Vuelva usted nunca
Las palabras rotundas que prometen la justicia y la igualdad se quedan en aire si no cuentan con la letra peque?a y nada heroica de los procesos administrativos que las conviertan en actos verdaderos

La Administraci¨®n espa?ola es un tel¨¦fono que no contesta nunca, o en el que se escucha un mensaje autom¨¢tico anunciando que en ese momento no se puede atender la llamada, y animando a repetirla un poco despu¨¦s. La llamada se repite y si hay suerte y el n¨²mero oficial no comunica volver¨¢ a sonar la misma voz grabada, exactamente con la misma entonaci¨®n, con un automatismo que cada vez parece acentuarse y suena m¨¢s irritante todav¨ªa. La Administraci¨®n espa?ola es un tel¨¦fono que no contesta, un tr¨¢mite que nunca se resuelve, una tarjeta sanitaria que funciona en una comunidad aut¨®noma pero no en la de al lado, una acreditaci¨®n acad¨¦mica internacional que no llega y por lo tanto deja en suspenso la vida profesional de quien la solicita, una sentencia judicial retrasada que deja en la miseria a una mujer divorciada que no recibe desde hace muchos meses la pensi¨®n de sus hijos, pensi¨®n que ya est¨¢ en el juzgado, pero que el juzgado no entrega, porque hay una huelga de personal, o porque los funcionarios encargados de los tr¨¢mites finales son muy pocos y tienen tanto trabajo acumulado que tardar¨¢n a?os en completarlos todos. La Administraci¨®n espa?ola son bajas de m¨¦dicos o de enfermeros o profesores que tardan semanas en cubrirse, y funcionarios interinos que no dejan de serlo aunque lleven ocupando la misma plaza veinte a?os, y aspirantes que ganaron una oposici¨®n y a los que, sin embargo, su plaza no se les hace efectiva, y han de quedarse en un limbo exasperante que les desbarata la vida.
La Administraci¨®n espa?ola son tr¨¢mites obligatoriamente digitales que se quedan atascados sin motivo aparente en p¨¢ginas web defectuosas, y otros quiz¨¢s m¨¢s simples o f¨¢ciles que sin embargo muchas personas no pueden cumplimentar, porque son mayores y torpes y no se manejan en internet, o porque no tienen ordenador, ni tienen nadie que les ayude, esos hijos de talento digital despejado que nos son tan providenciales a padres y madres que emigramos tarde y a la fuerza a este nuevo mundo virtual. La Administraci¨®n espa?ola son refugiados que tienen derecho leg¨ªtimo al asilo y pueden tardar diez a?os en conseguirlo, y mientras tanto no saben de qu¨¦ van a vivir, y personas sin recursos que no llegan a conseguir el ingreso m¨ªnimo vital porque les faltan documentos o no tienen un domicilio fijo, y expatriados brit¨¢nicos que llevan toda la vida en Espa?a y han decidido solicitar nuestra ciudadan¨ªa para seguir siendo europeos, y se encuentran frente al muro inmemorial del ¡°vuelva usted ma?ana¡±, que solo parece haber progresado desde los tiempos de Larra y las covachuelas de legajo polvoriento y tintero porque ahora lo escuchan en esa voz grabada de los n¨²meros oficiales, o en esa terrible y tambi¨¦n inmemorial forma de silencio que es el silencio administrativo, el silencio de la tumba en la que yacen sepultados todos los documentos tangibles o electr¨®nicos que son el lastre insoportable de la vida espa?ola.
La Administraci¨®n p¨²blica son trabajadores accidentados que no logran su baja laboral, y enfermos a los que cada d¨ªa de retraso en una operaci¨®n les acent¨²a la gravedad, y obras de reforma o negocios leg¨ªtimos que no pueden arrancar por falta de un solo permiso, y oficinas delante de las cuales las personas guardan cola desde antes del amanecer, como en una estampa de sumisi¨®n y paciencia del antiguo bloque comunista, si no han tenido la picard¨ªa, o el dinero suficiente, para comprar un n¨²mero, o si el guarda de seguridad privada de la puerta no las ha espantado con malos modos. La Administraci¨®n espa?ola son contratas irregulares para cubrir malamente servicios p¨²blicos, concedidas mediante concursos ama?ados, con una sinvergonzoner¨ªa antigua de parentelas codiciosas y enjuagues clientelares. La Administraci¨®n p¨²blica sigue siendo pringosamente espa?ola hasta en instituciones que se precian de un furibundo antiespa?olismo: en estos d¨ªas se est¨¢n publicando los detalles de unas oposiciones a funcionarios de la Generalitat de Catalu?a en las que muchos aspirantes tuvieron que hacer sus ejercicios en medio de la calle y apoy¨¢ndose en papeleras, porque la organizaci¨®n no hab¨ªa previsto los anticuados pupitres penitenciales de otros tiempos, ni tampoco dependencias capaces de albergar a todos los opositores. Tambi¨¦n se ha sabido que la convocatoria hab¨ªa sido ¡°externalizada¡±, t¨¦rmino ¨¦ste muy favorecido por mangantes del dinero p¨²blico dotados de una labia de palabrer¨ªa tecnocr¨¢tica. Una de las tareas m¨¢s serias de una administraci¨®n es seleccionar a las personas que van a trabajar en ella. Si ese proceso se ¡°externaliza¡±, ?por qu¨¦ no tambi¨¦n el de juzgar a los acusados de un delito, el de detener a los delincuentes, el de gestionar las c¨¢rceles, siguiendo el modelo atroz de las prisiones privadas en Estados Unidos?
