el nuevo decreto fortalecer¨¢ la espiral violenta. Entre enero y diciembre de 2022, m¨¢s de trescientas mujeres -332- fueron asesinadas. De ese total, m¨¢s del 50% -189- fueron v¨ªctimas de la delincuencia organizada. B¨¢sicamente cada d¨ªa, cada 26 horas, se registr¨® un feminicidio y el 32% se perpetu¨® con un arma de fuego. Desde 2014, a?o en que se tipific¨® en el c¨®digo penal ecuatoriano el delito de muerte de una mujer por raz¨®n de g¨¦nero, 2022 se posicion¨® como el m¨¢s sangriento.
El Decreto 707 aumenta la sensaci¨®n de peligro constante en que vivimos las mujeres ecuatorianas. En una entrevista para el diario Primicias, el secretario de Seguridad P¨²blica del Gobierno recalc¨® que ¡°c¨®mo utiliza cada ciudadano el arma, cuyo porte est¨¢ autorizado, es un tema que tiene que decidirlo cada uno¡±. Esa falsa ingenuidad, esa desconexi¨®n con la calle, alarma y altera.
Sobran ejemplos. En la situaci¨®n de las personas LGBTIQ+ ya explic¨® el periodista V¨ªctor Hugo Carre?o que ¡°en este pa¨ªs violento, en este pa¨ªs que olvida a las personas LGBTIQ+ en pol¨ªticas p¨²blicas o leyes (...), hoy somos m¨¢s vulnerables porque el agresor -probablemente con dinero e influencias, pues la clase privilegiada es la que acceder¨¢ a armas- puede ahora pegarnos un tiro¡±.
La flexibilizaci¨®n del porte de armas aumenta las brechas y la desigualdad, ahora en materia de seguridad. Para tener un permiso, el papel especifica que se requerir¨¢ ser mayor de 25 a?os, aprobar una prueba psicol¨®gica, contar con un certificado de destreza en el manejo, no haber sido sentenciado, no registrar antecedentes de violencia de g¨¦nero o intrafamiliar, ni consumir drogas. Sin embargo, en Ecuador -como en otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica- el dinero intermedia y facilita.
En la pr¨¢ctica, el Decreto 707 trastoca la vida de ni?as, ni?os y adolescentes. En el pa¨ªs de las balas perdidas, el a?o pasado uno de ellos fue asesinado cada 32 horas. 80 beb¨¦s menores de 2 a?os murieron como consecuencia directa de esa guerra que el presidente endosa a los ciudadanos. Una guerra que no es nuestra, pero de la que somos blanco.
El Gobierno de Lasso viola nuestros derechos humanos al declararse incapaz de establecer medidas para reducir y prevenir la violencia armada en la vida cotidiana de las ecuatorianas y ecuatorianos. En el pa¨ªs de las balas perdidas, el Gobierno viola derechos humanos porque no protege el derecho a la vida.
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