Una marca, diferentes tallas de ropa
Los lectores escriben sobre el ideal de belleza promovido por la industria textil, la crisis diplom¨¢tica entre Israel y Espa?a, los colegios madrile?os y el uso que hacemos de las pantallas
En muchas ocasiones, la emocionante experiencia de ir de compras puede transformarse en un acto desafiante y desalentador al encontrarnos frente a la exagerada disparidad de tallas de las diferentes tiendas y marcas disponibles en el mercado. En uno de mis ¨²ltimos intentos por renovar un par de piezas de mi armario, me sorprendi¨® darme cuenta de que, a pesar de no haber variado de peso y haber mantenido las mismas medidas durante los ¨²ltimos a?os, los modelos que mejor se adaptaban a mi cuerpo pod¨ªan variar entre una y dos tallas menos de lo habitual. Considerando la importancia del respeto y la diversidad, me resulta realmente vergonzoso que las marcas impulsen este tipo de pol¨ªticas lesivas y discriminatorias. Porque, aunque puedan parecer simples diferencias de tallas, estas decisiones pueden llegar a suponer verdaderos atentados contra la salud f¨ªsica y mental de los consumidores, perpetuando una vez m¨¢s el equivocado ideal de belleza perfecta.
Diana Bertol¨ªn Rico. Vilassar de Mar (Barcelona)
?Apoyar el terrorismo?
Benjam¨ªn Netanyahu tiene la piel muy fina. Culpa a los gobiernos espa?ol y belga de dar apoyo al terrorismo (lo cual es falso) por criticar sus excesos en Gaza. Espa?a tiene toda la autoridad del mundo para censurar al Gobierno israel¨ª, porque tambi¨¦n sufri¨® el zarpazo del terrorismo y tuvo que luchar contra ¨¦l durante a?os, pero nunca lo hizo bombardeando el Pa¨ªs Vasco. Lo que ocurre es que Israel lleva demasiado tiempo ignorando resoluciones de organismos internacionales y el c¨®digo de derechos humanos, y ya va siendo hora de que los que hasta ahora han mirado hacia otro lado empiecen a hablar claro resaltando las anomal¨ªas de comportamiento de un Estado que se pretende democr¨¢tico.
Armando Alfonso. Santa Cruz de Tenerife
Colegios a medias
Ayer escuch¨¦ a un ni?o de ocho a?os decir que lo que m¨¢s le gusta de su colegio son los amigos, pero que no tienen una pista para jugar. Estudia en un colegio p¨²blico en Fuenlabrada, uno de los muchos que la Comunidad de Madrid construye por fases, a trozos, condenando a miles de ni?os a no disponer de los recursos para su educaci¨®n, que la ley les reconoce. Menores que carecer¨¢n de gimnasio, de bibliotecas, de espacios y recursos necesarios, durante toda su vida escolar, porque tambi¨¦n decenas de institutos tardan en construirse hasta 10 a?os. No es solo una verg¨¹enza; es maltrato a la infancia, un atentado a sus derechos que alguien deber¨ªa corregir con urgencia.
Alfonso Lech¨®n Piedehierro. Madrid
Un mundo en llamas tras una pantalla
Miro esta herramienta, este pedacito de m¨ª. Un dispositivo que me aleja y acerca al resto del mundo, al que me conecto y desconecto en una mil¨¦sima de segundo. Uno de los productos de este sistema que est¨¢ siendo testigo de actitudes muy poco amables con el planeta. Ahora tenemos dos voces: la que nace de nuestras v¨ªsceras y la que solo el resto puede ver. Un conjunto de palabras e im¨¢genes que vuelan, que muestran nuestro yo digital. ?No deber¨ªamos empoderarnos colectivamente y usar esta voz para un cambio mayor, basado en el cuidado (especialmente del lugar que habitamos)?
Victoria Ardiles-Ruesjas. Barcelona
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