La mayor crueldad con la mujer
Uno de los hijos de Jair Bolsonaro, Carlos, propone como concejal que se obligue a las mujeres violadas a que escuchen los latidos del feto antes de abortar
Suele decirse que no existen l¨ªmites a la crueldad humana. Yo tambi¨¦n lo cre¨ªa. Hasta ayer, cuando supe de una propuesta de ley presentada por Carlos, uno de los hijos del expresidente brasile?o, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Carlos es concejal de R¨ªo de Janeiro. Se hizo famoso porque a ¨¦l se le adjudica la victoria de su padre en 2018 gracias a su astucia para usar las redes sociales y las fake news.
Carlos, o Carluxo como suele llam¨¢rsele, nunca brill¨® en pol¨ªtica donde fue siempre y solo concejal. Es el m¨¢s unido umbilicalmente con su padre y se le considera su perro de guardia. Sus otros dos hermanos, Flavio y Eduardo, son uno senador y el otro diputado federal.
Carlos ha sido siempre un concejal casi fantasma, pues mientras su padre fue Presidente viv¨ªa para ser su bast¨®n, su todo. Exist¨ªa solo para ¨¦l. Ahora, con la presentaci¨®n de un proyecto de ley ha conseguido la gloria de aparecer en todos los peri¨®dicos. Ello porque su propuesta est¨¢ pre?ada de una crueldad sin l¨ªmites con la mujer.
El diario O Globo titula: ¡°Carluxo propone que v¨ªctimas de estupro escuchen los latidos de los fetos antes de abortar¡±. El proyecto, por lo l¨²gubre y cruel con la mujer ya humillada por la violencia sexual, lleva parado desde marzo porque el resto de los concejales no consigue votarlo. La propuesta de Carlos es que la mujer que v¨ªctima de violencia acab¨® embarazada pueda, antes de decidirse a abortar, escuchar los latidos del feto ¡°para que entre en raz¨®n¡±. Una propuesta semejante s¨®lo existe en Hungr¨ªa, en el Gobierno del ultraderechista y amigo de la familia Bolsonaro, V¨ªctor Orban, ya duramente criticada como cruel por Amnist¨ªa Internacional.
El proyecto del hijo de Bolsonaro exige que los m¨¦dicos de R¨ªo hagan a las mujeres violadas, antes de abortar, escuchar los latidos del coraz¨®n de su hijo. No hace falta ser especialmente sensible con el dolor y con el horror de la crueldad humana para entender la brutalidad de obligarlas a sufrir la crueldad a?adida que esto supone.
El poco aprecio por la mujer, el sentimiento consciente o inconsciente de que ella sigue siendo inferior al hombre tambi¨¦n en pol¨ªtica, sigue en pie, sobretodo en estos tiempos de la nueva derecha que est¨¢ resurgiendo en el mundo. Es el renacer, modernizado y cruel, de la violencia at¨¢vica de la discriminaci¨®n de g¨¦nero que, si siempre existi¨®, hoy se centuplica y refina a pesar de todos los esfuerzos para frenarla.
El proyecto cruel del concejal bolsonarista es quiz¨¢s el fondo del pozo de la maldad humana. No hace falta ser excesivamente sensible, ni siquiera en momentos hist¨®ricos de refinada violencia como los que vivimos, para sentirse horrorizado ante la idea diab¨®lica del concejal ultraderechista de obligar a la mujer a sentirse asesina de su propio hijo.
Hoy se dice que no sabemos donde la Inteligencia Artificial (IA) puede arrastrar a los humanos. En realidad ella no parece necesaria frente a la capacidad ya del Homo Sapiens en afinar cada d¨ªa m¨¢s su crueldad.
El proyecto de ley del concejal Carlos Bolsonaro adem¨¢s de cruel ha sido calificado de farragoso y casi ilegible, una especie de jerogl¨ªfico en el que es imposible leer un p¨¢rrafo sin tener que detenerse para respirar. He aqu¨ª un ejemplo: ¡°La plaga del culto al aborto como sustent¨¢culo de la idolatr¨ªa al sexo desenfrenado e irresponsable est¨¢ tomando proporciones apocal¨ªpticas en Brasil y en el mundo, impulsada por una ola de desinformaci¨®n y canalizaci¨®n del propio acto sexual, de la maternidad, de las cuestiones de salud y de la vida en s¨ª sin precedentes en la Historia, fruto de campa?as mentirosas y de acci¨®n de perversi¨®n del sentido com¨²n por medio de campa?as medi¨¢ticas vehiculadas por la prensa que tenemos hoy y del uso de muchas universidades como incubadoras de una ciencia posmoderna y adaptada a la llamada posverdad, donde todo est¨¢ permitido, donde no hay objetividad o en donde vale ¡®lo que estoy sintiendo y que el resto se vaya al carajo¡±. S¨ª, son 123 palabras sin un punto para respirar.
Dif¨ªcil imaginar lo que las mujeres que dieron el voto al concejal deben sentir al leer la ret¨®rica de su razonamiento para condenarlas como asesinas de su propio hijo s¨®lo por acogerse a la ley, muy humana, de poder escoger abortar despu¨¦s de haber sido v¨ªctimas de violencia. La ley se lo permite. No, no son asesinas. Son esas mujeres que saben mejor que nadie que el aborto y m¨¢s el realizado despu¨¦s de haber sufrido violencia no es una fiesta. No conozco a una de esas mujeres que han tomado la dif¨ªcil decisi¨®n de abortar de celebrarlo con champagne. Se trata siempre de una violencia y de un dolor que s¨®lo ellas pueden entender.
Para calificar ese desgarro de sentirse asesinas del propio hijo al obligarlas a escuchar los latidos de su coraz¨®n antes de abortar, ser¨ªa necesario inventar un nuevo vocablo en el diccionario. El de crueldad se queda peque?o.
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