Los desastres administrativos ocupan cada vez m¨¢s espacio en los peri¨®dicos, pero est¨¢n del todo ausentes del debate pol¨ªtico. La mejora de la Administraci¨®n p¨²blica jam¨¢s es mencionada en los torrentes de palabras y consignas arrojadizas que ya arrecian en estas v¨ªsperas electorales. Que la baja calidad de nuestras administraciones es uno de los problemas m¨¢s graves de nuestro pa¨ªs solo lo he visto bien resaltado en el ¨²ltimo libro de Michael Reid, Spain: The Trials and Triumphs of a Modern European Country, que por fortuna no tardar¨¢ mucho en publicarse en espa?ol. La falta de medios y de personal de las Administraciones espa?olas, dice Reid, est¨¢ en relaci¨®n directa con la sobreabundancia de cargos pol¨ªticos y ¡°personal de confianza¡± que las han invadido, y que aparte de acaparar sus recursos las han sometido a un grado de politizaci¨®n que perjudica su imparcialidad y las paraliza cada cierto tiempo, al someterla a los vaivenes de victorias o derrotas electorales. Con su pragmatismo de reportero anglosaj¨®n, Reid subraya algo que aqu¨ª no menciona nadie: ¡°Para empezar, Espa?a tiene muchos m¨¢s pol¨ªticos de los que necesita¡±. Hay, calcula, entre 300.000 y 400.000, m¨¢s que Alemania, en cifras absolutas, y el doble que Francia o Italia, en correspondencia con la poblaci¨®n total. Unos 20.000 puestos administrativos, muchos de alto nivel, m¨¢s que en ning¨²n otro pa¨ªs occidental, son ¡°cargos de libre designaci¨®n¡±, t¨¦rmino que Reid usa en cursiva y en espa?ol, por no encontrar un equivalente adecuado en ingl¨¦s. Que los directores de instituciones como el CIS, la televisi¨®n estatal y hasta los Paradores Nacionales dependan del favor pol¨ªtico le parece inconcebible a un observador de nuestro pa¨ªs tan templado y certero como Michael Reid.
Cuanta m¨¢s discrecionalidad pol¨ªtica, m¨¢s clientelismo y m¨¢s corrupci¨®n: m¨¢s despilfarro de recursos esenciales para el funcionamiento del sistema democr¨¢tico, de su tupida red de responsabilidades y garant¨ªas, en las que la limpieza, la austeridad y la transparencia sirven para favorecer la creaci¨®n de riqueza e imponer una equidad social que act¨²e como correctivo de abusos y desigualdades cada vez m¨¢s exagerados. Un parlamentario veterano y esc¨¦ptico me dice que en estos tiempos muchas leyes no se hacen para ser cumplidas, sino para a?adir le?a al fuego de la propaganda partidista. Las palabras rotundas que prometen la justicia y la igualdad se quedan en aire si no cuentan con la letra peque?a y nada heroica de los procesos administrativos que las conviertan en actos verdaderos, ¨¢giles y al mismo tiempo sometidos al control de la legalidad y de la eficiencia. Cuanto m¨¢s necesitadas, m¨¢s d¨¦biles, m¨¢s desprotegidas las personas, con m¨¢s urgencia necesitan los servicios que solo puede ofrecer una buena Administraci¨®n p¨²blica. Que la clase pol¨ªtica responsable y beneficiaria de su deterioro sea tambi¨¦n la encargada de ponerle remedio no es una perspectiva alentadora, a no ser que la fuercen a ello el esc¨¢ndalo y la protesta de la ciudadan¨ªa.
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