De aquellos polvos, estas okupaciones
El descalabro de la burbuja inmobiliaria produjo m¨¢s de un mill¨®n de viviendas vac¨ªas y casi un mill¨®n de familias sin un lugar donde vivir. Hay que dejarse de manique¨ªsmos y detener la espiral

Las okupaciones de viviendas no son fruto de una especial idiosincrasia espa?ola, son el resultado de un c¨²mulo de desaguisados provocados por la sistem¨¢tica antipol¨ªtica de vivienda de los gobiernos del PP. La ley liberalizadora del suelo del PP permiti¨® que, sin ninguna base demogr¨¢fica justificativa, lleg¨¢semos en la primera d¨¦cada del siglo al gran ¨¦xito, r¨¦cord europeo, de construir 600.000 viviendas al a?o.
Para que estas viviendas se pudieran vender, propici¨® que el Banco de Espa?a se pusiera de perfil, que no interviniera a pesar de las recomendaciones del Banco Central Europeo, ante una concesi¨®n masiva de cr¨¦ditos hipotecarios por parte de bancos y cajas de ahorros, en las ant¨ªpodas de las del resto de pa¨ªses europeos.
De este modo se consigui¨® el milagro de que el valor de las viviendas se situara en el punto m¨¢s alto de su historia, no s¨®lo en t¨¦rminos absolutos, sino en relaci¨®n con la capacidad de pago de los hogares. Se alcanz¨® una de las mayores cargas hipotecarias de los hogares de la Uni¨®n Europea. El peso de la deuda lleg¨® a suponer el 134,7% de su renta disponible, un 40,8% por encima de la media europea. Y, de paso, la mayor burbuja inmobiliario-financiera de Europa consigui¨® alejar del acceso a la vivienda a millones de j¨®venes espa?oles.
Cualquier atisbo de poner raciocinio en esta arcadia, como las leyes de algunas comunidades aut¨®nomas destinando una parte de las nuevas viviendas a protecci¨®n oficial para hacerlas asequibles, fue sistem¨¢ticamente torpedeado alegando que no se puede poner l¨ªmites a la libre iniciativa.
?Pensaban, acaso, que este frame, construcci¨®n enloquecida-pr¨¦stamos desbocados-revalorizaci¨®n inmediata de las viviendas, se iba a mantener siempre? ?Mira por donde!, la magia se rompi¨® en mil pedazos en el a?o 2007; un cataclismo exterior nos arrastr¨® y abri¨® la mayor crisis social que ha vivido este pa¨ªs desde la Guerra Civil. M¨¢s de un mill¨®n de viviendas quedaron acabadas y sin colocar, es decir, vac¨ªas. El par¨®n radical en el sector de la construcci¨®n hizo crecer la tasa de paro del 8% al 19%, en solo un a?o, y hasta el 26% en 2014. Las familias en paro no pudieron hacer frente a sus cargas hipotecarias primero o de alquileres despu¨¦s, con lo que desde el a?o 2008, 800.000 hogares han perdido su vivienda.
Era previsible que no habr¨ªa una convivencia pac¨ªfica entre m¨¢s de un mill¨®n de viviendas vac¨ªas y casi un mill¨®n de familias sin vivienda. Y, sin embargo, ah¨ª estuvo el huevo de la serpiente: el embri¨®n de un drama may¨²sculo que no se quiso ver.
Dando la espalda a esta realidad, se decidi¨® que lo que hab¨ªa que hacer era rescatar a los bancos que se hab¨ªan quedado con los cr¨¦ditos impagados de promotores, con todas sus viviendas vac¨ªas, y con la deuda de las cajas de ahorros. Se concedieron 65.000 millones de euros p¨²blicos para ese rescate ¡ªque hoy ya se han convertido en 74.000¡ª sin pensar en vincular estas ayudas a la puesta a disposici¨®n de las viviendas vac¨ªas para las familias desahuciadas, o lo que habr¨ªa sido lo mismo, o mejor, sin pensar que las familias pudieran seguir en sus viviendas, ajust¨¢ndoles el precio (como luego se ha hecho, desvaloriz¨¢ndolas, cuando se han vendido a fondos de inversi¨®n). Pensaron err¨®neamente, como se ha visto, que en un corto plazo de tiempo todos los activos se colocar¨ªan f¨¢cilmente.
