?Un dise?o institucional integrador?
Cualquier modelo de Estado que aspire a ser estable necesita de un paso previo: que todos quieran formar parte de ¨¦l. El problema es que el separatismo no quiere
Hace unas semanas, Ignacio S¨¢nchez-Cuenca public¨® en este peri¨®dico un art¨ªculo muy interesante sobre el problema territorial de nuestro pa¨ªs (EL PA?S, 6-9-2023). La idea principal de su texto es que nuestro dise?o institucional no es suficientemente integrador con las nacionalidades hist¨®ricas. La plurinacionalidad no encuentra acomodo en el modelo territorial dise?ado por nuestra Constituci¨®n. Una plurinacionalidad que, adem¨¢s, es rechazada por el nacionalismo espa?ol.
Esta idea se acompa?a de un segundo argumento: el nacionalismo espa?ol se vincula a valores negativos. No es balad¨ª que cuando habla de las culturas pol¨ªticas que hay en los diferentes territorios, el indicador para la comparaci¨®n sea el voto a la extrema derecha. Dice el autor: ¡°Vox no consigui¨® ning¨²n diputado en Galicia y Pa¨ªs Vasco (tampoco en Navarra) y tan solo dos en Catalu?a (de los 48 diputados que se eleg¨ªan en las provincias catalanas). En el resto de Espa?a, la cosa fue bien distinta, obteniendo Vox en torno a un 15% del voto en casi todas las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas¡±.
Considero que el an¨¢lisis que hace S¨¢nchez-Cuenca, contiene tres errores. El primero de ellos es que presupone que los independentistas se quieren integrar. Para que un ¡°dise?o integrador¡± de nuestras instituciones tenga alguna posibilidad de ¨¦xito, los independentistas deber¨ªan asumir que forman parte de un todo y que toda reivindicaci¨®n debe circunscribirse al conjunto de la unidad. En la medida que los objetivos de los nacionalistas son la separaci¨®n de una parte del todo y la exclusi¨®n de aquellos que no comparten su identidad, cualquier dise?o integrador se convierte en una quimera. Cualquier dise?o institucional que aspire a ser estable y perdurable en el tiempo, necesita de un paso previo: que todos quieran formar parte de ¨¦l. Y el separatismo se caracteriza por querer tener sus propias estructuras de Estado.
Un segundo error que se observa de forma sistem¨¢tica en el debate territorial es que se habla muy poco de la propia pluralidad de las sociedades catalana y vasca. Quiz¨¢s S¨¢nchez-Cuenca tenga raz¨®n cuando dice que ¡°hist¨®ricamente, ha habido una falta de reconocimiento pol¨ªtico o, en el mejor de los casos, un reconocimiento indirecto y vergonzante de la realidad plurinacional espa?ola¡±. Pero no es menos cierto que esa actitud tambi¨¦n se observa en los propios nacionalistas. Los l¨ªderes independentistas dicen hablar en nombre de sus sociedades, sin reconocer la pluralidad de las mismas. El 23-J, en Catalu?a las fuerzas no nacionalistas sumaron el 70% de los votos y obtuvieron 34 de los 48 esca?os. En el Pa¨ªs Vasco, la correlaci¨®n de fuerzas estuvo m¨¢s igualada: PNV y Bildu sumaron el 48% de los votos y 10 de los 18 esca?os. En ambos territorios, la primera fuerza pol¨ªtica fue el PSOE.
El tercero de los errores es presentar una idea de Espa?a un tanto sesgada. Es muy com¨²n asociar la idea de la naci¨®n espa?ola a la extrema derecha o al franquismo, como si, por ejemplo, Manuel Aza?a o Indalecio Prieto no hubieran defendido una idea de Espa?a frente a los nacionalistas en la Segunda Rep¨²blica y en el exilio. El historiador Ricardo Miralles, en su obra Indalecio Prieto. La naci¨®n espa?ola y el problema vasco. Textos pol¨ªticos, se?ala c¨®mo el hist¨®rico dirigente socialista acaba concluyendo que no hay un problema vasco, sino que es un problema con el ¡°separatismo¡±. Tal y como recoge Miralles, Prieto en 1942 mand¨® una carta al hist¨®rico dirigente del Comit¨¦ Central Socialista de Euskadi, Sergio Echeverr¨ªa, donde acaba concluyendo: ¡°El problema del separatismo me preocupa tremendamente, porque si se presentasen circunstancias favorables al restablecimiento de las instituciones democr¨¢ticas de Espa?a, nos encontrar¨ªamos con un problema grav¨ªsimo¡±.
Adem¨¢s, si es cierto que existen distintas culturas pol¨ªticas en nuestros territorios y el voto a Vox es una forma de medirlo, esta realidad es m¨¢s compleja de lo que presenta S¨¢nchez-Cuenca. Aunque trata de mostrar a las comunidades hist¨®ricas como ajenas al votante de extrema derecha, lugares como Canarias, La Rioja o Asturias tambi¨¦n contaron con porcentajes muy reducidos de apoyo a Vox. De hecho, el 23-J, el ¨²nico territorio donde crecieron los votantes del partido de Santiago Abascal fue Catalu?a.
Existen soluciones que quiz¨¢s no resulten tan sexis como ¡°una oportunidad hist¨®rica¡±. El primer paso ser¨ªa reconocer no solo la plurinacionalidad de Espa?a, sino tambi¨¦n la pluralidad identitaria de cada uno de los territorios. En segundo lugar, cualquier dise?o institucional integrador deber¨ªa perseguir hacer m¨¢s fuerte al todo y no debilitarlo. En el debate territorial, echo de menos conceptos como solidaridad, cohesi¨®n¡ Finalmente, cualquier dise?o institucional integrador no puede ser solo un acuerdo de la izquierda con los nacionalistas y regionalistas. Si la Transici¨®n s¨ª fue una ¡°oportunidad hist¨®rica¡± fue porque puso de acuerdo a la inmensa mayor¨ªa de los representantes pol¨ªticos, siendo refrendado por el 88,5% de la ciudadan¨ªa que particip¨® en el refer¨¦ndum de 1978. Cualquier soluci¨®n institucional al debate territorial, no puede ignorar a la mitad de la sociedad.
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