Dado al siete

En las elecciones generales que se celebran hoy, nos jugamos a los dados el pasado o el futuro de Espa?a. Si de ellas sale que volvemos a la Edad Media, yo, como la escritora Clarice Lispector, dejo registrado que estar¨¦ del lado de las brujas. Tambi¨¦n ser¨¦ partidario de los alquimistas, de los quiromantes y saltimbanquis; de los canteros que labraban capiteles rom¨¢nicos con un trenzado de reptiles; de los juglares que recitaban versos provenzales al pie de la almena donde permanec¨ªa cautiva una princesa; de los monjes que copiaban la metaf¨ªsica de Arist¨®teles en c¨®dices de vitela, pero no de los cl¨¦rigos que azotaban la espalda desnuda de los fieles cantando a coro el dies irae. A estos los dejo para quienes hayan votado a la caverna. Si en estas elecciones la extrema derecha me manda al siglo XVI me gustar¨ªa conocer al Lazarillo de Tormes y a la Celestina, pero no a los fan¨¢ticos racistas que expulsaron de Espa?a a los jud¨ªos y a los mahometanos. Si las urnas me obligan a recular hasta el siglo XVII estar¨¦ a favor de los herejes y en contra de las hogueras, en el bando de Cervantes y de G¨®ngora y no en el de Quevedo y Lope de Vega.

Si gana el Partido Popular e impone su ley y me manda al siglo XVIII ser¨¦ un afrancesado, amigo de la ilustraci¨®n, pero no de la Espa?a negra que gritaba ?vivan las cadenas!, ni de la miseria, el odio y la injusticia que nos llev¨® a la guerra civil. Por el contrario, si en estas elecciones por un milagro la izquierda vota masivamente y gana el futuro, mi pa¨ªs ser¨¢ siempre ese en el que se premia la inteligencia, la solidaridad, la libertad de expresi¨®n y mi bandera la que se iza en el podio de todas las canchas del mundo cuando ganan nuestros deportistas, Nadal, Alcaraz, Jon Rham y gente as¨ª y no esa misma ense?a que llevan algunos en la pulsera y en correa del perro. Mi apuesta: la s¨¦ptima cara del dado.