Y no solo esto; puesto que no hab¨ªa demanda de vivienda ¡ªest¨¢bamos en plena crisis¡ª decidieron que no hac¨ªa falta una pol¨ªtica de vivienda activa; en el a?o 2011 desmontaron el Ministerio de Vivienda que hab¨ªa creado el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero precisamente para intentar poner contrapesos a la furibunda burbuja, y redujeron dr¨¢sticamente los presupuestos del Estado en vivienda de 1.500 millones de euros anuales a 450. Se trataba de fondos precisamente destinados a promover vivienda protegida y a ayudar a los hogares a pagar su vivienda que habr¨ªan podido mitigar en parte el problema.
Pero, cuando los problemas de supervivencia no encuentran soluci¨®n desde el sector p¨²blico, los inventan. Y ah¨ª emerge el particular problema espa?ol de las okupaciones de viviendas: familias desahuciadas aloj¨¢ndose espont¨¢neamente, sin control p¨²blico, en viviendas vac¨ªas. En un primer momento, organizadas por movimientos sociales de base, se enfocaron hacia las viviendas de bancos y fondos de inversi¨®n. Pero cuando un volc¨¢n explota resulta imposible que la lava se deslice exclusivamente por las zonas mejor protegidas, y las okupaciones, acompa?adas de la proliferaci¨®n de mafias, se han ido adentrando tambi¨¦n en el terreno de los propietarios tradicionales de viviendas en alquiler. Y ello conlleva una preocupaci¨®n social de primer orden que los responsables ahora revierten en su favor. Horrorizados ante la realidad generada por sus propias pol¨ªticas, organizan una campa?a de captaci¨®n f¨¢cil de votos, neg¨¢ndose, de nuevo, a abordar el dolor social oculto que hay detr¨¢s de las okupaciones.
Que la okupaci¨®n no debe ser la v¨ªa de acceso a la vivienda es una obviedad. Que hay que acabar con este ¡°sistema¡± es evidente. Pero para ello hace falta un pacto, formal o impl¨ªcito, que permita poner fin de verdad a una etapa dram¨¢ticamente an¨®mala de nuestra historia y nos lleve a la paz social imprescindible para un horizonte con una deseada presencia creciente del alquiler.
Deber¨ªamos apartarnos de las posiciones maximalistas actuales, bajar los decibelios. De nada sirve que los unos demonicen las okupaciones y que los otros las bendigan, de este modo lo que hacemos es enrarecer cada vez m¨¢s la convivencia y exacerbar el enfrentamiento social sin abrir un horizonte de soluci¨®n verdadera. Hay que actuar inteligentemente en los dos frentes: desahucios y okupaci¨®n, que no son m¨¢s que las dos caras de la misma moneda y hacerlo de manera simult¨¢nea.
La derecha deber¨ªa aceptar que hay que dejar de alimentar el ej¨¦rcito de reserva de familias sin vivienda y, por lo tanto, que debemos cortar radicalmente la hemorragia de nuevos desahucios de familias vulnerables, tanto familias que okupan la vivienda sin t¨ªtulo habilitante, como inquilinos que entran en situaci¨®n de insolvencia. Prohibiendo los desahucios a bancos y fondos de inversi¨®n y llegando a acuerdos serios de concertaci¨®n con el resto de propietarios para compensarles los alquileres no cobrados, mientras no se ofrezcan viviendas p¨²blicas alternativas.
La izquierda, por su parte, en el momento que cesaran los desahucios de familias vulnerables, con la certeza de que ya no se sigue alimentando la viciosa espiral, deber¨ªa admitir legislaci¨®n que permitiera la expulsi¨®n inmediata de los nuevos okupas de viviendas de cualquier tipo de propietario. Por muy leg¨ªtimas que sean la ira y el odio por lo sucedido, funcionan como muy malas consejeras en estrategias a medio y largo plazo. Los manique¨ªsmos son munici¨®n regalada a la derecha.
Por favor, no nos rasguemos m¨¢s las vestiduras, reconozcamos humildemente las enormes responsabilidades hist¨®ricas que han conducido al problema, no volvamos a equivocarnos e intentemos encontrar soluciones pactadas que no conlleven la perpetuaci¨®n de los desahucios, es decir del germen de las okupaciones.
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