El reto de mejorar los servicios de salud mental para v¨ªctimas de violencia en Am¨¦rica Latina
Para cerrar la brecha de la desigualdad y atender a las v¨ªctimas se requiere presupuesto y voluntad pol¨ªtica en un esfuerzo coordinado y sostenible
Fue la peor sorpresa de Navidad. Un grupo armado se llev¨® a Wilmer en la Nochebuena de 2010. Ten¨ªa 15 a?os y su madre nunca lo volvi¨® a ver. Desde entonces, sus d¨ªas se llenaron de angustia. ¡°Es muy doloroso, son tiempos de espera, tiempos de estr¨¦s, de desesperaci¨®n, de sufrimiento. Todo se acaba, todo se da?a, todo se pierde¡±, nos dice ella, admitiendo no saber qu¨¦ sentimientos compartir o no con amistades y familia. ¡°Lo que uno se calla a veces lo afecta personalmente y emocionalmente¡±, a?ade.
La situaci¨®n que describe es un desaf¨ªo dram¨¢tico para su salud mental. Pero no est¨¢ sola, y no se rinde. Se llama Margarita y vive en el sur de Colombia, pero su historia podr¨ªa ser la de muchas otras mujeres en Am¨¦rica Latina. Historias diferentes y, a la vez, muy similares, que dejan cicatrices emocionales dolorosamente duraderas.
A nivel mundial, alrededor de 66 millones de personas viven bajo el control de grupos armados. En ciudades como Puerto Pr¨ªncipe, por ejemplo, se habla ya de 150 grupos que operan solo en el ¨¢rea metropolitana. Inevitablemente, las consecuencias de esta violencia, vinculada tanto a conflictos como a crimen organizado, inciden en el bienestar an¨ªmico de comunidades enteras.
La probabilidad de que quienes viven en zonas afectadas por conflictos o violencia armada sufran dificultades en cuanto a la salud mental, desde depresi¨®n y ansiedad hasta trastorno por estr¨¦s postraum¨¢tico, triplica la de la poblaci¨®n general. Son heridas ocultas que perduran en el tiempo, afectan a individuos, generaciones y sociedades enteras, y a menudo quedan desatendidas porque se decide hacer frente a problemas aparentemente m¨¢s graves. Sin embargo, el costo de ignorar el impacto de la violencia en la salud mental es de una magnitud abrumadora.
Lo he podido comprobar en primera persona en todas y cada una de las zonas afectadas por violencia y conflictos que he visitado en los ¨²ltimos a?os como directora regional del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) para Am¨¦rica. A pesar de que el trauma psicol¨®gico puede ser menos visible que el f¨ªsico, sus efectos no son menos destructivos, especialmente cuando se prolongan en el tiempo.
Por ello, la apuesta institucional por la salud mental debe necesariamente poder medirse a trav¨¦s de la implementaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas en zonas de dif¨ªcil acceso, con servicios escasos y poblaci¨®n altamente vulnerable. La alarmante falta de profesionales en zonas afectadas por violencia y conflictos armados es un flagelo para nuestros pa¨ªses y sus habitantes m¨¢s vulnerables, una y otra vez victimizados y estigmatizados cuando tratan de acceder a un apoyo que deber¨ªa ser un derecho.
Cada vez m¨¢s, instituciones de todo el mundo reconocen, de manera expl¨ªcita, la importancia de atender las necesidades de salud mental en zonas afectadas por la violencia. La quinta Cumbre Mundial de Salud Mental, celebrada en estos d¨ªas en Buenos Aires, Argentina, es una muestra del inter¨¦s de la regi¨®n por atender y enfrentar esta situaci¨®n.
Sin embargo, y a pesar de que el progreso es significativo y esperanzador, a¨²n tenemos un largo camino por delante. M¨¢s all¨¢ de palabras, se necesitan medidas concretas que, en algunos casos, pueden llegar a salvar vidas.
El Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) trabaja cada d¨ªa para acceder a estas zonas y ofrecer apoyo a las comunidades m¨¢s afectadas por la violencia. En 2022, implementamos 64 programas de salud mental y apoyo psicosocial en Am¨¦rica Latina, que beneficiaron a m¨¢s de 13.000 personas. Somos conscientes, sin embargo, de que el reto que enfrentamos no ser¨¢ solucionado por una ¨²nica organizaci¨®n o iniciativa.
Para cerrar la brecha de la desigualdad en el acceso de las v¨ªctimas de la violencia a la atenci¨®n en salud mental, se requiere presupuesto y voluntad pol¨ªtica a todos los niveles, en un esfuerzo coordinado y sostenible. Los hombres, las mujeres y los ni?os afectados por la violencia armada en Am¨¦rica Latina y el mundo entero merecen una acci¨®n firme y decidida de nuestra parte, que tenga un impacto real donde m¨¢s se necesita.
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