Del ¡°nunca m¨¢s¡± a la motosierra
Cada pa¨ªs est¨¢ construido a trav¨¦s de un lenguaje propio. Y Argentina, que recuper¨® la democracia hace ahora 40 a?os, no es una excepci¨®n. Entre el final de la dictadura y la llegada de Milei hubo crisis y corralito, pero tambi¨¦n un despertar feminista
Al principio, justo antes de que empezara todo, lo que flota es un pedido, un ruego, un imperativo moral: nunca m¨¢s. Cada relato, cada pa¨ªs, est¨¢ construido a trav¨¦s de su lenguaje propio. Argentina no es una excepci¨®n. Aunque la historia de la democracia argentina no comience exactamente con este reclamo, sino el 10 de diciembre de 1983, cuando Ra¨²l Alfons¨ªn asume como presidente electo, la consigna se convierte en su se?a de identidad. Al fin y al cabo, el nuevo presidente quiso asumir ese d¨ªa y no otro por su poder simb¨®lico: se trata de la fecha en que se conmemoran los derechos humanos en todo el mundo. Alfons¨ªn sentaba las bases, fr¨¢giles e inestables en un principio, fuente de orgullo despu¨¦s, de lo que ser¨ªa uno de sus baluartes: la recuperaci¨®n de la dignidad colectiva y la valiente y f¨¦rrea intenci¨®n por sentar jurisprudencia mundial en materia de derechos humanos. Tras a?os infames que dejaban muertos, torturados y 30.000 desaparecidos por el terrorismo de Estado de la dictadura de Videla, la imagen serena de unas madres en una plaza reclamando justicia queda como lecci¨®n. ?Qu¨¦ es un ¡°desaparecido¡± sino un fantasma que sigue pululando en la conciencia hasta que reaparece para avergonzar a sus dirigentes? La democracia argentina se estrena haciendo historia con los juicios a las juntas militares en 1985, y en busca de memoria, justicia y reparaci¨®n.
La casa est¨¢ en orden: en mi recuerdo, est¨¢bamos pegados a la televisi¨®n. Las noticias que llegaban a Espa?a no eran tantas como para frenar la angustia en una era preinternet. Era 1987, justo diez a?os despu¨¦s de nuestra llegada a Barcelona, en plena dictadura. Entre llamadas, cartas y alg¨²n peri¨®dico argentino que se consegu¨ªa en Las Ramblas dimos cuenta de lo que pasaba ese abril. Tras varios d¨ªas de tensi¨®n, se logr¨® frenar una insurrecci¨®n militar encabezada por Aldo Rico y otros carapintadas que cuestionaban los juicios impulsados por el Gobierno contra las juntas. En una joven democracia, tras medio siglo de golpes de Estado, Alfons¨ªn declar¨® el freno al alzamiento con esa frase. Y su coletilla: ¡°... y no hay sangre en la Argentina¡±. Ah, la sangre, siempre en juego.
Pizza con champ¨¢n: los gustos gastron¨®micos del peronismo, encabezado por el siguiente presidente Carlos Sa¨²l Menem, dibujan una ¨¦poca a trav¨¦s de esta mezcla: comida popular y lujo sofisticado es el paradigma de la d¨¦cada de los noventa argentina. Su propia cultura del pelotazo, la privatizaci¨®n de empresas estatales y la liberalizaci¨®n econ¨®mica llev¨® al enriquecimiento desmesurado de algunos y defini¨® el gusto por la ostentaci¨®n y el consumo desaforado. Se institucionaliza viajar a Miami para comprar en los shoppings y el argentino es caricaturizado en los otros pa¨ªses latinoamericanos como el comprador compulsivo que exclama ¡°deme dos¡± de cualquier cosa. Es la era del sue?o de ser rubia platino como la popular presentadora de televisi¨®n Susana Gim¨¦nez y un exultante menemismo que proclamaba que Argentina hab¨ªa entrado en el primer mundo.
