Examen de conciencia
La resistencia interior, como demuestran muchos ejemplos a lo largo de la historia, es la ¨²nica receta de un ciudadano contra los monstruos propios
Para evitar las patra?as que se cometen en nombre del patriotismo, nos resulta de lo m¨¢s educativo conocer las biograf¨ªas de los hermanos Hans y Sophie Scholl. Que sus nombres y el de la organizaci¨®n a la que pertenecieron, Rosa Blanca, sean poco conocidos responde a la utilidad infinita de la ignorancia. Por hacer un resumen sucinto, ambos fueron ejecutados durante la dictadura nazi en Alemania por oponerse a su Gobierno. Hab¨ªan estado en el frente de guerra, hab¨ªan servido como obedientes j¨®venes a la movilizaci¨®n patri¨®tica, pero pronto se dieron cuenta del enga?o masivo y lo denunciaron con panfletos y pintadas en los c¨ªrculos estudiantiles. Su juicio fue urgente y sumar¨ªsimo, el nazismo consider¨® que eran un c¨¢ncer que pod¨ªa extenderse por las capas pensantes del pa¨ªs y, por lo tanto, que acabar con ellos y con sus ideas cabales, espirituales y decentes, era una quir¨²rgica soluci¨®n. Cuando algunos insistieron en que no se hab¨ªan enterado hasta el final de la guerra de las atrocidades que los alemanes comet¨ªan contra los jud¨ªos, gitanos y enemigos pol¨ªticos, los hermanos Scholl estaban ah¨ª, con su martirio, para denunciar tama?a impostura. A inicios de 1943 ya estaban ajusticiados sin recurso ni posibilidad de defensa.
La resistencia interior, como demuestran otros muchos ejemplos a lo largo de la historia, es la ¨²nica receta de un ciudadano contra los monstruos propios. Porque los ajenos son f¨¢ciles de calibrar, el enemigo siempre est¨¢ allende las fronteras, es distinto, profesa otra religi¨®n y habla otro idioma. Pero el enemigo propio es mucho m¨¢s complicado de enfrentar, porque compartes con ¨¦l una cultura, un paisaje, una lengua, un destino. Es, precisamente, compartir el destino con quien consideras indecente lo que obliga a movilizarse. A estas alturas del conflicto entre Israel y Gaza, las preguntas originales han quedado desactivadas, pero son las pertinentes. ?Qu¨¦ buscaban los terroristas de Ham¨¢s con su ataque brutal e inhumano contra el Israel de las comunidades fronterizas, all¨ª donde viv¨ªan muchos ciudadanos solidarios con los palestinos? ?Acaso no esperaban que una respuesta bestial con miles de inocentes sacrificados les devolver¨ªa el patrimonio del discurso de sangre y terror? ?No son pues las v¨ªctimas, de alg¨²n modo, el recurso util¨ªsimo de unos l¨ªderes equivocados y salvajes?
Con la misma pertinencia, la respuesta israel¨ª obedece a la agenda de un primer ministro carbonizado y sin prestigio, alguien que ha logrado imponer su destino al de todo un pa¨ªs. Y la resistencia tendr¨¢ que venir del interior en ambos casos, de las voces de quienes con lealtad a los suyos les recuerdan que est¨¢n equivocados. Que han optado por la m¨¢s f¨¢cil de las reacciones, esa que solo encuentra agravios procedentes del enemigo. El resto del mundo permanece entre paralizado y acongojado, intentando salvar la dignidad y los restos de una amistad acomplejada e inerte. Por eso, la fuerza interior de la disidencia, de la resistencia, de la oposici¨®n es, una vez m¨¢s, la ¨²nica esperanza.
Nos encontramos en una encrucijada mundial en la que la violencia se ha reinventado como soluci¨®n f¨¢cil. La ignorancia supina de los ciudadanos provoca este resultado feroz y at¨¢vico. Ha sido una inversi¨®n deseducativa muy rentable, heredera de esa que condena al olvido a los hermanos Scholl y a tantos otros resistentes interiores, a los que conviene identificar con eso tan poco prestigiado que llam¨¢bamos conciencia, el conocimiento de uno mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.