El tal¨®n de Aquiles de S¨¢nchez

Apenas se ha dicho, pero es importante: las elecciones generales del 23 de julio conformaron el Parlamento menos fragmentado desde 2011. Y por ello se parece m¨¢s a la complejidad gestionada por los dos grandes partidos en el pasado, cuando no obten¨ªan mayor¨ªa absoluta que a la jungla parlamentaria de esta ¨²ltima d¨¦cada.

El 23-J indicaba un mapa factible de pactos y alianzas. S¨¢nchez ha sabido recorrerlo, con un resultado ilustrativo: ser¨¢ investido con m¨¢s apoyos de los que tuvieron Calvo Sotelo en 1981 (aunque el 23-F arroj¨® luego las abstenciones a su favor), Gonz¨¢lez en 1989, Zapatero en 2008, Rajoy en 2016 y el propio S¨¢nchez en la pasada legislatura. Solo tendr¨¢ en contra al bloque PP/UPN-Vox.

La ausencia de abstenciones (algo que solamente hab¨ªa sucedido con Aznar en 2000, y la mencionada investidura de 1981) sugiere dos derivadas. Una, S¨¢nchez aspira a una legislatura m¨¢s larga de lo que muchos analistas presumen. Dos, la estruendosa reacci¨®n a sus pactos ayudar¨¢ a galvanizar por un tiempo esa mayor¨ªa. Veremos el primer test en las elecciones europeas de 2024.

En realidad, el resultado de esta investidura apenas presenta novedades. Desde 1977, los gobiernos espa?oles han fluctuado entre el rodillo de la mayor¨ªa absoluta y el acuerdo con las otras Espa?as, incluyendo a menudo tambi¨¦n a quienes querr¨ªan separarse de ellas. Ayer como hoy estos acuerdos levantaron presagios de ruptura territorial y sospechas de ilegitimidad. Solo la lamentable degradaci¨®n del valor del significado de las palabras permite a?adir hoy ret¨®ricas tan superlativas como endebles, tanto en algunos pre¨¢mbulos de los pactos firmados como en los discursos de reacci¨®n severa que los denuestan.

Algunos dir¨¢n, y quiz¨¢ no sin raz¨®n, que exist¨ªan f¨®rmulas parlamentarias alternativas que pasaban por un entendimiento entre los dos grandes partidos en detrimento de los dem¨¢s. Cabe plantearse por qu¨¦ hoy deber¨ªa funcionar una mayor¨ªa tan sobredimensionada cuando no fue posible en momentos de mayor riesgo para la estabilidad del pa¨ªs (ni en el inicio de la democracia, ni tras el 23-F, ni tras el 11-M, ni cuando Espa?a estuvo a punto de hundirse financieramente, ni siquiera tras el Parlamento en el limbo surgido de diciembre de 2015).

Y cuando esa gran concertaci¨®n pareci¨® aproximarse, muchos votantes la rechazaron. La abstenci¨®n de un PSOE roto en noviembre de 2016 abri¨® el paso a un S¨¢nchez que por entonces ya empezaba a emitir un discurso que hoy favorece el entendimiento con nacionalistas e independentistas. Y la sola posibilidad de que Ciudadanos pudiera haber pactado con el PSOE en 2019 condujo a su hundimiento (y no al rev¨¦s, como suele afirmarse) y catapult¨® a Vox.

Ah¨ª radica la ¨²nica gran diferencia del actual contexto parlamentario respecto a los ¨²ltimos 40 a?os. La ruptura electoral de la derecha por su flanco m¨¢s conservador explica por qu¨¦ en estos momentos solo el PSOE est¨¢ en capacidad de articular mayor¨ªas transversales, cuando ayer se beneficiaron de ellas Su¨¢rez, Calvo Sotelo y sobre todo Aznar. Mientras Vox resista como un grupo parlamentario mediano, el PP solo podr¨¢ gobernar de la mano de una desmovilizaci¨®n socialista que haga posible una mayor¨ªa absoluta conservadora. Eso favorece la fr¨¢gil solidez de la nueva mayor¨ªa parlamentaria, aunque tambi¨¦n revela su tal¨®n de Aquiles: el exceso de arrogancia que pudiera acumular S¨¢nchez si se toma demasiado en serio su hiperliderazgo.