La cuesti¨®n territorial, esa condena
Esta legislatura se nos viene encima una asfixiante discusi¨®n cotidiana de naturaleza casi metaf¨ªsica sobre el ser de Espa?a, las Espa?as o el Estado espa?ol
Mi opini¨®n es que S¨¢nchez acabar¨¢ cerrando un Gobierno con los suficientes apoyos parlamentarios, aunque estos estar¨¢n lejos de asegurarle la estabilidad. Donde quiero incidir, sin embargo, es en lo que me parece que es el rasgo m¨¢s relevante de la nueva situaci¨®n: la fusi¨®n en un ¨²nico eje de lo que hasta ahora ven¨ªan siendo los dos ejes fundamentales del conflicto pol¨ªtico en Espa?a: por un lado, el eje izquierda/derecha, por otro el nacional. Ahora, aunque venga ya de la anterior legislatura, el nacional se ha superpuesto ya definitivamente al bibloquismo izquierda/derecha. El bloque de la izquierda es tambi¨¦n el de quienes estar¨¢n dispuestos a forzar al m¨¢ximo el marco constitucional en esta materia, y el de la derecha a dejarlo todo como est¨¢. No por convicci¨®n, necesariamente, sino por la necesidad de los grandes partidos por atender a sus extremos. Uno, el PSOE, para poder gobernar; otro, el PP, para no dar armas a Vox.
Se dir¨¢ que siempre hubo una diferencia en lo relativo a la cuesti¨®n territorial: el PSOE m¨¢s propicio a la federalizaci¨®n y a atender a la diversidad del pa¨ªs; el PP m¨¢s atento a una visi¨®n unitarista del Estado auton¨®mico. Pero ambos estaban unidos en lo relativo a la defensa del orden constitucional, por mucho que ambos fueran haciendo concesiones a los partidos nacionalistas para velar por sus propias necesidades de gobernabilidad. A la hora de la verdad, cuando durante la crisis catalana se recurri¨® a la aprobaci¨®n del art¨ªculo 155, estuvieron unidos. No digo que en futuro no puedan volver a estarlo, pero s¨ª que los incentivos de cada uno de ellos les impulsar¨¢n a partir de ahora a marcar sus diferencias sobre esta cuesti¨®n. Lo que se nos viene encima en esta legislatura va a ser una asfixiante discusi¨®n cotidiana de naturaleza casi metaf¨ªsica sobre el ser de Espa?a, las Espa?as o el Estado espa?ol, como quieran llamarlo. Con una agravante: que no hay posibilidad de resolverlo por medios democr¨¢ticos; el pa¨ªs se escindir¨¢ de nuevo en dos mitades sin posibilidad de alcanzar un consenso m¨ªnimo sobre una eventual reforma constitucional, la condici¨®n de posibilidad para resolver lo que es un problema enquistado sin v¨ªas de otra soluci¨®n.
Que pierdan toda esperanza quienes piensen que en esta nueva legislatura vamos a abordar los problemas relativos al cambio clim¨¢tico, la pol¨ªtica social, la competitividad y ese largo etc¨¦tera de cuestiones de soluci¨®n imprescindible. Algo se ir¨¢ haciendo, pero en el centro del debate estar¨¢ la cuesti¨®n territorial. De ello se encargar¨¢n tambi¨¦n, como es l¨®gico, las otras comunidades aut¨®nomas en manos del PP y las propias discusiones en un Senado con mayor¨ªa popular.
En un sistema democr¨¢tico se supone que quien gana las elecciones debe gobernar para todos; aqu¨ª ya estamos acostumbrados a que cada partido lo haga para los suyos. En lo relativo a las pol¨ªticas no es tan grave, pero no as¨ª en lo que hace a la propia identidad del Estado. Un m¨ªnimo sentido com¨²n pol¨ªtico, no los c¨¢lculos del poder, obligar¨ªa a los dos grandes partidos a consensuar algunas reglas m¨ªnimas para avanzar en un nuevo orden territorial, o, al menos, para poner en marcha una reforma del Estatut que pudiera someterse a la votaci¨®n del pueblo catal¨¢n; sin que este se pronuncie todo seguir¨¢ abierto. La opci¨®n del refer¨¦ndum es que, adem¨¢s de inconstitucional, acaba siendo, como hemos visto en Quebec o Escocia, lo que los ingleses llaman un never-endum, una situaci¨®n provisional revisable hasta que quienes lo proponen consigan el resultado esperado. Es curioso, llevamos 500 a?os conviviendo y todav¨ªa no sabemos lo que queremos ser de mayores. Una mitad quiere esto; la otra, lo otro. Eso s¨ª que es un never-endum.
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