Mentes aceleradas
Una democracia sana es la que considera su debilidad como su gran fuerza, la que valora la disensi¨®n y la discusi¨®n constante en los foros pol¨ªticos como un elemento de protecci¨®n y no de decadencia
No conviene enga?arse ni jugar a una ingenuidad ang¨¦lica. La ignorancia es una posici¨®n ideol¨®gica, del mismo modo que la decisi¨®n de no pensar es ya en nuestros d¨ªas una escuela de pensamiento. Los reg¨ªmenes autoritarios pero adscritos a una econom¨ªa de mercado triunfan porque gracias al ejemplo de crecimiento chino se han convertido en algo as¨ª como un compendio de todo lo bueno. Un liderazgo que no admite cuestionamiento ni cr¨ªtica, ya sea de oposici¨®n pol¨ªtica o de investigaci¨®n period¨ªstica, termina por ser percibido por esa sociedad como un liderazgo fuerte. Hungr¨ªa y Polonia podr¨ªan ser el mejor ejemplo de c¨®mo en la propia complejidad europea puede convertirse en mayoritario este modelo de apropiaci¨®n de las instituciones para una causa ¨²nica. Una democracia sana es la que considera su debilidad como su gran fuerza, la que valora la disensi¨®n y la discusi¨®n constante en los foros pol¨ªticos como un elemento de protecci¨®n y no de decadencia. Para recuperar este valor tendr¨ªamos que regresar al aprecio de la velocidad lenta, pero la tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n nos ha forzado a virar en la direcci¨®n opuesta, lo que va a ser una tragedia.
Cuando se tom¨® la Bastilla, la noticia tard¨® en llegar a Espa?a 13 d¨ªas. El ascenso de Hitler tuvo una cadencia constante, pero pese a la tragedia que caus¨® la muerte a millones personas en los campos de concentraci¨®n, desde 1933 comenzaron a exiliarse todos aquellos que tuvieron posibilidad y buen criterio para afincarse lejos de esa locura nacionalista que se apoder¨® del pueblo y comenzar a planificar la resistencia. Cuando uno ve los ¨²ltimos disturbios en Francia, no puede dejar de reconocer que la llama se prende de manera masiva y a toda velocidad por la circulaci¨®n inmediata del v¨ªdeo de la muerte de un joven que se salta un control. A los pocos d¨ªas, el asesinato de una mujer en su tienda de la plaza de Tirso de Molina desencadena una riada de versiones interesadas que apuntan a que el crimen ha sido obra de inmigrantes y tratan por todos sus medios disponibles de expandir esa versi¨®n y provocar el alzamiento espont¨¢neo, el desgarro y la trifulca. Son intereses tan medidos que incluso sorprenden en una ciudad como Madrid, que lleva d¨¦cadas ignorando la degradaci¨®n de algunas zonas, la desigualdad rampante y la marginalidad, porque el discurso p¨²blico ha conseguido imponer el paradigma de la capital de la terraza pl¨¢cida.
Existe una atracci¨®n por los mandatos autoritarios, porque de manera biol¨®gica pertenecemos a una raza de protecci¨®n tribal. La fascinaci¨®n por el relato de mafiosos prende en un p¨²blico que observa que la lealtad a los propios justifica el delito y la humillaci¨®n del ajeno. La m¨ªtica del superh¨¦roe ha terminado por blanquear la idea de que las soluciones a los problemas complejos la tiene el audaz liderazgo de un individuo solitario y extremadamente fuerte. Admirar lo err¨®neo y utilizar los canales de informaci¨®n an¨®malos provoca que los adscritos a la exaltaci¨®n de la ignorancia se crean los m¨¢s listos y que el desprecio al pensamiento se perciba como una forma aguerrida de inteligencia propia. El tiempo es la otra clave. Si permitimos la aceleraci¨®n extrema, nos quedamos sin poder tratar los s¨ªntomas de nuestra decadencia con la medicina correcta, que precisa de paciencia y pedagog¨ªa para volver a enamorar con la democracia, y sus contradicciones, a los cachorros de la democracia.
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