Pero el lujo no es infinito y el champ¨¢n franc¨¦s tambi¨¦n deja resaca. La liberalizaci¨®n y el flujo de capitales en un pa¨ªs de econom¨ªa inestable, hab¨ªa basado su bonanza financiera en la premisa Reagan de que toda riqueza acaba goteando y llegando a las masas, fuera como fuera. Pero no fue as¨ª. La fuga de capitales y la recesi¨®n que se instal¨® a partir de 1998 y se agrav¨® desmesuradamente en los a?os siguientes, marcando un antes y un despu¨¦s en la historia del pa¨ªs. Nadie recordaba una crisis econ¨®mica como esa. El empobrecimiento masivo de millones de personas implic¨® una fractura social desconocida hasta el momento. Es la ¨¦poca del exilio econ¨®mico de j¨®venes y no tan j¨®venes. El acento argentino regresa a Europa, mientras un presidente muy debilitado, Fernando de la R¨²a, intenta hacer frente a la crisis. El ministro de Econom¨ªa, Domingo Cavallo, instaura el corralito bancario para intentar frenar la sangr¨ªa econ¨®mica, limita fuertemente los movimientos econ¨®micos ciudadanos y la poblaci¨®n estalla. Entre cacerolazos, piquetes y escraches como medidas de protesta, la crisis pol¨ªtica e institucional es brutal. Se instala la furia y el descreimiento mediante el grito de ¡°que se vayan todos¡± y De La R¨²a abandona la Casa Rosada en helic¨®ptero. Argentina deja el sue?o del primer mundo mientras asumen y dimiten varios presidentes en diez d¨ªas y en los barrios se instalan los mercados de trueque a ritmo de cumbia.
Ese momento resulta crucial para la sociedad argentina. Por una parte, se refuerza una idea, ya presente, de que el pol¨ªtico es, por antonomasia, corrupto. Por tanto, la salvaci¨®n del pa¨ªs no puede estar en manos de la ¡°casta¡± pol¨ªtica sino del antipartidismo. Esto tiene consecuencias inmediatas: la gente, que ya en 2001 se vio obligada a recurrir a la autoorganizaci¨®n ¡ªya sea en asambleas, mercados de barrio o la acci¨®n colectiva¡ª entiende esta manera de organizaci¨®n pol¨ªtica como una necesidad. Los movimientos de base se convierten en una luz que prende con fuerza, y que sostiene ciertas deudas pendientes en un pa¨ªs que hist¨®ricamente hab¨ªa resultado puntero en derechos civiles en Am¨¦rica Latina.
El movimiento feminista se convierte en una punta de lanza de una fuerza inusitada, popular, y arrasadora. La revoluci¨®n de las pibas, como declara la feminista Luciana Peker, es la responsable de los dos pilares m¨¢s importantes de esos reclamos: el cese de la violencia machista y los feminicidios, bajo la consigna de Ni una menos, y la batalla en las calles primero y en las instituciones despu¨¦s en favor de la interrupci¨®n de los embarazos no deseados con el lema Ser¨¢ ley. Las mujeres de toda edad y condici¨®n se unen bajo una llamada educativa y plural: ¡°educaci¨®n sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir¡±, plantando cara a la Iglesia y al Estado, que finalmente aprueba la ley a favor del aborto. La oleada estalla en Argentina en la defensa de los derechos de las mujeres, conteniendo, de momento, el avance reaccionario que se instaura en otros pa¨ªses.
Pero el antipartidismo tiene tambi¨¦n otras derivas. Tras los gobiernos de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner y Mauricio Macri, el regreso del peronismo con Alberto Fern¨¢ndez se enfrenta con una situaci¨®n dif¨ªcil. La pandemia de la covid hace mella en una sociedad ya muy castigada econ¨®micamente y los argentinos buscan el orgullo nacional en ¨¢mbitos extrapol¨ªticos: Messi, el Papa o Bizarrap, los ¨ªdolos se miden a trav¨¦s del ¨¦xito internacional pero fuera de la grieta institucional y medi¨¢tica cada vez m¨¢s nihilista. Si todo pol¨ªtico es corrupto, solo un outsider puede calmar a un pa¨ªs paranoico y con una inflaci¨®n disparada. Y en esas instancias llega en tromba la supuesta antipol¨ªtica de Javier Milei. Un ultra libertario autodenominado anarcocapitalista, con una vicepresidenta que lleva d¨¦cadas militando en favor del negacionismo de los horrores de la dictadura militar, y que promete, a trav¨¦s del sacrificio ¡ªsobre todo de los m¨¢s pobres¡ª el regreso triunfante de una primera potencia mundial que a duras penas existi¨®. El populismo de ultraderecha tambi¨¦n tiene su lema, su sintagma: ¡°libertad¡±. Econ¨®mica, por supuesto. Muy bien publicitada en 2023 a trav¨¦s de una motosierra imaginaria. Imaginaria, por favor. He aqu¨ª el ruego final.
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