La investidura y el dif¨ªcil arte de no hacer nada
Jugar bajo la presi¨®n del reloj siempre puede ser un factor de tu parte. Cuando no queden ni d¨ªas ni horas, se ver¨¢ mejor que la alternativa a un Gobierno es una repetici¨®n electoral, lo que suele desencallar los pactos
Con el embrollo de la investidura ha vuelto a las cr¨®nicas Mariano Rajoy, porque Mariano Rajoy fue presidente del Gobierno, pero fue tambi¨¦n una actitud, que todav¨ªa se enreda en frases imposibles para salir de un apuro. ?l es en s¨ª mismo una manera de medir el tiempo: no hay nadie en Espa?a que haya sabido esperar como esperaba Mariano Rajoy. Dedicaba su tes¨®n a que los problemas le renunciaran y empleaba en eso un arte astuto y complejo: no hacer nada. Sentarse a ver y esperar.
Si hab¨ªa disputas entre sus ministros o si alg¨²n asunto abr¨ªa a diario los peri¨®dicos, ¨¦l trataba de que el esc¨¢ndalo caducara por su cuenta, sin tener que implicarse ni mucho ni poco. Una vez sali¨® a recibir a Artur Mas en La Moncloa y le solt¨®: ¡°Vivo en el l¨ªo¡±. Luego, se encogi¨® de hombros. Otro d¨ªa, le preguntaron en la Audiencia Nacional qu¨¦ le quiso decir a Luis B¨¢rcenas cuando le escribi¨® aquello de ¡°hacemos lo que podemos¡±: ¡°Hacemos lo que podemos significa que no hac¨ªamos nada¡±. Al Rey se lo dijo en otra ocasi¨®n, que ahora se rememora tanto: prefiri¨® pasar la vez antes de afrontar su investidura.
Se recuerda ese episodio de Rajoy y eso lo ha devuelto a las noticias, pero la vigencia del expresidente no est¨¢ en eso. Est¨¢ en que, despu¨¦s de las ¨²ltimas generales, han vuelto a jugarse los plazos de Rajoy, que son, por otra parte, los propios del verano. Esperar y ver. El ¨²nico d¨ªscolo en esa costumbre, en un giro que nadie hubiera previsto, ha resultado ser Alberto N¨²?ez Feij¨®o, que tuvo prisa en enviar la carta a Pedro S¨¢nchez y m¨¢s a¨²n para entrevistarse con Santiago Abascal, en un encuentro que iba a ser discreto hasta que Vox consider¨® que deb¨ªa dejar de serlo.
En el PSOE, sin embargo, prueban los plazos largos, lo que les sirve para hacer sus primeros contactos fuera del foco de los medios y para que su principal rival se estrelle contra la aritm¨¦tica parlamentaria. Debe de darlo el sill¨®n presidencial, ese uso del tiempo en contra de los dem¨¢s. Al cabo, jugar bajo la presi¨®n del reloj siempre puede ser un factor de tu parte, porque cuando no queden ya d¨ªas ni horas se ver¨¢ mejor que la alternativa a un Gobierno es una repetici¨®n electoral, lo que suele desencallar los pactos o propiciar que se improvisen soluciones impensables. Si recuerdan, as¨ª surgi¨® Carles Puigdemont, cuando la CUP vet¨® a Artur Mas y la interinidad en Catalu?a se agotaba. No hay nada como que se acabe el tiempo: se acaban tambi¨¦n los faroles.
S¨¢nchez arriesg¨® con el calendario y esta vez cree tenerlo a su favor. Fue r¨¢pido al adelantar las elecciones y las puso en un mes in¨¦dito. Llegados hasta aqu¨ª, conf¨ªa en que si Feij¨®o fracasa podr¨¢ reunir la suma que le d¨¦ otra vez el Gobierno. Y eso requiere lo que ¨¦l est¨¢ dispuesto a desparramar: paciencia, a la espera de que las cosas ocupen solas su lugar. La estrategia, claro, entra?a riesgos, porque regala a los dem¨¢s la iniciativa y permite que se escuche antes lo que te piden que aquello que t¨² est¨¢s dispuesto a ofrecer. Y encima requiere de un buen entrenamiento, no vaya a ser que, sin tiempo y con los nervios, haya que ponerse a correr en el ¨²ltimo momento.
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