La absorci¨®n de Podemos
Quiso discutir de igual a igual con la cabecera de Sumar, y al cabo tuvo que adherirse al pacto ya trabado entre todas las confluencias, y abrirse en ¨¦l un hueco
Podemos ha sido de facto absorbido. Su impulso, por fin recauchutado bajo la paciente reorientaci¨®n pragm¨¢tica, menos confrontacional y nada bronca de Sumar. Dentro de esta versi¨®n civilizada de izquierda de la izquierda, podr¨¢n sus gentes adaptarse y sobrevivir: sobre todo si aceptan su papel secundario, si dejan de plantear excentricidades, batallas culturales perdedoras, se?alamientos estramb¨®ticos, ex¨®ticos insultos al universo mundo y chantajes de ¨²ltima hora. Sobrevivir: empe?o m¨¢s agradable que el inapelable suicidio de Ciudadanos, el partido casi coet¨¢neo que desafi¨® a los grandes desde la otra orilla.
Esta absorci¨®n por diluci¨®n llega por su mala cabeza. Podemos solo ha cosechado fiascos en la negociaci¨®n reci¨¦n concluida. Quiso discutir de igual a igual con la cabecera de Sumar, y al cabo tuvo que adherirse al pacto ya trabado entre todas las confluencias, y abrirse en ¨¦l un hueco. Pretendi¨® basar las cuotas de poder en resultados de elecciones antiguas y tuvo que rendirse a la evidencia de que el peso del ¨²ltimo 28-M era insoslayable. En el ¨²ltimo y ag¨®nico tramo exigi¨® ir en solitario en tierra valenciana, y cosech¨® un sonoro ninguneo. Amag¨® con un enga?oso refer¨¦ndum de pregunta capciosa para seguir enredando tras el pacto, y se encontr¨® frente a un ancho muro de contenci¨®n. Pugn¨® por salvar a la soldado Irene Montero como candidata y no hubo nada. Dijo que exig¨ªa m¨¢s y mejores plazas en las listas, y obtuvo los ocho puestos que ya ten¨ªa generosamente garantizados. Mayor fracaso, imposible.
Y es que su mala cabeza de fondo le llev¨® a habitar una ensimismada vida paralela. Fuera del mundo de los dem¨¢s, autorreferencial, cr¨¦dula en sus propias invenciones. Y negacionista de la realidad m¨¢s aguda, su reciente desplome, en vertical. As¨ª, encar¨® la negociaci¨®n con la prepotencia prestada por su conducator fundacional, erigido en escudo patriarcal de las dos ministras, tras estrellarse con las urnas de mayo por haberse fiado de su andar solitario. As¨ª cosech¨® la mitad de sus anteriores votos en Arag¨®n, la mitad en Baleares, y de nada le sirvieron los obtenidos en Valencia, m¨¢s que para derrumbar la notable gobernanza de Ximo Puig con los de Comprom¨ªs. Qued¨® autoexcluido de la Comunidad de Madrid por no llegar al suelo m¨ªnimo, dilapidando sus 161.031 votos, que quedaron hu¨¦rfanos de esca?os. Contribuy¨® decisivamente a una fragmentaci¨®n del espacio de la izquierda radical en Alcal¨¢, en Ponferrada, o en Huesca, donde el 17,88% de los votos acab¨® hurtado de representaci¨®n. Y erosion¨® la imagen, las papeletas y el poder del universo progresista, a?adiendo obst¨¢culos a la carrera por otro Gobierno de coalici¨®n progresista bajo presidencia socialista. Otro: sin esos lastres.
El cogollo del populismo autoritario ha quedado residualizado no por sus colegas y rivales. Sino por sus fracasos. Sucedi¨® con Pablo Iglesias en 2021, cuando este dignamente dimiti¨® tras perder su apuesta en la Comunidad de Madrid. Y ahora con su d¨²o, Irene Montero, autoderruida por su empecinamiento en sostenella y no enmendalla frente a todo y erga omnes. Y tambi¨¦n con Ione Belarra y sus agrestes embestidas a los empresarios. Y con Pablo Echenique, el m¨¢s t¨¢ctico y menos ejemplar. Era arduo que su descuelgue se ejecutase sin costes. Por eso su ag¨®nico y tramposo perder no solo contrasta con la historia de ilusi¨®n de aquellos acampados del 15-M. Tambi¨¦n tizna en oscuro a la actual amplia alianza plural, bien encabezada, complemento y acicate de la izquierda mayoritaria. Pero cada d¨ªa tiene su af¨¢n. El de ahora, supeditar ese duro rev¨¦s en el c¨®mo al logro obtenido en el qu¨¦. Con aplomo. Peor lo ten¨ªa Josep Tarradellas el 7 de abril de 1978 cuando sali¨® del despacho de Adolfo Su¨¢rez sin nada en la alforja y proclam¨® que lo hab¨ªa logrado todo. Vio, vino, venci¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.