El desconcierto de la oposici¨®n
La impresi¨®n que transmite el PP es que sigue preso de la perplejidad en la que le sumi¨® el traspi¨¦ del 23-J y anda como pollo sin cabeza tratando de reencontrarse
Todos sabemos m¨¢s o menos lo que es el buen gobierno; hay incluso manuales que nos lo explican. Qu¨¦ sea la buena oposici¨®n, la oposici¨®n eficaz, ya es mucho m¨¢s dif¨ªcil de concretar. Aunque creo que todos coincidir¨ªamos en se?alar que es aquella que no comete errores y se aprovecha de los del Gobierno. Si aplicamos esta m¨¢xima a nuestro principal partido de oposici¨®n, observamos que por ahora est¨¢ lejos de cumplir con esa exigencia m¨ªnima. Es m¨¢s, la impresi¨®n que transmite es que sigue preso de la perplejidad en la que le sumi¨® el traspi¨¦ sufrido en las elecciones generales, que anda como pollo sin cabeza tratando de reencontrarse. Lo curioso del caso es que ya tuvo el diagn¨®stico desde el d¨ªa uno, no ignora las causas de la debacle; a saber, sus contubernios con Vox y el consecuente frenazo y retracci¨®n de los votos tr¨¢nsfugas de un sector del electorado del PSOE. Bien es verdad, por utilizar una met¨¢fora del tenis, que fue un error forzado por la astucia de S¨¢nchez al precipitar la convocatoria de elecciones. El problema ahora es que est¨¢ incurriendo en errores no forzados; es m¨¢s, ante una situaci¨®n ciertamente dif¨ªcil para el Gobierno no parece dar con la tecla para extraer de ella todo el jugo posible.
Si nos fijamos en lo ocurrido una vez conocidos los pactos de investidura, llegaremos enseguida a la conclusi¨®n de que no fue tanto la actuaci¨®n o el discurso de la oposici¨®n lo que puso en dificultades al Gobierno, cuanto la movilizaci¨®n de sectores de la sociedad civil ¨Dcolegios profesionales, discretos opinadores de diverso signo, intelectuales, etc¨¦tera¨D. La voz del PP, excluyendo las pataletas de Vox, se sum¨® a esta marea sin orden ni concierto. Se dej¨® arrastrar por ella sin saber bien c¨®mo liderarla. Y, una vez puesto en marcha el proceso legislativo, sigue dando largas a la renovaci¨®n del CGPJ, incluso con ese extravagante recurso al mediador europeo, o introduce una confusa propuesta para tipificar el delito de deslealtad constitucional. Esto ¨²ltimo, adem¨¢s, teniendo que ir matizando una y otra vez aquello en lo que consiste. Cuando se presenta una propuesta hay que hacerlo de forma meridiana y contundente para evitar tener que volver sobre el mismo asunto. Con el agravante en este caso de que huele en exceso a una concesi¨®n a Vox.
Vox, Vox, el nombre de la pesadilla del PP. No saben qu¨¦ hacer con ¨¦l, pero s¨ª les consta que es su aut¨¦ntico punto d¨¦bil; porque encaja perfectamente en el s¨ªndrome del ni-contigo-ni-sin-ti. Con el agravante a?adido de que entre sus tutores medi¨¢ticos no hay tampoco acuerdo sobre c¨®mo abordarlo. Por volver al s¨ªmil del tenis, el Ejecutivo goza siempre de la ventaja del saque y la oposici¨®n se ve obligada a restar, es arrastrada siempre por la iniciativa del otro, que adem¨¢s le coloca las bolas siempre en el mismo lugar, en el ¨¢ngulo muerto de Vox. A falta de una estrategia sobre c¨®mo quit¨¢rselo de en medio, puede que lo m¨¢s eficaz para el PP sea ignorarlo. Esto es, evitar la hiperb¨®lica tarea de la confrontaci¨®n frontal y la crispaci¨®n y seguir la pr¨¢ctica de quienes tienen m¨¢s experiencia en esto del Gobierno parlamentario, los brit¨¢nicos. Es decir, crear un Gobierno en la sombra, remangarse y ponerse a trabajar en serio presentando alternativas, haciendo propuestas sectoriales. As¨ª tendr¨¢n al menos la posibilidad de hacer suya alguna vez la ventaja del saque. Ahora tienen una ocasi¨®n ante el decreto ¨®mnibus que prepara el Gobierno. Eso s¨ª, tiene que contar con los mejores, no con los que le sean m¨¢s c¨®modos a Feij¨®o. Desde Casado, el PP ha sido incapaz de incorporar a los m¨¢s capaces, es un partido sin notables, un equipo sin figuras. Y as¨ª no se ganan los partidos. Menos a¨²n si quienes tienen enfrente les tienen pillada la estrategia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.