El doble rasero de Occidente es un b¨²meran
El respaldo inquebrantable al derecho de Israel a existir en paz no puede ablandar el rechazo a castigos colectivos inaceptables. La actitud ante esta crisis y las de Ucrania, Irak o Yemen nos define y tiene consecuencias
Las democracias occidentales han acumulado en las ¨²ltimas d¨¦cadas muchos cargos por aplicaci¨®n de doble rasero. La crisis desatada por el brutal ataque de Ham¨¢s contra Israel a?ade ahora una nueva entrada en una lista que es una grave deuda con millones de civiles de muchos pa¨ªses y, adem¨¢s, compromete su estatura moral y su capacidad de interacci¨®n con gran parte del mundo. En una ¨¦poca de competici¨®n o conflicto de potencias, de reconfiguraci¨®n de equilibrios, el reproche moral de los distintos est¨¢ndares tendr¨¢ un precio.
Entre quienes hoy claman con toda raz¨®n contra la b¨¢rbara invasi¨®n de Ucrania hay algunos ¡ªEstados Unidos, con el apoyo de otros pa¨ªses occidentales¡ª que invadieron Irak sin derecho y con pruebas falsas causando inmenso sufrimiento. La UE ha abierto, con raz¨®n, sus puertas a los refugiados procedentes de Ucrania, mientras lleva a?os esforz¨¢ndose por entorpecer ¡ªcon alguna excepci¨®n, como la apertura de puertas de Alemania en 2015¡ª la llegada de los sirios. Unos son blancos, cristianos, en su gran mayor¨ªa mujeres. Los otros, ya saben. Con toda raz¨®n, se denuncian los bombardeos indiscriminados de las fuerzas rusas; no se oyeron voces atronadoras protestando contra los bombardeos saud¨ªes en Yemen. Arabia Saud¨ª no invadi¨® Yemen, el contexto es diferente, pero las modalidades de la intervenci¨®n y su impacto sobre los civiles tambi¨¦n daban causa a rotunda denuncia. Cada crisis tiene sus circunstancias, no es lo mismo ser agresor o agredido, pero en ning¨²n caso desaparece la obligaci¨®n de respetar ciertos principios para minimizar el da?o a los civiles.
La crisis entre Ham¨¢s e Israel es especialmente compleja, con ra¨ªces profund¨ªsimas. En la fase actual, el ataque de Ham¨¢s es un hecho atroz que otorga a Israel el derecho a la defensa militar entendida como b¨²squeda de la eliminaci¨®n del enemigo. La persecuci¨®n de este leg¨ªtimo objetivo en un entorno como el de Gaza es un problema dram¨¢tico. El derecho internacional humanitario estipula dos principios b¨¢sicos. Uno es el que exige la distinci¨®n entre poblaci¨®n civil y combatientes y que los ataques se dirijan solo contra objetivos militares. Esto no significa que todo da?o infligido a civiles sea un crimen de guerra. El otro principio clave, el de la proporcionalidad, proh¨ªbe ¡°lanzar un ataque cuando sea de prever que cause incidentalmente muertos y heridos entre la poblaci¨®n civil, da?os a bienes de car¨¢cter civil o ambas cosas, que sean excesivos en relaci¨®n con la ventaja militar concreta y directa prevista¡±.
Cada ataque es un caso y en esta materia lo conveniente es escuchar a los expertos que puedan pronunciarse con conocimiento de causa e idealmente a unos jueces internacionales ¡ª?cu¨¢l era el objetivo? ?cu¨¢l era el da?o previsible?¡ª m¨¢s que las sentencias lanzadas desde la emoci¨®n, la militancia o la ignorancia.
