?De qu¨¦ van estas elecciones?
Los partidos principales han coincidido en situar la campa?a en el campo emocional m¨¢s incluso que en el ideol¨®gico y, en consecuencia, piden el voto no tanto a su favor sino en contra del adversario
Este pa¨ªs ha sido muchos pa¨ªses en muy poco tiempo sin dejar de ser lo que en realidad es: un pa¨ªs voraz, que devora el tiempo y olvida pronto, de buena vida y convivencia que se maravilla en los dilemas irreconciliables y quiere los debates de dos en dos: izquierda o derecha, mar o monta?a, Bar?a o Madrid, con cebolla o sin cebolla, PP o PSOE. Podemos y Ciudadanos quisieron romper esa ¨²ltima elecci¨®n y a punto estuvieron de sorpassar a sus respectivos, pero su verdadera urgencia en este momento consiste en salvar sus marcas. Todo pasa muy r¨¢pido en Espa?a, motivo por el que Pedro S¨¢nchez decidi¨® adelantar las elecciones, porque la ¨²nica manera de escapar de la derrota de mayo estaba en atropellar los acontecimientos y convocar las generales en julio. Sin espacio para la digesti¨®n.
As¨ª fue como este pa¨ªs record¨® los pa¨ªses que acababa de ser y que ya hab¨ªa olvidado: aquel en que las elecciones se ganaban por el centro; aquel que vot¨® seg¨²n la identidad y se entreg¨® a pol¨¦micas sin fin sobre cu¨¢ntas naciones cab¨ªan en la naci¨®n. No hace tanto que en Espa?a todo era el proc¨¦s y se repet¨ªan las preguntas de lo que era ser espa?ol y las discusiones sobre si el patriotismo y las banderas eran de la derecha o pod¨ªan ser tambi¨¦n de la izquierda. No hace tanto que el debate giraba en torno a lo que era ser conservador o progresista o reaccionario, o que se discut¨ªa de la gesti¨®n y de la deuda y de qui¨¦n era el m¨¢s capaz de los gobiernos y qui¨¦n estaba o no por la privatizaci¨®n de los servicios; o que se hablaba de lo ideol¨®gico de verdad, o sea: los impuestos. Aqu¨ª nos tienen, en cambio, en puertas de unas generales nada menos sin que se oiga apenas hablar de la renta y del capital. Si ni siquiera ha salido la libertad, ?qu¨¦ pa¨ªs somos ahora? ?De qu¨¦ ir¨¢n estas elecciones convocadas a toda prisa?
Despu¨¦s de criticar la infantilizaci¨®n de la pol¨ªtica, los candidatos han simplificado al m¨¢ximo los dilemas, porque el tiempo corre y devora. S¨¢nchez quiere debates a dos porque la elecci¨®n ser¨¢ entre ¨¦l y Feij¨®o. As¨ª lo dibuja, al menos: el PSOE aliment¨® a Yolanda D¨ªaz y a Sumar, luego advirti¨® tarde de que no conven¨ªa dejar a Podemos en el vac¨ªo por sus cuentas electorales y ha terminado convencido de que lo mejor para ellos ser¨¢ dejarse de historias con los dem¨¢s y proponer el cl¨¢sico o ellos o nosotros. El PP, que juega a hacer ver que Vox no existe, lo plantea en los mismos t¨¦rminos aunque en un grado mayor, m¨¢s grave: o S¨¢nchez o Espa?a, lo que deja fuera de Espa?a a quienes voten a S¨¢nchez. ?De eso van de verdad estas elecciones?
Sin tiempo para articular nuevos discursos o pensar muchas m¨¢s promesas ¨DS¨¢nchez las agot¨® en su ¨²ltima campa?a¨D, los partidos principales han coincidido en situar la campa?a en el campo emocional m¨¢s incluso que en el ideol¨®gico y, en consecuencia, piden el voto no tanto a su favor sino en contra del adversario: lo anti siempre ha vendido mejor que el por. El PP, adem¨¢s, lo acompa?a de una inquietante deslegitimaci¨®n del rival y de las dudas en el proceso por el que se escrutar¨¢n los votos, lo que supone una l¨ªnea roja de la que es dif¨ªcil regresar.
Resulta curioso, en fin, que quienes arremetieron contra los refer¨¦ndums porque simplificaban la realidad, exclu¨ªan la participaci¨®n de las minor¨ªas y porque aparec¨ªan falsamente como la forma pura de representaci¨®n democr¨¢tica, se entreguen de pronto a esta suerte de mecanismo que convierte unas generales en un plebiscito en el que, sin lugar para m¨¢s razones, acabar¨¢n siendo determinantes las pasiones. Somos muchos pa¨ªses a la vez, sin duda. Sin duda y sin tiempo.
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