Respeto a la agencia Efe
El nombramiento del exsecretario de Estado de Comunicaci¨®n produce un da?o innecesario al decoro institucional
El Gobierno ha propuesto a Miguel ?ngel Oliver, quien fue secretario de Estado de Comunicaci¨®n de La Moncloa entre 2018 y 2021, como nuevo presidente de la agencia p¨²blica de noticias espa?ola, Efe, tras comunicar su cese a la periodista Gabriela Ca?as, nombrada en 2020 y primera mujer en presidir la mayor agencia de noticias del mundo en espa?ol. Pedro S¨¢nchez sit¨²a al frente de Efe a una persona sin la m¨¢s m¨ªnima apariencia de imparcialidad. El nombramiento da?a la imagen de la agencia y del propio Ejecutivo, primer responsable de establecer los est¨¢ndares de decoro institucional en una democracia. Las cr¨ªticas est¨¢n plenamente justificadas. Damos la bienvenida al PP al campo de la indignaci¨®n ante los nombramientos partidistas.
Como responsable de Comunicaci¨®n de La Moncloa, la gesti¨®n de Oliver destac¨® por la protecci¨®n militante del Gobierno por encima del servicio a los medios. Lleg¨® a provocar la protesta colectiva de cientos de profesionales por tratar de imponer un control previo en las preguntas al Ejecutivo, especialmente durante la pandemia. Fuera de la comunicaci¨®n institucional, es un periodista con 40 a?os de trayectoria en radio y televisi¨®n en el Grupo PRISA, editor de EL PA?S, y en Mediaset. Pero su cualificaci¨®n profesional es irrelevante en este debate. La agencia Efe tiene unos criterios editoriales s¨®lidos y p¨²blicos, recogidos en un Estatuto, y rinde cuentas al Parlamento. No necesita en su c¨²pula una mejor direcci¨®n editorial, sino una mejor gesti¨®n. Desgraciadamente, no es este el criterio de los partidos a la hora de nombrar directores de medios p¨²blicos, especialmente en el ¨¢mbito auton¨®mico, que suele pasar m¨¢s desapercibido.
La propuesta de Oliver se suma a la ratificaci¨®n del presidente del CIS, Jos¨¦ F¨¦lix Tezanos, quien, m¨¢s all¨¢ de su capacitaci¨®n t¨¦cnica, contamina con su discurso la imagen de necesaria imparcialidad de un centro de estudios cuya credibilidad es capital para el debate p¨²blico, al margen del acierto o el error de sus pron¨®sticos.
La progresiva p¨¦rdida de credibilidad institucional en la que profundiza cada uno de estos nombramientos tiene consecuencias m¨¢s all¨¢ de la imagen de La Moncloa a corto plazo, que parece no preocupar a S¨¢nchez. Esta imagen partidista de las instituciones no es un juego inocente. Los precedentes se utilizan de forma revanchista por turnos y el da?o dura d¨¦cadas, hasta que alguien decide tomarse en serio la regeneraci¨®n. El PSOE demostr¨® entender ese da?o cuando bajo el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero la televisi¨®n p¨²blica espa?ola disfrut¨® del mayor margen de desgubernamentalizaci¨®n de la democracia. La respuesta de la audiencia y de la cr¨ªtica le dio la raz¨®n, y pareci¨® se?alar un camino irreversible. No fue as¨ª, como pudo comprobarse en cuanto Mariano Rajoy lleg¨® a La Moncloa.
Es una mala se?al que Pedro S¨¢nchez renuncie a frenar esa deriva e incluso la agrave nombrando a un exmiembro de su Gobierno al frente de la agencia estatal de noticias.
En pol¨ªtica, y en la vida, el descuido de las formas se puede pasar por alto cuando es ocasional y se acompa?a con explicaciones o disculpas. Pero hasta el momento, el Gobierno ha demostrado un absoluto desinter¨¦s por la debida apariencia de imparcialidad en los nombramientos directos. Se puede considerar ya un patr¨®n de conducta continuado que carece de explicaci¨®n coherente m¨¢s all¨¢ de la decisi¨®n de la ocupaci¨®n sin complejos de los espacios de poder por los m¨¢s pr¨®ximos. Hay tiempo para rectificar. Nombrar a Oliver al frente de Efe ahonda en el empe?o incomprensible del Gobierno por justificar con sus acciones el relato paranoico de una oposici¨®n que sostiene que se va camino de una dictadura.
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