Pero si las sentencias jur¨ªdicas no deber¨ªan fallarse en los bares, las opiniones pol¨ªticas y morales son leg¨ªtimas. La respuesta de Israel tiene rasgos que las democracias occidentales deber¨ªan calificar rotundamente de inaceptables. Esto no es incompatible con un respaldo inquebrantable al derecho a existir en paz de Israel. Y, si bien es cierto que sigue existiendo un antisemitismo que hay que erradicar, emitir esa cr¨ªtica no es de ninguna manera sin¨®nimo de ser antisemita. Los bombardeos causan inmensa impresi¨®n y sufrimiento. Pero quiz¨¢ el corte del suministro de agua, alimentos, medicamentos es el s¨ªmbolo de un inaceptable castigo colectivo para dos millones de civiles que no son responsables de las acciones de Ham¨¢s. ?Qu¨¦ objetivo militar se logra cortando el agua? ?Si lo hay, es proporcional el da?o al beneficio? Si las sentencias las dictan jueces, los pol¨ªticos y la opini¨®n p¨²blica pueden y deben pronunciarse sobre estos hechos.
Y estos hechos, yuxtapuestos con el tipo de amenaza militar que encarna Ham¨¢s, no son compatibles con la altura de valores que las democracias deber¨ªan tener como bandera, en la paz y tambi¨¦n en la guerra. Los aliados y los amigos de Israel deber¨ªan decirlo alto y claro. No solo por proteger a civiles palestinos, sino para mantenerse fieles a sus principios y en el propio inter¨¦s del aliado Israel, que sufre una hemorragia de apoyo en el mundo, y en el seno de las sociedades occidentales, por una respuesta excesiva.
En cambio, por parte de l¨ªderes occidentales asistimos a, en la mejor de las interpretaciones, llamamientos d¨¦biles. Biden hizo una vaga exhortaci¨®n a Israel a no repetir los errores de EE UU despu¨¦s del 11-S (mientras, Guant¨¢namo sigue abierto con presos dentro). Es probable que en privado las exigencias sean m¨¢s vibrantes. Se puede observar que quiz¨¢ tengan m¨¢s efecto presiones en la sombra. Pero en la vida son importantes ciertos posicionamientos p¨²blicos y, en cualquier caso, los resultados de estas posibles gestiones no parecen grandiosos. Quiz¨¢s hayan retrasado algunos d¨ªas la invasi¨®n de Gaza, pero no parece que hayan alterado el tono de la operaci¨®n militar. Considerar como logro la perspectiva de que puedan entrar 20 camiones con ayuda humanitaria parece un chiste macabro.
Israel se fund¨® en 1948 despu¨¦s del espanto del Holocausto y sobre la base de una resoluci¨®n de la ONU. Ha sido repetidamente atacado a lo largo de su breve existencia. Su derecho a existir en paz merece un apoyo incondicional. Ello no es sin¨®nimo de apoyo incondicional a todo lo que hace, ni a este tipo de respuesta b¨¦lica, ni a la pol¨ªtica de ocupaci¨®n y al boicot constante a las aspiraciones leg¨ªtimas de los palestinos. Estos ¨²ltimos no justifican de ninguna manera la barbarie de Ham¨¢s, pero tambi¨¦n deber¨ªan ser objeto de cr¨ªtica clara.
Aunque hay matices, con Washington, Londres y Berl¨ªn (por claras razones hist¨®ricas) entre los m¨¢s escorados hacia Israel, en general Occidente no habla con contundencia en la crisis actual. Y, aunque por lo general se manifiesta nominalmente a favor de la soluci¨®n de los dos Estados, no ha ejercido jam¨¢s la presi¨®n suficiente para avanzar de verdad. Ham¨¢s es una organizaci¨®n abominable, ha hecho un da?o enorme, y har¨ªa mucho m¨¢s si pudiera. Pero hoy hay que decir con claridad que el intento de neutralizarla no debe pasar por ciertos castigos colectivos y hay que exigir que se eviten, a la vez que se reafirma el compromiso inquebrantable con el derecho de Israel a existir en paz. La seguridad de Israel se ver¨¢ beneficiada si no sigue alimentando el rencor con una venganza desproporcionada. El estatus de Occidente se ver¨¢ beneficiado si se esfuerza por aplicar los mismos est¨¢ndares en situaciones parecidas. Lo contrario genera en muchas partes del mundo desconfianza, reproche, alejamiento. Y en un mundo repleto de riesgo es muy importante contar con el respeto y el aprecio de los dem¨¢s.
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