Espa?a, ?a, ?a, ?a
Mientras el pa¨ªs se rompe o se refuerza, en los bares, los grupos de WhatsApp de familia y amigos y las casas se acuerda no hablar de pol¨ªtica para no salir tarifando
El hemiciclo del Congreso de los Diputados es much¨ªsimo m¨¢s peque?o y menos apabullante de lo que parece en la tele. Casi como media mesa camilla en la que sentarse a departir con la familia. Desde el gallinero de la prensa, pueden verse los cr¨¢neos de los padres y madres de la patria en inmisericorde plano cenital revelando las calvas de ellos y la linde del tinte de ellas, y viceversa, en cruda y conmovedora met¨¢fora de la inmaculada estampa que sus se?or¨ªas desean ofrecer al mundo...
El hemiciclo del Congreso de los Diputados es much¨ªsimo m¨¢s peque?o y menos apabullante de lo que parece en la tele. Casi como media mesa camilla en la que sentarse a departir con la familia. Desde el gallinero de la prensa, pueden verse los cr¨¢neos de los padres y madres de la patria en inmisericorde plano cenital revelando las calvas de ellos y la linde del tinte de ellas, y viceversa, en cruda y conmovedora met¨¢fora de la inmaculada estampa que sus se?or¨ªas desean ofrecer al mundo y las m¨¢culas que esconde su retaguardia. En eso, como en el lenguaje de los cuerpos, no hay distingos entre el arco parlamentario. As¨ª, podemos contemplar a diputados de todo el espectro pol¨ªtico ora aburridos cual ostras, ora cabreados cual monas, ora descojonados cual chanchos en charca rompi¨¦ndose las manos a aplaudir o los pies a patear el entarimado escuchando al orador en la tribuna y a la presidencia llamarles al orden como a parvulitos. Puro teatro, porque, como todo el mundo sabe, la pol¨ªtica de verdad se hace en otros foros y all¨ª no se va m¨¢s que a proveer de canutazos a los telediarios y de zascas a las redes sociales atiz¨¢ndose de lo lindo, aunque luego, al salir, se besen los carrillos y se palmeen las espaldas hasta la pr¨®xima trifulca.
Escribo estas l¨ªneas mientras veo en la tele al socialista Pedro S¨¢nchez pronunciar su discurso de investidura con el trombo de la amnist¨ªa a los golpistas catalanes ya disuelto por la euforia de otros cuatro a?os en La Moncloa. Nada menos que 85 minutos tard¨® el candidato en mentar a la bicha, ¡°am-nis-t¨ª-a¡±, como si le abrasara la tr¨¢quea. Cierto es que el pa¨ªs ha cambiado y que con estos bueyes hay que ararlo. Pero ni me creo la arcadia que promete S¨¢nchez ni el averno que auguran los mismos Feij¨®o y Abascal que, llegado el caso, como los esquiroles en las huelgas, no renunciar¨¢n a los r¨¦ditos ganados con el escarnio ajeno. De lo que estoy segura es que, aqu¨ª y ahora, mientras Espa?a, ?a, ?a, ?a, se rompe o se refuerza, en las barras de los bares, los grupos de WhatsApp de amigos y familias, y las mesas de las casas se est¨¢ acordando no hablar de pol¨ªtica ni de co?a para tener la fiesta en paz y no salir tarifando.