El suspense de la investidura
El acuerdo de ERC con el PSOE no formaba parte del escenario previsible y ahora Carles Puigdemont ha perdido la centralidad que ¨¦l y su partido necesitaban seguir teniendo. Tensar¨¢ la cuerda. Todav¨ªa m¨¢s
Se ha cumplido el escenario m¨¢s plausible. La madrugada del 23 de julio nuestra prensa conservadora, tan ecu¨¢nime, acert¨® a la hora de elegir el titular que mejor interpretaba unos resultados que invalidaban sus pron¨®sticos. Vale, hab¨ªan perdido, pero la investidura del peligro S¨¢nchez iba a estar en manos del enemigo Puigdemont. Lo que de entrada no se sab¨ªa era si el expresident seguir¨ªa enrocado en el discurso de la confrontaci¨®n que ha defendido con ¨¦xito descriptible o si, por el contrario, dar¨ªa se?ales de su predisposici¨®n para iniciar una negociaci¨®n que implicar¨ªa la ineluctable rectificaci¨®n de su estrategia. Tard¨® unos d¨ªas en redactar el tuit. Aunque su ret¨®rica troll no era muy distinta a la habitual, entre l¨ªneas pod¨ªa interpretarse que no se cerraba en banda. No sabemos cu¨¢ndo se iniciaron las conversaciones, pero, conociendo la conducta pol¨ªtica del personaje, no era dif¨ªcil intuir que usar¨ªa el control del tempo para tensar la cuerda hasta que fuera a deshilacharse. Durante semanas ese fue el guion y tuvo su mejor escenificaci¨®n en la conferencia que a principios de septiembre pronunci¨® en Bruselas. En el cartel que serv¨ªa de tel¨®n estaba escrita una palabra que no dejaba duda: ¡°president¡±. ?l y nadie m¨¢s. Hab¨ªa reconquistado el m¨¢ximo protagonismo, volv¨ªa a presentarse de nuevo como el l¨ªder del independentismo.
Lo que no entraba en ese guion es lo que ocurri¨® la tarde del jueves en Barcelona. El imp¨¢vido F¨¦lix Bola?os suscrib¨ªa en p¨²blico un acuerdo que Oriol Junqueras defendi¨® con orgullo. No es que dicho acuerdo no fuese esperado. Al contrario. Como ocurri¨® en el arranque de la legislatura anterior, el apoyo de Esquerra Republicana a la investidura del candidato socialista se daba por descontado. Y porque se daba por supuesto, se cre¨ªa que lo pactado iba a ser poco m¨¢s que nada. Ese es el estereotipo que ha ido calando a lo largo del ¨²ltimo a?o, desde que Junts sali¨® del Gobierno de la Generalitat y Salvador Illa consolidaba su posici¨®n como figura central de la pol¨ªtica en Catalu?a. Este t¨®pico interesado, repetido desde las terminales medi¨¢ticas del purismo independentista m¨¢s pueril, era que en solitario Esquerra gestionaba el autogobierno con el culo y adem¨¢s hab¨ªa negociado p¨¦simamente con el Gobierno central, como demostraba el penoso resultado de su carcomida Mesa de Di¨¢logo. Ni sab¨ªan ni sabr¨¢n. Eran los otros, en cambio, quienes s¨ª dominaban los c¨®digos del poder, como hab¨ªan demostrado en el pasado y ahora lo volver¨ªan a hacer.
El inesperado giro de guion del jueves es que Esquerra, cuyo equipo negociador no se ha hecho p¨²blico, ha suscrito un acuerdo con el PSOE que, por primera vez, avala la estrategia que Junqueras ha seguido desde que ERC dej¨® de mentir a la base social del independentismo e inici¨® as¨ª una rectificaci¨®n para actuar con un cierto realismo. Naturalmente, adem¨¢s de malos negociadores y p¨¦simos gestores, por ello tambi¨¦n se les ha colgado el sambenito de traidores a la causa. El precio electoral que el partido del president Aragon¨¨s ha pagado por este cambio ha sido muy considerable, como sufri¨® en las municipales y en las generales, pero le ha permitido fijar una agenda de intereses y huir de un maximalismo que poco tiene que ver con las demandas mayoritarias de la sociedad catalana. Dar con una f¨®rmula para asumir la gobernanza de los trenes de cercan¨ªas lo ejemplifica, de la misma manera que la condonaci¨®n de parte de la deuda de la Generalitat con el FLA evidencia su prop¨®sito de presentarse como partido de gobierno responsable. Y adem¨¢s se han avanzado a la hora de capitalizar el acuerdo para la amnist¨ªa y, con un nuevo bizantinismo (mediador incluido), han logrado instituir una mesa de di¨¢logo 2.0 ahora entre partidos.
Este acuerdo no formaba parte del escenario previsible y ahora Carles Puigdemont ha perdido la centralidad que ¨¦l y su partido necesitaban seguir teniendo. Tensar¨¢ la cuerda. Todav¨ªa m¨¢s. Esta inesperada coyuntura, que nos retorna al momento de la suicida competencia independentista de 2017, tal vez sea hoy el principal escollo para que Pedro S¨¢nchez sea investido de nuevo presidente.
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