Mejor lo hablamos
En un entorno con aluvi¨®n de tesis doctorales plagiadas burdamente y el m¨¢s obsceno negocio universitario en marcha, no habr¨¢ que creer que un mero avance t¨¦cnico nos vaya a hacer a¨²n peores personas. Ya somos horrorosos
Resulta chocante que estemos tan preocupados de pronto por la amenaza de la mal llamada inteligencia artificial y, en cambio, no parezcamos alterados por el evidente dominio de la estupidez natural con la que convivimos. Nadie duda de que los avances tanto tecnol¨®gicos como sociales contribuyen a mejorar la vida de las personas, por m¨¢s que a ratos esa nueva realidad nos perturbe porque arrastra consigo un agravamiento de ciertos s¨ªntomas del malestar humano. Con nuestro instinto innato para la autodestrucci¨®n, somos capaces de revertir lo que son obvios adelantos en conocimiento y tecnolog¨ªa en armas de infelicidad, persecuci¨®n, alienaci¨®n y sometimiento. La IA provoca id¨¦ntico debate que el mal uso de las redes y el tel¨¦fono port¨¢til porque nos pone al alcance de la mano nuevas oportunidades para practicar la falsedad, la apropiaci¨®n indebida, el enga?o y la estafa. La tecnocracia est¨¢ causando estragos por la sencilla raz¨®n de que le hemos otorgado valor al exhibicionismo por encima de la b¨²squeda del propio amparo, y el peor s¨ªntoma es la creciente ola de suicidios adolescentes.
Una de las m¨¢s repetidas prevenciones en la opini¨®n p¨²blica ante el desarrollo de la IA es el modo en que puede perjudicar a la ense?anza escolar. Ya se habla de trabajos copiados y ni?os sin retentiva. Quiz¨¢ ignoran muchos que el corte y pega es una asignatura expandida. En un entorno con aluvi¨®n de tesis doctorales plagiadas burdamente y el m¨¢s obsceno negocio universitario en marcha, no habr¨¢ que creer que un mero avance t¨¦cnico nos vaya a hacer a¨²n peores personas. Ya somos horrorosos. En lo educativo, y lo se?alan estudios sobre el deterioro de la comprensi¨®n lectora en menores, tendr¨ªamos hace tiempo que haber puesto el acento sobre una mejora del sistema para que los chicos no abandonen por la tentaci¨®n tecnol¨®gica el desarrollo de sus capacidades cognitivas. Una de las mejores maneras de evitar el plagio y la impostura escolar es recuperar la oralidad. Espa?a va con a?os de retraso sobre el sistema franc¨¦s o anglosaj¨®n de dominio de lo hablado. Un sabio profesor repite a menudo que solo demuestras el conocimiento cuando eres capaz de explicar lo que sabes. El valor no est¨¢ en el t¨ªtulo enmarcado de la pared, sino en la vertebraci¨®n de lo aprendido con la realidad.
Es posible que los actores puedan doblarse con su propia voz en todos los idiomas del mundo o que caras y cuerpos ya fallecidos sean recuperados digitalmente para seguir la faena, pero no dejan de ser fuegos de artificio. No es la primera vez que asistimos a la apropiaci¨®n del talento de otro para desarrollar la mediocridad propia. Las canciones, las lecciones, la organizaci¨®n laboral y la recogida de residuos pueden organizarse mejor con las aplicaciones de c¨¢lculo. Convivir¨¢ el talento con la depredaci¨®n y el ingenio y la bober¨ªa. En la sutil inconcreci¨®n del capricho humano, donde se mezclan lo racional y lo irracional y lo bondadoso y lo malvado, es donde se juega nuestra vida diaria. Ense?emos a los chicos a hablar y a pensar en voz alta y tendremos un Parlamento muy distinto, un ¨¢gora m¨¢s rica, un debate mejor. En la obsesi¨®n por volver a todos los ciudadanos unos vacuos consumidores pasivos quiz¨¢ nos hemos pillado los dedos. Como dijo un experto, fabricar tontos es un gran negocio, hasta que los tontos son tantos que te dictan la norma y te modelan a su gusto.
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